MADRID, 29 (EUROPA PRESS)
Un grupo internacional de investigadores ha demostrado que no hay cantidad segura de alcohol durante el embarazo. En su trabajo, evidenciaron que los adolescentes que estuvieron expuestos al alcohol mientras estaban en el útero mostraron conexiones cerebrales alteradas que eran consistentes con un desempeño cognitivo deficiente.
Sus hallazgos, publicados en la revista 'Chaos', fueron alcanzados midiendo las respuestas de una técnica de imagenología cerebral llamada magnetoencefalografía (MEG) y luego analizándolas con herramientas desarrolladas usando la teoría del caos. Así, estos científicos han dado uno de los primeros pasos importantes para encontrar los cambios biológicos en el cerebro que impulsan el trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF).
El TEAF es una de las principales causas de discapacidad intelectual en todo el mundo y está relacionado con una amplia gama de problemas neurológicos, incluido el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH9. Aunque la teoría predominante vincula el consumo de alcohol de las mujeres embarazadas con las deficiencias cognitivas de los niños, persisten dudas sobre el alcance de este efecto. A pesar de la relación conocida, los investigadores no están seguros sobre el mecanismo preciso por el cual el alcohol altera el cerebro en desarrollo.
Para llegar al meollo del problema, los miembros del equipo desarrollaron una sofisticada técnica informática llamada Cortical Start Spatio-Temporal multidipole analysis, que podía identificar qué áreas del cerebro estaban activas cuando los sujetos de investigación estaban en la máquina MEG. Después de que se recolectaron datos de 19 pacientes con TEAF y 21 sujetos sin TEAF, el enfoque computacional reveló varias áreas del cerebro que mostraron una conectividad deficiente entre el grupo con TEAF.
Los sujetos que estuvieron expuestos al alcohol en el útero fueron más propensos a tener problemas con las conexiones a través de su cuerpo calloso, la banda de tejido cerebral que conecta las mitades izquierda y derecha del cerebro. Se han reportado déficits en esta área en personas con esquizofrenia, esclerosis múltiple, autismo, depresión y anomalías en la sensibilidad.