MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
En los últimos años, cada vez más gente joven presenta factores de riesgo cardiovascular que antes se asociaban únicamente a personas de mayor edad, algo en lo que influye directamente el estilo de vida actual, según sugiere un estudio recientemente publicado por Pedro L. Valenzuela y Adrián Castillo García, investigadores de la Universidad de Alcalá, junto a investigadores de la Universidad Europea de Madrid y la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
El documento, publicado en la 'Revista Española de Cardiología del Deporte', ha analizado los reconocimientos médicos de casi 80.000 jóvenes españoles de entre 18 y 30 años. Los resultados mostraron que, pese a su corta edad, un 18 por ciento ya presentaba algún factor de riesgo cardiovascular -incluyendo pre hipertensión o hipertensión, prediabetes o diabetes, o hipercolesterolemia-.
Además, se hizo un breve seguimiento de entre 2 y 5 años a cerca de 45.000 jóvenes que no tenían riesgo cardiovascular al comienzo del estudio y, durante ese periodo, un 2 por ciento adicional desarrolló algún factor de riesgo cardiovascular.
EL ESTILO DE VIDA, EL GRAN DETONANTE
Los investigadores apuntan que, cuando se habla de patología cardiovascular, se debe poner el foco en el estilo de vida. Así, aseguran que, aunque es cierto que algunos factores como los genéticos o los relacionados con del ambiente (por ejemplo, los niveles de contaminación) ejercen cierta influencia, el estilo de vida es "el pilar fundamental" sobre el que se erige la salud cardiovascular.
En este sentido, destacan que las tasas de inactividad física, sobrepeso, y otros factores de estilo de vida poco saludables están aumentando "sin límites", también entre los jóvenes. Por ejemplo, en Estados Unidos la prevalencia de obesidad entre los jóvenes ha aumentado en la última década de un 32 a un 41 por ciento.
Estos datos no se limitan solo a este país; en el estudio realizado en 80.000 jóvenes españoles, se observa que solo la mitad cumplía las recomendaciones de actividad física, y un 40 por ciento tenía sobrepeso u obesidad, con menos de 30 años.
Además, menos de un 4 por ciento podía considerarse que tuviese un estilo de vida 'óptimo', es decir, que cumpliese todos los factores (físicamente activo, normopeso -peso óptimo para la salud-, no fumador, consumo de menos de una bebida alcohólica al día, y dormir entre 6 y 9 horas con una buena calidad del sueño).
Los factores de estilo de vida mencionados mostraron tener una alta asociación con la presencia y desarrollo de factores de riesgo cardiovascular. Así, los que cumplían con un estilo de vida totalmente óptimo tenían un 38 por ciento menos riesgo de desarrollar factores de riesgo cardiovascular en los años posteriores, estando esta asociación principalmente mediada por la influencia del índice de masa corporal.
De hecho, al tener en cuenta todos los factores de estilo de vida en conjunto, tener normopeso reducía el riesgo cardiovascular a corto plazo en un 39 por ciento, mientras que ser físicamente activo lo hacía en un 5 por ciento.
Por el contrario, una vez se tenían en cuenta los otros factores de estilo de vida, hábitos como dormir poco no parecían tener una influencia significativa, al menos a corto plazo y en esta población.
OBESIDAD E INACTIVIDAD FÍSICA ENTRE LOS JÓVENES
Actualmente, los expertos aseguran que se vive "una pandemia de obesidad e inactividad física" que está presente desde las edades más tempranas. Esta tendencia, apuntan, ha favorecido que factores de riesgo cardiovascular que antes se asociaban a personas mayores (como la hipertensión o la diabetes) afecten cada vez a más jóvenes, lo cual puede tener "consecuencias dramáticas" para la salud a corto y largo plazo.
"De todos los factores de estilo de vida que analizamos, como eran fumar, beber, dormir mal, e inactividad física, el que más aumentaba el riesgo cardiovascular era tener sobrepeso u obesidad. La actividad física es beneficiosa por sí sola también, pero sobre todo es beneficiosa si consigues mantener un peso corporal estable", ha destacado Valenzuela.
Por todo ello, los autores afirman que estos resultados ponen de manifiesto la importancia de implementar buenas estrategias de prevención tanto a nivel individual como comunitario y desde la más corta edad, con el fin de evitar el desarrollo de patologías y, "en definitiva, salvar vidas".