Garbiñe Lizeaga (izquierda) y María Antonia Mangues.
Si la
certificación de un profesional sanitario es un proceso totalmente definido, la garantía de que sus conocimientos siguen actualizados a lo largo del tiempo está todavía por concretar.
Mientras que el proceso de recertificación –que es un imperativo legal– incluye una serie de aspectos bien delimitados (a nivel deontológico y de aptitudes físico-psíquicas, principalmente), el nivel y profundidad de los conocimientos probados implica un debate sobre el espíritu de esta exigencia: ¿se trata de
mantener una línea de base competencial actualizada o, por el contrario, demostrar un conocimiento profundo del área concreta donde la persona se desempeña?
En opinión de
Irene Mangues, jefe de Sección de Farmacia Hospitalaria del
Arnau de Vilanova y certificada en Farmacia Oncológica, habrá que encontrar el equilibrio entre conocimientos básicos que todo farmacéutico debe tener y lo necesario para ejercer su área de especialización a un nivel de excelencia.
Irene Mangues explica qué se necesita para recertificarse.
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"Hay que encontrar el punto óptimo y va a ser un proceso complejo", ha admitido durante su intervención en el
VI Encuentro Global de Farmacia Hospitalaria, organizado por
Redacción Médica y auspiciado por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (
SEFH), que se celebra este jueves y viernes de forma virtual y cuenta con el patrocinio de Akcea, Alexion y MSD.
Para Mangues es básico que esta recertificación (exigida por una directiva europea) siga un
camino paralelo a las certificaciones BPS implantadas en EEUU, donde el farmacéutico elige un camino y tiene que reevaluar su desempeño cada siete años.
La SEFH dispone de un
programa de desarrollo profesional continuo, con más de 20 cursos desde 2014, que ha expedido 13.000 certificados. Grupos de trabajo como el de Farmacia Oncológica (Gedefo) han establecido también unas directrices para esta evaluación periódica.
Recertificación voluntaria e incentivos
Las administraciones sanitarias y los hospitales tienen sistemas para comprobar que sus profesionales tienen actualizadas sus competencias a lo largo del tiempo a través de
cursos y autoevaluaciones, entre otras cosas, si bien es necesario homogeneizar el sistema por el cual un farmacéutico se reacredita.
Otra cuestión es esta recertificación ligada a una especialización "tiene que servir para acceder a plazas en el Sistema Nacional de Salud". Al ser algo voluntario (de momento) tiene que estar ligado a incentivos para conseguir esa "altísima calidad" buscada.
María Antonia Mangues (izquierda) y Garbiñe Lizeaga, facultativa del Hospital de Donostia.
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