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17 ago. 2020 17:30H
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MADRID, 17 (EUROPA PRESS)

Un equipo de la Universidad de Alabama en Birmingham (Estados Unidos) e investigadores polacos sugieren que el virus del COVID-19 actúa como una 'esponja' de microARN. Esta acción modula los niveles de microARN del huésped de manera que ayuda a la replicación viral y bloquea la respuesta inmune del huésped.

Esta hipótesis, publicada en la revista 'American Journal of Physiology-Lung Cellular and Molecular Physiology', resulta del análisis de la literatura actual y de un estudio bioinformático del virus COVID-19 y otros seis coronavirus.

Los microARNs humanos, o miARNs, son ARNs cortos, no codificantes, con unas 22 bases. Actúan para regular la expresión de los genes por su acoplamiento complementario con ARN mensajeros específicos de la célula. Ese emparejamiento silencia el ARN mensajero, evitando que se traduzca en una proteína. Por lo tanto, los miARNs son un controlador afinado del metabolismo celular o de la respuesta de la célula al estrés y a los desafíos adversos, como la infección por un virus.

Los miARNs son solo alrededor del 0,01 por ciento del total del ARN celular y tisular humano, mientras que el ARN viral replicante de un virus como el virus COVID-19 puede alcanzar el 50 por ciento del total del ARN celular. Por lo tanto, los investigadores dicen que si el virus COVID-19 tiene sitios de unión para miARNs específicos, y estos sitios son diferentes de los sitios de unión para miARNs que se encuentran en los coronavirus que causan resfriados, el virus COVID-19, que es más patógeno, podría esponjar selectivamente ciertos miARNs para desregular la célula de manera que la convierta en un coronavirus humano peligroso.

La idea de la esponja no es nueva. Se ha demostrado que las esponjas de ARN virales son capaces de eliminar el ARNm del huésped por el virus de Epstein-Barr, y también se ha demostrado la actividad de las esponjas para los virus del herpes y la hepatitis C.

Hubo dos coronavirus humanos antes del virus COVID-19, cuyo nombre formal es SARS-CoV-2, que prefiguraron las devastadoras consecuencias del virus COVID-19. El primero fue el coronavirus respiratorio agudo severo, o virus del SARS, en 2002; el segundo fue el coronavirus del síndrome respiratorio del Medio Oriente, o virus MERS, en 2012. Ninguno de los dos tenía la alta infecciosidad del virus COVID-19; pero ambos eran peligrosos, causando 774 y 866 muertes, respectivamente.

En este estudio, los investigadores utilizaron análisis bioinformático asistido por computadora para encontrar posibles sitios de destino de miRNA para 896 secuencias de miRNA humanos maduros en siete genomas de coronavirus diferentes. Estos genomas incluían los tres coronavirus patógenos (los virus SARS, MERS y COVID-19) y cuatro coronavirus no patógenos.

Los investigadores encontraron que el número de sitios objetivo era elevado en los virus patógenos en comparación con las cepas no patógenas. Además, encontraron que los coronavirus humanos patógenos atraían conjuntos de miARNs que difieren de los coronavirus humanos no patógenos. En particular, un conjunto de 28 miARNs era único para el virus COVID-19; los virus SARS y MERS tenían sus propios conjuntos únicos de 21 y 24 miARNs, respectivamente.

Centrándose en los 28 miARNs únicos del COVID-19, los investigadores encontraron que la mayoría de estos miARNs están bien expresados en las células epiteliales bronquiales, y se ha informado de su desregulación en patologías pulmonares humanas que incluyen cánceres de pulmón, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, fibrosis quística y tuberculosis. Además, se ha propuesto que muchos de los miARNs actúen como supresores tumorales que apuntan a las vías de muerte celular programada, o apoptosis, que se supone que hacen que una célula se mate a sí misma cuando se infecta, muta o se estresa de otras maneras. La reducción de esos miARNs se ha asociado con un mal pronóstico del cáncer.

"Por lo tanto, el virus COVID-19, por su potencial reducción del conjunto de miRNA del huésped, puede promover la supervivencia de la célula infectada y por lo tanto la continuidad de su ciclo de replicación", explican los investigadores.

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