Guillermo Negueruela, endocrino en el Hospital Universitario del Vinalopó.
6 may. 2021 12:20H
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La pandemia de Covid-19 ha provocado que se diagnostiquen más casos de trastornos de alimentación en adolescentes y un peor control de la comida por culpa de la ansiedad en los adultos. Así lo han determinado distintos profesionales del grupo sanitario Ribera, estos alertan del aumento de casos de trastornos en la alimentación en adolescentes y de patrones de alimentación disfuncionales en adultos, como consecuencia de la crisis sanitaria actual.
En concreto, la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de Torrejón (HUT), gestionado por este grupo sanitario, ha detectado un “aumento importante” de trastornos de la conducta alimentaria, sobre todo a partir del último trimestre de 2020 y que tienen su origen en el inicio de la crisis sanitaria o en los meses posteriores. “En la consulta de Psiquiatría infanto-juvenil hemos visto un incremento de casos preocupante, con muchos pacientes que llegan en un peso muy bajo, y que sitúan el inicio del trastorno en los primeros momentos del confinamiento”, explica la psiquiatra infanto-juvenil del HUT, Sara Antón.
Antón asegura que, en general, “se trata de pacientes más jóvenes, con una edad media de 13 años, al inicio de la adolescencia” y le llama la atención “un mayor número de varones afectados, en relación al aumento total de casos”. “Generalmente se trata de pacientes con sobrepeso, más o menos acusado, que han anticipado que iban a engordar durante el confinamiento y se encuentran en una fase inicial de la adolescencia, en la que son más conscientes de su cuerpo y se preocupan mucho por su imagen personal”.
Por lo que respecta a los adultos, endocrinos del grupo sanitario Ribera coinciden en que la pandemia ha propiciado hábitos de alimentación erróneos y un peor control de la ansiedad en la ingesta de alimentos.
Descuidar la alimentación en la pandemia
Ruth Boente, endocrino del Hospital Ribera Povisa, asegura que “en general durante la pandemia, los pacientes con sobrepeso u obesidad descuidan más sus hábitos de alimentación y sobre todo el ejercicio, y lo atribuyen al miedo unos y al aburrimiento otros”. Sin embargo, explica que también tiene casos que han aprovechado para cuidarse más. “La sensación es que los pacientes psicológicamente más fuertes y optimistas ven y aprovechan la parte positiva de la pandemia”, añade.
Para su compañero Guillermo Negueruela, endocrino en el Hospital Universitario del Vinalopó, la pandemia “ha hecho aumentar la frecuencia de los patrones de alimentación disfuncionales”. “A los pacientes les está costando más controlar la comida entre horas o picoteos, así como la ansiedad por la ingesta de comida, y falta motivación para comer bien y cuidarse”, asegura este especialista, que divide en dos grandes perfiles a estos pacientes: los grandes comedores, que aseguran que no se sacian fácilmente; y los picoteadores, que comen muy rápido y a deshora. Recuerda Negueruela que este problema se suma al que ya teníamos antes del Covid: “El 50 por ciento de la población tiene sobrepeso u obesidad”.
Los trastornos de alimentación más habituales detectados estos últimos meses en niños y adolescentes son trastornos de alimentación restrictivos, aunque con el tiempo, según explica Antón, “pueden complicarse, presentando características bulímicas”. “Conductas que inicialmente se percibe en la familia como algo positivo, relacionado con el autocuidado, progresivamente se va transformando en un trastorno”, añade. Por eso recomienda estar muy pendiente de “cualquier cambio importante en los hábitos de alimentación y ejercicio, si el adolescente muestra una preocupación excesiva por la imagen corporal o si se pesa muchas veces”.
Señales de alerta de trastornos de alimentación
En ese cuidado “a veces excesivo de la imagen”, explican, tienen un protagonismo especial las redes sociales. Nuria Lázaro, enfermera especialista en Salud Mental y coordinadora del Programa de Trastorno de Alimentación del HUT asegura que “están cada vez más de moda las páginas que hablan de alimentación y nutrición, que pueden ser un arma de doble filo cuando sus mensajes se convierten en pensamiento nuclear, y determinan la conducta”.
Para Ruth Boente, endocrino del Hospital Ribera Povisa, “tenemos que trabajar para que nuestros adolescentes y jóvenes sean capaces de realizar una alimentación variada, que no eviten o rechacen ciertos grupos de alimentos, ni comer acompañados”. ”Una pérdida de peso inesperada junto con lo anterior debe alertarnos sobre un posible trastorno de la alimentación”, asegura. Además, recuerda que “es importante asegurar que nuestros mayores tengan una dieta diversa, ya que con frecuencia la van haciendo más monótona”. “Con la edad es frecuente la pérdida de gusto, olfato y apetito, los problemas de masticación y debemos ofrecer variedad de alimentos, con presentación atractiva y enriquecer los platos con frutos secos molidos o leche en polvo”.
Negueruela, especialista en Endocrinología del Hospital Universitario del Vinalopó, recomienda “incorporar el ejercicio físico diario, la dieta mediterránea, tener una vida activa, cultivar el apoyo familiar y las relaciones sociales a pesar de la pandemia”. Y sobre todo, no descuidar la educación sobre la salud entre los niños y adolescentes.
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