La mayoría de las interacciones se produce entre los fármacos de soporte.
La
prevalencia pacientes ingresados por
cáncer que presentan
interacciones farmacológicas clínicamente relevantes es del 26,1 por ciento. Así lo describe un estudio publicado en la revista
Farmacia Hospitalaria (la publicación oficial de la
Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, SEFH) que analiza las interacciones detectadas en el
Virgen de la Arrixaca (Murcia) durante un mes.
Fueron 1.850 las interacciones detectadas, en 218 tratamientos. La prevalencia de tratamientos con interacción de nivel C (que aconseja un seguimiento) fue del 94,1 por ciento. La presencia de interacciones que aconsejaban una modificación del tratamiento o estaban claramente contraindicadas (niveles D y X) fue del 26,1 por ciento.
Los
hospitales tienen especial cuidado con los pacientes
oncohematológicos pues reciben
antineoplásicos asociados con tratamientos de soporte, así como otros fármacos para tratar síndromes relacionados con el tratamiento. Además, los medicamentos que reciben suelen tener un estrecho margen terapéutico.
El trabajo, liderado por la farmacéutica María Sacramento Díaz Carrasco, indica que la mayoría de interacciones detectadas se produjeron entre
fármacos de soporte y los destinados al tratamiento de comorbilidades, principalmente
hipertensión arterial y diabetes.
Los antineoplásicos no son los protagonistas
Los fármacos más involucrados en interacciones son los
analgésicos opioides, seguidos por antipsicóticos (butirofenonas), benzodiacepinas, pirazolonas, glucocorticoides y heparinas. Las interacciones con antineoplásicos fueron mínimas, principalmente con paclitaxel o del metamizol con varios medicamentos.
Las interacciones más frecuentes del nivel X, que aconsejan evitar esa mezcla, fueron las de
haloperidol con bromuro de tiotropio y domperidona, ipratropio asociado a butilescopolamina o dexclorfeniramina o linezolida asociado a morfina. La interacción más frecuente de todas fue, sin embargo, la de enoxaparina con metamizol magnésico, perteneciente al nivel C.
“Los resultados del estudio ahondan en la dificultad para valorar las interacciones farmacéuticas en la práctica clínica, en cuanto a gravedad potencial y repercusión en la terapia, así como en la necesidad de usar y comparar distintas bases de datos para la toma de decisiones”, concluye el trabajo.
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