Una médico extiende una receta a una paciente en consulta.
En muchas ocasiones, el éxito o el fracaso de determinadas
campañas publicitarias sanitarias depende de lo entendible que sea su mensaje. Para ello, se tiene que adaptar plenamente a la población a la que va dirigido, ya que de lo contrario, no calará en el receptor.
Esta es la conclusión a la que ha llegado
Catalina Calderwood, responsable del servicio médico escocés, quien ha admitido que en muchas ocasiones, sus campañas fracasan porque no están adaptadas a la población a la que se dirige. Así lo recogía un
artículo publicado en The Times, donde explicaba que tras pedir un estudio sobre fortalezas y debilidades del Sistema de Salud Británico (NHS), contrastó que
los mensajes de los folletos se entendían fácilmente entre las madres jóvenes de las zonas ricas, pero tardaban semanas en ser asumidos por aquellas de las comunidades más pobres.
Una forma de atajar los problemas es pedir a los pacientes que repitan lo que se les ha explicado para ver cómo lo han entendido
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El
estudio, llevado a cabo en la región escocesa de Tayside, evidención que el 23 por ciento de los adultos en edad laboral
no fue capaz de calcular una dosis de paracetamol para un niño con las instrucciones que aparecían en el prospecto. "Las personas con menos recursos que viven en zonas más deprimidas tienen otras preocupaciones que les hacen menos capaces de recordar datos", aseguró uno de los investigadores, señalando que la interpretación y la absorción de los mensajes de salud, cara a cara o mediante folletos, es más difícil para algunas personas.
Para paliar estos datos, la teoría de Calderwood, empleada también por muchos sanitarios, es la de pedir una confirmación por parte del paciente. Es decir,
demandarles que repitan lo que se les acaba de exponer sobre la enfermedad o el tratamiento y decirles que lo expliquen tal y como ellos lo contarían en casa.
También en España
A nivel doméstico también se ha comprobado esta dificultad a la hora de comprender los mensajes sanitarios. Recientemente
se ha publicado un estudio de entidades catalanas que señala que la mayoría de pacientes mayores con insuficiencia cardiaca
no entiende la información sobre salud que se les facilita.
Todo depende de lo que se ha llamado 'alfabetización en salud', las habilidades cognitivas y sociales que determinan el
nivel de motivación y la capacidad de la persona para obtener, procesar y entender la información necesaria para tomar las decisiones apropiadas sobre la propia salud, interviniendo variables socioeconómicas y sociodemográficas.
Con estos datos en la mano, y siguiendo la teoría que muchos profesionales empiezan a poner en práctica, es
prioritario tener en cuenta el nivel de alfabetización en salud de los pacientes para poder adecuar los mensajes y realizar acciones e intervenciones en las consultas que faciliten la comprensión de la información.
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