El equipo del CNIO responsable de la investigación.
Investigadores de la Unidad de
Investigación Clínica de
Tumores Hematológicos del centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (
CNIO) han desarrollado una metodología que identifica a las
células tumorales de la
leucemia mieloide aguda indetectables por otros métodos y permite, de esta manera, pronosticar con alta fiabilidad el riesgo de recaída.
El método, presentado en la revista
Haematologica, se basa en técnicas de
secuenciación masiva que leen el
ADN de las células en la muestra del paciente en busca de
mutaciones que delatan presencia de enfermedad.
No obstante, para que la secuenciación masiva proporcione información precisa, los investigadores deben determinar primero con el máximo rigor la manera en qué se debe aplicar la técnica.
El método ha conseguido una sensibilidad de cuantificación de una célula tumoral entre 100.000 sanas
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La optimización de la técnica pasa por un correcto diseño de los
primers, el ajuste de las condiciones de la PCR, la generación de librerías o el dintel específico del número de lecturas que amplifica el secuenciador.
Enfermedad mínima residual
Un 60 por ciento de pacientes con leucemia mieloide aguda, tras un primer tratamiento en apariencia exitoso, sufren una
recaída en la enfermedad. “En estos pacientes es crítico hacer un seguimiento estrecho de la evolución de la enfermedad, para detectarla en niveles mínimos y poder tratarla más exitosamente”, ha indicado la autora primera del trabajo, Esther Onecha.
“Este método predice mejor que la
citometría de flujo y los métodos moleculares clásicos aquellos casos con alto riesgo de recaída de la enfermedad. Y en este trabajo se ha conseguido una
sensibilidad de cuantificación de hasta 1 célula tumoral entre 100.000 sanas, aspecto completamente novedosos en el uso de las técnicas de secuenciación masiva”.
Ya existen métodos para detectar la denominada enfermedad mínima residual, el remanente de células tumorales que pueden resistir en el organismo tras el tratamiento. Pero, o bien
no son lo bastante sensibles, ya que muchos pacientes en los que no se detecta enfermedad residual vuelven a recaer, o bien no son tan específicas en cuanto a la detección de la célula tumoral en concreto.
Adaptar la técnica a las mutaciones conocidas
La nueva metodología se ha validado clínicamente mediante el
seguimiento de cuatro marcadores moleculares comúnmente mutados en la leucemia mieloide aguda, que cubren en conjunto más del 40 por ciento de los pacientes.
Los investigadores hicieron más de un centenar de pruebas en 63 pacientes y, en efecto, consiguieron detectar enfermedad mínima residual con especificidades y sensibilidades superiores a las demás técnicas de uso actual.
El siguiente objetivo es adaptar la técnica al resto de mutaciones conocidas en leucemia mieloide aguda, que involucran
más de una treintena de genes, de forma que pueda ser de utilidad para la gran mayoría de estos pacientes que tienen un seguimiento molecular.
La nueva metodología es aplicaba a marcadores moleculars de otros tipos de cáncer
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No obstante, el protocolo ya está desarrollado y precisará de muy pocas modificaciones, así que “el trabajo más arduo ya está hecho”, ha indicado, por su parte, el coordinador de la investigación, Miguel Gallardo.
"Hito metodológico"
La nueva metodología es aplicable, además, a marcadores moleculares de otros tipos de cáncer, por lo que Gallardo ha valorado que el trabajo es “un hito metodológico con una gran potencialidad, que
esperamos que sea adoptado por otros laboratorios”.
“Es importante recalcar la colaboración entre los hospitales e investigadores que han estado implicados, que, en este caso, han sido más de 10 y/o centros de investigación involucrados para que este proyecto saliese adelante y su colaboración ha sido crítica para el éxito de este trabajo”, ha asegurado el jefe de la Unidad de Investigación Clínica de Tumores Hematológicos del CNIO, Joaquín Martínez-López.
Han participado en este estudio los hospitales
12 de Octubre en Madrid, el Hospital de la
Santa Creu i Sant Pau en Barcelona y el
Hospital La Fe de Valencia, entre otros. El trabajo ha sido financiado por el Instituto de Salud Carlos III, la Fundación CRIS Contra el Cáncer y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
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