El presidente del Consejo Económico y Social (CES), Antón Costas.
España se sitúa como el
segundo país europeo con más
hospitalizaciones de personas mayores debido a la
exposición al ozono troposférico, un contaminante cuya concentración ha aumentado en paralelo al incremento de las
temperaturas globales. Así lo el
Consejo Económico y Social (CES), en uno de sus últimos informes sobre el impacto del
cambio climático en la salud pública. En concreto, el país registra
28 hospitalizaciones por cada 100.000 habitantes; solo por detrás de Austria, que alcanza las 29 y muy por encima de países como Letonia o Islandia, que contabilizan 7 y 4, respectivamente.
Esto se da porque el
aumento de la temperatura global -resultado directo del cambio climático-, ha agravado la
calidad del aire en España. Esta subida, según explica el
CES en el documento, se correlaciona con el incremento en la concentración de
ozono troposférico. Este gas, junto con otros
contaminantes como el dióxido de nitrógeno y las partículas finas, afecta especialmente a las personas mayores y a aquellos con
problemas cardiovasculares y respiratorios.
Además, tal y como detalla el CES, la contaminación del aire además de las afecciones cardiovasculares y respiratorias, también agrava la exposición a productos químicos, que pueden provocar
trastornos endocrinos o el desarrollo de
cáncer; la alteración de la calidad del agua, amenazada por contaminantes emergentes; el impacto sobre la salud resultante de la contaminación acústica o la presión sobre el hábitat, que incrementa los
riesgos de nuevas zoonosis.
Las altas temperaturas y la salud de los españoles
Uno de los efectos más preocupantes del
calentamiento global en España ha sido la prolongación de la estación cálida, lo que ha afectado directamente a la
salud de las personas mayores. El informe señala que el incremento de las olas de calor ha
disparado las tasas de mortalidad en las últimas dos décadas. En concreto, casi la cuarta parte de la carga mundial de morbilidad y de mortalidad es atribuible a
factores medioambientales que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), supone
12,6 millones de muertes cada año.
Mientras que la media europea de muertes atribuibles al calor ha pasado de 26 a 65 por millón de habitantes, en
España esta cifra se ha elevado hasta los
116 por millón. “España está muy por encima de la media europea en fallecimientos causados por el calor, una tendencia que refleja la vulnerabilidad de nuestra geografía y climatología frente al calentamiento global”, señala el documento.
Además, el informe advierte que la situación es más grave en los grupos vulnerables, como las
personas mayores, por su estado de salud o
dificultades socioeconómicas que les impiden mitigar los efectos del calor extremo.
Salud de las poblaciones más vulnerables
Según este estudio del CES, las personas de mayor edad y aquellas en situación de vulnerabilidad socioeconómica son las más afectadas por los
efectos del cambio climático. “El aumento de las temperaturas afecta de manera desproporcionada a los mayores, sobre todo a aquellos con dificultades para
adaptar sus viviendas y hábitos de vida a las condiciones extremas”, destaca. Además, subraya que la situación de vulnerabilidad se agrava por la
falta de recursos para mitigar los efectos del calor, lo que expone a las personas mayores a riesgos más elevados.
En este contexto, la
contaminación del aire se convierte en un factor determinante. “El incremento de la exposición a productos químicos peligrosos, como los presentes en el aire contaminado, aumenta el riesgo de desarrollar
trastornos crónicos que pueden ser fatales para las personas con enfermedades preexistentes”, alerta el CES. A esto se añade el impacto del cambio climático sobre la floración de
especies alérgicas, que ha prolongado la estación polínica, empeorando la calidad de vida de quienes padecen alergias respiratorias.
Plan de vigilancia de la zoonosis
El informe del CES no solo alerta sobre los problemas, sino que también plantea soluciones centradas en el enfoque conocido como
One Health, un concepto clave para abordar la
salud pública en un contexto de cambio climático. Esta estrategia integrada reconoce la
interdependencia entre la salud humana, animal y medioambiental, e insta a coordinar esfuerzos en todos los niveles para hacer frente a las amenazas relacionadas con el cambio climático. “La salud y el bienestar no pueden entenderse si no es en su compleja interrelación con el
entorno en el que se desarrolla la vida humana”, subraya el texto.
Junto a esto, el documento señala que el CES ha puesto de relieve recientemente “el interés de contar con un
plan de vigilancia de zoonosis a nivel nacional, que integre el abordaje de la salud de la población con la evaluación de riesgos de origen animal”. “Como desarrollo de este enfoque, la perspectiva
One Welfare reconoce la importancia de vincular el bienestar animal y humano, logrando una mayor eficiencia en la producción ganadera y un nivel más alto de protección del medio ambiente”, explica.
Por último, el CES destaca también en su informe la creación del
Observatorio de Salud y Cambio Climático, un instrumento que permitirá mejorar la vigilancia de los indicadores de salud afectados por el cambio climático. Este organismo, además de "facilitar la
prevención y el
seguimiento de eventos extremos peligrosos para la salud", como las
olas de calor o las
lluvias torrenciales, fomentará la investigación en este ámbito, anticipándose a los escenarios futuros derivados del calentamiento global.
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