El investigador del CSIC Vicente Larraga, en su laboratorio del CIB-CSIC.
La
vacuna española contra el Covid-19 que aplica la tecnología de
ADN sintético ha dado un
nuevo paso esperanzador que la puede convertir en el
primer fármaco en ser capaz de
impedir la transmisión del SARS-CoV-2. Según afirma a
Redacción Médica su investigador principal, Vicente Larraga, aún no se puede afirmar al 100 por cien, pero los datos preliminares son muy halagüeños y e
n 20 días podrá asegurar si ha desarrollado una vacuna esterilizante, es decir, si además de impedir la infección previene la transmisión.
“Hemos logrado que los r
atones que han recibido la vacuna sean incapaces de infectar a otros. Sin embargo, antes de asegurar que tenemos una
vacuna esterilizante y bloqueante
tenemos que hacer más experimentos complementarios. Espero que funcione en los humanos, pero todavía no lo sé. Solo puedo decir que es esperanzador”, explica el
investigador del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC).
Una certeza que Larraga conseguirá en aproximadamente 20 días. Un periodo de tiempo en el que llevará a cabo un experimento para
determinar las dosis necesarias, probará su vacuna con
otra especie animal y testará
otras vías de administración. “Cuando tenga todo esto hablaré con los responsables de la agencia reguladora del medicamento (EMA) para ver
qué obligaciones tengo que cumplir antes de iniciar el ensayo en humanos”, explica Larraga.
¿Cómo se ha detectado el bloqueo de la transmisión del covid?
El científico español aún no conoce cómo actúa la vacuna, pero sí sabe los efectos que causa. Para averiguarlo, ha ido testando la cantidad de
carga viral en los ratones no vacunados y vacunados tras recibir una “dosis letal” de la cepa covid original, la de Wuhan.
“Hemos medido el
número de virus (carga viral) que presentaban los ratones a lo largo de los días desde que recibieron una infección elevada. En los vacunados se observa que
va disminuyendo con el paso de los días hasta que finalmente no hay ninguno. Basándonos en esto hemos observado a partir de qué día no hay carga viral suficiente para infectar a otro”, detalla Larraga.
En cuanto a su eficacia con las diferentes cepas, el científico español asegura que
funciona “mínimo” hasta Delta y “probablemente” también con Ómicron, ya que no hay tanta diferencia en los mecanismos de transmisión. Además, en caso de aparición de una nueva cepa, este tipo de vacuna permite su modificación en "muy pocas semanas porque se puede adaptar perfectamente".
Posible inicio de ensayo en humanos para finales de verano
Cabe recordar que el grupo de Larraga lleva treinta años trabajando en el desarrollo de vacunas de ADN protectoras frente a la enfermedad de la
leishmaniasis en su huésped principal, el perro. Fruto de estas investigaciones, han desarrollado una vacuna efectiva frente a la enfermedad en estos animales.
Aprovechando esta tecnología, su equipo l
leva trabajando desde marzo de 2020 en el desarrollo de una vacuna eficaz frente a la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2. Los estudios preclínicos realizados con este prototipo vacunal
ya han mostrado una protección del 100 por ciento frente a una dosis letal del virus en los modelos animales utilizados y ahora son los ensayos preliminares quienes han revelado su posible capacidad bloqueante.
Esta vacuna sintética de ADN tiene
ventajas frente a las actualmente existentes en el mercado, según explica Larraga. “Es fácilmente modificable frente a la aparición de nuevas cepas y es activa a temperatura ambiente al menos durante dos meses, lo que facilitaría su distribución en regiones cálidas en vías de desarrollo donde es más difícil mantener la cadena de frío. Además, son vacunas más económicas que podrán ser distribuidas en mayor cantidad en los países que carecen de recursos para comprar las actuales”, detalla el investigador.
En cuanto a los posibles plazos para iniciar su ensayo en humanos, Larraga no quiere establecer una fecha porque no depende exclusivamente de él. Sin embargo, considera que si consiguiera rematar la fase preclínica en primavera,
a finales de verano podría comenzar las pruebas clínicas. “Después serían seis meses hasta ver si todo va bien”, explica el científico.
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