MADRID, 1 (EUROPA PRESS)
Se sabe que el medicamento contra la malaria, la hidroxicloroquina, que se ha promovido como un posible tratamiento para el Covid-19, tiene efectos potencialmente graves en el ritmo cardíaco. Ahora, un equipo de investigadores ha utilizado un sistema de mapeo óptico para observar exactamente cómo el fármaco crea serias alteraciones en las señales eléctricas que gobiernan los latidos del corazón.
La investigación, publicada en la revista 'Heart Rhythm', encontró que el fármaco hace "sorprendentemente fácil" desencadenar preocupantes arritmias en dos tipos de corazones de animales al alterar el tiempo de las ondas eléctricas que controlan los latidos del corazón. Si bien los hallazgos de los estudios en animales no necesariamente pueden generalizarse a los humanos, los videos creados por el equipo de investigación muestran claramente cómo el fármaco puede causar que las señales eléctricas cardíacas se vuelvan disfuncionales.
"Hemos ilustrado experimentalmente cómo el fármaco cambia realmente las ondas en el corazón, y cómo eso puede iniciar una arritmia. Lo hemos demostrado con el mapeo óptico, que nos permite ver exactamente cómo cambia la forma de onda. Esto nos da una demostración visual de cómo la droga puede alterar la propagación de la onda en el corazón", explica Flavio Fenton, profesor de la Escuela de Física del Instituto de Tecnología de Georgia y autor correspondiente del trabajo.
Lo que el equipo vio fue una elongación de la onda T, una porción del ciclo cardíaco durante el cual los voltajes normalmente se disipan en preparación para el siguiente latido. Al extender la porción QT de un ciclo de onda, el fármaco prepara el terreno para las alteraciones en la siguiente onda, creando potencialmente una arritmia. Tales perturbaciones pueden pasar a la fibrilación que interfiere con la capacidad de bombeo del corazón.
La capacidad de desencadenar fácilmente perturbaciones conocidas como "QT largo" refuerza las precauciones sobre el uso de hidroxicloroquina (HCQ) en los seres humanos, particularmente en aquellos que pueden tener daño cardíaco por el COVID-19, advierte Shahriar Iravanian, coautor del artículo y cardiólogo de la División de Cardiología, Sección de Electrofisiología, en el Hospital Universitario Emory.
"Los corazones utilizados en el estudio son pequeños y muy resistentes a esta forma de arritmia. Si no hubiéramos visto ninguna arritmia inducida por el HCQ en este modelo, los resultados no habrían sido tranquilizadores. Sin embargo, en realidad, observamos que el HCQ inducía fácilmente arritmia en esos corazones. Este hallazgo es muy preocupante y, en combinación con los informes clínicos de muerte súbita y arritmia en pacientes de Covid-19 que toman HCQ, sugiere que el fármaco debe considerarse como una medicación potencialmente dañina y que su uso en pacientes de Covid-19 debe restringirse a los entornos de los ensayos clínicos", argumenta Iravanian.
Los investigadores administraron HCQ a los corazones de los animales, uno de un conejillo de indias y otro de un conejo, mientras cuantificaba los patrones de onda que cambiaban a través de los corazones utilizando un sistema de mapeo óptico de alta potencia basado en LED. Tintes fluorescentes sensibles al voltaje hicieron visibles las ondas eléctricas mientras se movían a través de la superficie de los corazones.
"El efecto de la arritmia y el QT largo era bastante obvio. El HCQ desplaza las longitudes de onda a valores mayores, y cuando cuantificamos la dispersión de la corriente eléctrica en partes del corazón, vimos la extensión del voltaje a través del tejido. El cambio fue muy dramático comparando las formas de onda en el corazón con y sin el HCQ", argumenta Uzelac.
La concentración de fármaco usada en el estudio estaba en el extremo superior de lo que se recomienda para los humanos. El HCQ normalmente toma unos pocos días en acumularse en el cuerpo, así que los investigadores usaron una dosis inicial más alta para simular el efecto de la droga a lo largo del tiempo.
En un latido cardíaco normal, se genera una onda eléctrica en células especializadas de la aurícula derecha del corazón. La onda se propaga por toda la aurícula y luego a los ventrículos. A medida que la onda se mueve a través del corazón, el potencial eléctrico creado hace que se liberen iones de calcio, lo que estimula la contracción del músculo cardíaco en un patrón coordinado.
Los medicamentos como el HCQ modifican las propiedades de estos canales de iones e inhiben el flujo de las corrientes de potasio, lo que prolonga la duración de las ondas eléctricas y crea variaciones espaciales en sus propiedades. En última instancia, esto puede llevar al desarrollo de ritmos cardíacos peligrosamente rápidos y disfuncionales.