MADRID, 29 (EUROPA PRESS)
Los problemas del sueño en pacientes con trastorno del espectro autista pueden estar relacionados con una mutación en el gen SHANK3 que, a su vez, regula los genes del ciclo de 24 horas, día y noche, según han evidenciado investigadores estadounidenses en un estudio publicado en la revista 'eLife'.
En concreto, el trabajo ha mostrado que las personas a las que les faltaba el gen SHANK3 y los ratones que carecían de parte del gen tenían dificultades para quedarse dormidos. Los expertos tomaron un enfoque de varios pasos para su estudio: primero, analizaron los datos del sueño de pacientes con síndrome de Phelan-McDermid (PMS), un trastorno genético que a menudo va de la mano con el autismo y que se cree que está relacionado con el gen SHANK3.
De esta forma, los investigadores encontraron que los pacientes con síndrome premenstrual que están perdiendo el gen SHANK3 tienen problemas para quedarse dormidos y se despiertan varias veces durante la noche, a partir de los cinco años. "Muchos niños con el síndrome de Phelan-McDermid duermen menos de seis horas por noche y su sueño es realmente malo durante toda su vida, por lo que es una fuente continua de dificultades para ellos", han comentado los expertos.
Posteriormente, estudiaron el sueño en un modelo de ratón de PMS al que le falta una parte del gen Shank3, así como en ratones de control de tipo salvaje. Cuando se mantuvieron en un ciclo de luz-oscuridad de 12 horas cada uno y se les permitió dormir normalmente, los ratones con la mutación Shank3 pasaron más tiempo despiertos al final del período oscuro y la calidad de su sueño profundo se redujo.
En un experimento de privación de sueño posterior, todos los ratones se mantuvieron despiertos durante las primeras cinco horas de su fase de sueño principal. "Lo que descubrimos es que los ratones mutantes Shank3 pudieron aumentar la necesidad de dormir en la misma medida que los ratones de tipo salvaje, lo que nos dice que tenían sueño. Pero en realidad les tomó el doble de tiempo quedarse dormido", han dicho los expertos.
Asimismo, un análisis de la expresión génica de estos ratones mostró una actividad disminuida en un grupo de genes relacionados con el reloj circadiano del cuerpo, lo que ayuda a mantener un ritmo día/noche de 24 horas. El equipo también descubrió que la cantidad de genes que no se activaban correctamente era el doble en ratones mutantes privados de sueño.
Esto sugiere que la privación del sueño exagera las diferencias genéticas entre los mutantes Shank3 y los ratones de tipo salvaje, lo que puede traducirse en un empeoramiento de los síntomas en las personas que tienen afecciones asociadas a las mutaciones SHANK3, como el síndrome premenstrual y el autismo.
El experimento final examinó cómo los cambios en los genes del reloj circadiano afectaban los patrones de actividad diaria en ratones mutantes Shank3, comprobando que la disminución en la actividad del gen del reloj circadiano no cambiaba el ritmo de los ritmos diarios de actividad de descanso en los ratones, pero los hacía menos activos.