MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
Las madres con depresión que dan el pecho a sus hijos mejoran el estado de ánimo, la neuroprotección y el contacto de forma mutua, según un estudio de la Facultad de Ciencias Charles E. Schmidt de la Universidad Atlántica de Florida (UAF), en Estados Unidos, que buscaba profundizar en el vínculo de estas mujeres con sus hijos.
Concretamente, 1 de cada 9 madres sufre depresión materna, lo que puede afectar al vínculo materno-infantil y al desarrollo del bebé. Si bien es cierto que el tacto desempeña un papel importante en el desarrollo socioemocional del bebé, las madres deprimidas son menos propensas a proporcionar caricias tranquilizadoras a sus bebés, les resulta más difícil detectar cambios en las expresiones faciales y suelen tener más problemas para regular sus propias emociones.
Además, los bebés de mujeres deprimidas presentan patrones de funcionamiento cerebral similares a los de sus madres, que también están relacionados con las características del humor, por lo que corren un alto riesgo de tener una interacción social atípica y potencialmente desregulada.
Así las cosas, el estudio examinó la relación madre-hijo en desarrollo, estudiando el método de alimentación (lactancia materna frente a alimentación con biberón) y los patrones de contacto afectivo en parejas madre-hijo deprimidas y no deprimidas. Al mismo tiempo, analizaron la actividad del electroencefalograma (EEG) del bebé durante el desarrollo. El tacto afectuoso se codificó durante el contexto de la alimentación de la madre y el bebé, e incluyó caricias, masajes y caricias iniciadas por la madre o el bebé.
Precisamente, los investigadores evaluaron a 113 madres y a sus bebés y valoraron los síntomas depresivos maternos, la alimentación y el humor y el estado de ánimo, entre otros valores. Recogieron los patrones de EEG (asimetría y actividad izquierda y derecha) de los bebés a los 1 y 3 meses de edad y grabaron en vídeo a las parejas madre-bebé durante la alimentación para evaluar los patrones de contacto afectivo tanto de la madre como del bebé.
Se centraron específicamente en las alteraciones de los patrones de activación del EEG en los bebés a lo largo del desarrollo para determinar si la alimentación y la depresión materna están relacionadas de forma interactiva con los cambios en la asimetría y la potencia del EEG frontal en reposo.
Los datos de la actividad del EEG, publicados en la revista 'Neuropsychobiology', revelaron que el contacto afectivo entre la madre y el bebé difería en función del estado de ánimo y del método de alimentación, lo que afectaba a los resultados de los bebés de madres deprimidas en comparación con los de madres no deprimidas.
MENOS CONTACTO AFECTIVO DE LOS BEBÉS DEL GRUPO DEPRIMIDO Y ALIMENTADO CON BIBERÓN
En este sentido, los autores del estudio observaron una reducción del contacto afectivo de los bebés del grupo deprimido y alimentado con biberón. El tacto afectivo de las madres y los bebés varió según la depresión que interactuaba con el tipo de alimentación, y la lactancia materna tuvo un efecto positivo tanto en el tacto afectivo materno como en el infantil. Por otro lado, los bebés de las madres deprimidas y los alimentados con leche materna no mostraron ninguna desregulación del comportamiento ni del desarrollo cerebral.
"Nos centramos en los patrones de contacto afectuoso entre la madre y el bebé durante la alimentación en nuestro estudio porque el tacto es una forma de interacción mutua establecida en la primera infancia, que se utiliza para comunicar las necesidades, calmar y reducir las respuestas al estrés, y porque las madres y los bebés pasan una cantidad significativa de tiempo alimentándose a lo largo de los tres primeros meses después del parto", ha explicado la autora principal, profesora asociada y directora del Laboratorio de Emociones WAVES de la FAU en el Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Charles E. Schmidt, Nancy Aaron Jones.
"Dado que la experiencia con el estado de ánimo y la alimentación de la madre impregnan el entorno temprano del bebé, decidimos examinar cómo estos factores interactúan para afectar al contacto afectivo entre la madre y el bebé, centrándonos minuciosamente en los papeles clave de la variación individual en el carácter y los patrones de activación del EEG", ha expresado.
Los patrones de asimetría en ciertas poblaciones de bebés, como los de las madres deprimidas, difieren de los habituales en bebés y niños de desarrollo típico. Mientras que la asimetría del EEG mide el equilibrio de la actividad de los hemisferios derecho e izquierdo, los bebés de madres deprimidas presentan patrones de asimetría frontal derecha, debido en parte a la hipoactivación del hemisferio izquierdo dentro de la región frontal. Este patrón de activación cerebral (mayor asimetría derecha) es similar al observado en los adultos deprimidos, y se cree que representa un mayor afecto negativo, así como tendencias motoras de retraimiento y conductas de aproximación inhibidas.
Además de los cambios en el comportamiento táctil, los niños de este estudio mostraron modelos de activación cerebral diferenciales en función de la depresión materna y el estado del grupo de alimentación. Así, los patrones del EEG de los bebés no solo se vieron afectados por el estado de depresión de su madre, sino que la experiencia de la lactancia materna estable también interactuó con el grupo de depresión para alterar los patrones del EEG a lo largo del desarrollo temprano.
Así, la asimetría frontal izquierda en los lactantes se asoció con el hecho de tener una madre no deprimida y con las experiencias de cuidado del lactante en forma de lactancia materna estable. Normalmente, la actividad de esa parte del cerebro se ha asociado con el avance de la maduración, las emociones positivas y las habilidades de procesamiento de orden superior. En particular, los patrones de EEG de los bebés de madres deprimidas mostraban una asimetría frontal derecha; sin embargo, se encontraron cambios hacia una mayor activación frontal izquierda (cambio de hiperactivación frontal izquierda) en aquellos bebés con una lactancia estable.
El análisis del estudio también reveló que la duración de la lactancia materna y las características temperamentales positivas predijeron los comportamientos cariñosos de los bebés, lo que sugiere que las experiencias tempranas de los bebés y, más ampliamente, sus procesos reguladores neuroquímicos subyacentes durante la alimentación, podrían influir en el desarrollo de su fisiología y su comportamiento, incluso para los bebés de madres deprimidas.
"En última instancia, nuestro estudio proporciona pruebas de que el cuidado sensible que se produce, incluso para las madres con depresión post-parto en el contexto de la lactancia materna más predominante, puede redirigir el riesgo neurofisiológico, temperamental y socio-emocional", concluye Aaron Jones.