MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
Hasta ahora para evaluar el riesgo de muerte en pacientes con fibrilación auricular, una arritmia que sufre más de un millón de españoles, se tenían en cuenta los factores clásicos como el género, la edad o diabetes, ahora un nuevo estudio español muestra que la demencia como un factor que triplica el riesgo de muerte en estos pacientes.
El estudio, llevado a cabo conjuntamente por el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, el CIBERCV de Santiago de Compostela, el Hospital Universitario San Juan de Alicante y el Instituto de Investigación Sanitaria Santiago de Compostela, se ha presentado en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2019, que reúne estos días en Barcelona a más de 4.000 especialistas sanitarios.
La investigación, que ha analizado a 383.000 sujetos, detectó que 7.990 pacientes sufrían fibrilación auricular. Cruzando los datos se pretendió averiguar, con un seguimiento medio de dos años, cuántos de ellos padecían además demencia y qué consecuencias tenía este factor en su riesgo de muerte.
"Con el progresivo envejecimiento de la población, no es extraño encontrar pacientes que combinen ambas patologías: fibrilación auricular y deterioro cognitivo en mayor o menor medida. Concretamente en nuestro estudio, un 3,6 por ciento de pacientes con esta arritmia tenía diagnóstico previo de demencia", ha apuntado el doctor Moisés Rodríguez-Mañero uno de los firmantes del estudio.
El objetivo del análisis fue añadir este nuevo factor a la escala que se utiliza de forma habitual para evaluar el perfil de riesgo de los pacientes con fibrilación auricular. La escala CHA2DS2- VASc valora en este orden los factores clásicos: insuficiencia cardiaca, hipertensión, edad, diabetes mellitus, ictus o enfermedad vascular previas y género. La adición de demencia a dicha escala reclasifica a un pequeño porcentaje de pacientes en riesgo de sufrir ictus o muerte de cualquier causa.
"Quisimos evaluar si existían diferencias significativas para todas las causas de mortalidad y un perfil de riesgo más adverso*en este subgrupo de pacientes. Apreciamos que la demencia resulta ser el factor más potente para predecir la muerte, por delante incluso de la insuficiencia cardiaca", ha añadido Rafael Vidal Pérez, otro de los firmantes del estudio.
La fibrilación auricular se origina cuando se pierde el ritmo normal del corazón pasando a ser irregular y descoordinado, alterándose de este modo la frecuencia cardiaca, es decir, el número a veces que el corazón se contrae por minuto. Se trata de la arritmia más frecuente en la población general. En España, los últimos datos (estudio OFRECE) indican que en mayores de 40 años la prevalencia de la fibrilación auricular puede ser mayor al 4 por ciento, afectando a más de un millón de personas.
La demencia, o deterioro cognitivo, se caracteriza por la alteración de las funciones intelectuales, ya sea parcial o totalmente. Y, según señalan los expertos, la prevalencia de esta afección es del 18,5 por ciento en mayores de 65 y del 45,3 por ciento por encima de los 85 años.
LO RECOMENDABLE ES TOMAR ANTICOAGULANTES
Para aquellos pacientes con fibrilación auricular que además tengan demencia, el doctor Vidal recomienda el uso de la anticoagulación, "si no lo están haciendo ya, como protección ante el riesgo aumentado de eventos tromboembólicos". En la población estudiada, los expertos observaron que a estos pacientes se les prescribía con menor frecuencia anticoagulantes orales a pesar de que en el análisis multivariado supuso un importante factor protector sin incrementar su riesgo de eventos hemorrágicos.
El margen terapéutico de la anticoagulación con fármacos antivitamina K (sintrom) es muy estrecho. Estar fuera de rango en el cociente internacional normalizado (INR) recomendado para la fibrilación auricular (entre 2 y 3) aumenta notablemente la incidencia de embolias, episodios hemorrágicos graves e incluso muerte, "por lo que conviene realizar seguimientos continuos para asegurar una anticoagulación adecuada", explica el doctor Rodríguez-Mañero.
Aunque no existen datos clínicos al respecto en este subgrupo de pacientes, "los anticoagulantes orales de acción directa parecen una opción atractiva en este escenario, no solo en base al alto riesgo que presentan, sino por la incomodidad que supone el realizar los controles pertinentes en pacientes que muy frecuentemente suelen ser dependientes y necesitan de la ayuda de cuidadores para realizar dichos controles y lograr una adecuada adherencia", considera el especialista.