María Irigoyen, especialista en Psiquiatría en el Hospital Universitario Santa María de Lérida.
Cuando se da una muerte por suicidio existen víctimas colaterales. La especialista en Psiquiatría del Hospital Universitario Santa María de Lérida
María Irigoyen y otras compañeras han publicado recientemente una carta sobre esta cuestión en
The European Journal of Psychiatry. Basándose en las conclusiones del científico Edwin S. Shneidman, la facultativa define a los
supervivientes del suicidio como aquellas
personas que se sienten emocional, social y financieramente
afectadas por el suicidio de un pariente cercano.
Aunque el experto estimó que hay seis supervivientes por cada suicidio, Irigoyen explica que hay estudios que revelan que
la cifra varía en función de la relación y la edad de los fallecidos. Entre estas 'víctimas colaterales'
se incluye a los sanitarios que trataron a las personas que fallecieron. “Los médicos también son supervivientes del suicidio de un paciente nuestro. Es evidente que el recuento de supervivientes por cada uno está infranotificado. Sin duda somos supervivientes de ese evento traumático y doloroso”, explica.
Los sanitarios no solo pueden ser supervivientes, sino que también pueden ser un
eslabón clave para el resto de supervivientes del suicidio. Irigoyen, que también es miembro de la Comisión Nacional de la Especialidad, defiende que convendría
aprovechar el papel estratégico que puede jugar la Atención Primaria, considerando que clásicamente el médico de Familia atendía toda la familia y, por tanto, con “alta probabilidad” conocerá al fallecido por suicidio, pero a su entorno parentesco también. “Con esa proximidad, ese conocimiento del entorno y confianza es una oportunidad para identificar situaciones de duelo patológico o riesgo suicida”, esclarece.
El duelo es una reacción adaptativa, dinámica y autolimitada. Pero cuando el duelo es por un suicidio,
existe un “riesgo elevado” de que se pueda convertir en patológico con “elevada culpa, estigma, rumiación, evitación de conductas habituales, aislamiento e incluso riesgo suicida”. “Si no se aborda oportunamente,
tiene alto riesgo de cronificación”, declara.
Patologías de los supervivientes
En la elaboración del duelo por el suicidio intervienen algunas circunstancias que lo determinan: “Aparece la clínica depresiva, ansiosa, insomnio, funcionamiento social más deficiente, pero singularmente el
trastorno de estrés postraumático”. Este cuadro
es más habitual en aquellos supervivientes que
hallaron el cuerpo del suicida o que tuvieron que identificarlo. Este trastorno se caracteriza por una elevada rumiación y flashback que reiteran el evento. Estas personas, detalla, presentan tasa de depresión más elevada de por vida, pensamientos de culpa, peor funcionalidad laboral y peor ajuste social. Además, paradójicamente, tienen “un mayor riesgo de presentar ideación suicida o incluso de realizar un intento de suicidio”.
El estigma que supone el suicidio
complica más la situación para los supervivientes, por lo que Irigoyen resalta la importancia de realizar un manejo cuidadoso del suicidio para fomentar la sensibilización y la prevención, pero “con cuidado de no lesionar a los supervivientes”. “Cuando una persona ha fallecido en estas circunstancias, lo único que queda por hacer por esa persona es cuidar de sus allegados”, concreta.
“Cuando una persona ha fallecido por suicidio, lo único que queda por hacer por él es cuidar de sus allegados”
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La doctora detalla que
el impacto del fallecimiento
varía en función de los rangos de edad. De esta manera, cuanto más joven es la persona muerta, mayor es el impacto. “Un estudio de Alan Berman de 2011 cuantificó que tras el suicidio de un menor se podían contabilizar al menos 80 supervivientes”, detalla. Por el contrario, el suicidio de una persona más mayor, tiene un impacto “más relativo”, pese al dolor que provoca. Por otra parte, en las primeras etapas de la vida, la infancia y la adolescencia, el impacto del suicidio de una persona cercana resulta más laborioso de gestionar que incluso otras muertes también traumáticas.
Las herramientas de ayuda actuales
Estos supervivientes pueden contar con grupos de apoyo y asesoramiento, herramientas que la especialista considera muy relevantes porque permite crear un ambiente de confianza y desestigmatizantepara ellos. Entre los existentes, destaca
DSAS (Después del Suicidio Asociación de Supervivientes), pues se ha convertido en “
un referente nacional en apoyo y cuidado de supervivientes”. Su trabajo ha servido de modelo para replicar en otras comunidades autónomas, según desarrolla y cuenta con grupos de apoyo y asesoramiento que son “extraordinariamente importantes” sobre todo en los momentos iniciales de duelo.
Sobre el papel de las instituciones, Irigoyen defiende que todos los agentes de la sociedad deben estar informados sobre el riesgo de estas personas para “ser capaces de realizar un acompañamiento noble y honesto y habilitar la ayuda sanitaria de modo precoz y efectivo al menor síntoma de riesgo suicida o duelo patológico”.
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