19 may. 2014 12:49H
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Ismael Sánchez. Madrid
Las mieles del éxito se inventaron para el deleite de los vanidosos, que terminan perdiendo lo que un día creyeron suyo. No es el caso de Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), que en pleno triunfo personal y profesional, en un caso inédito de práctica unanimidad, ha podido darse un baño de multitudes en el Foro España Innova, dando besos y abrazos y diciendo obviedades. Pero no. La cabra tira al monte y Matesanz, ajeno a la inercia del vedettismo, ha preferido aprovechar la oportunidad, con toda la sanidad a sus pies, y con su proverbial gesto malhumorado hablar de peligros, de riesgos, de insolidaridad, de politiqueo, de francotiradores y de intereses desviados. Todo lo que, en truculenta consonancia, podría acabar con lo que hoy es la ONT.

Alberto Núñez Feijóo y Rafael Matesanz.

Por tanto, nada de conmemoraciones ni nuevos récords. Matesanz ha preferido mirar hacia el lado oscuro e intentar desenmascarar a los que quizá quieran desmontar su obra. Y ha señalado en primer lugar a los políticos. Aunque en líneas generales casi todos los equipos ministeriales han defendido el buen trabajo de la ONT por encima de siglas, ha habido “clamorosas excepciones” y “veleidades que no deberían repetirse”. El modelo funciona y nadie debería apropiarse su éxito. Y menos que nadie, el ministro de turno.

El riesgo político no está solo en el Gobierno central. Matesanz ha cargado con dureza contra las autonomías que banalizan la elección del coordinador de trasplantes y lo incorporan al tiovivo del reparto de cargos y puestos. “El éxito depende de las personas, y necesitamos gente que sepa qué es la ONT y qué son los trasplantes”. No hay mayor enemigo para su labor que las ocurrencias. Y, curiosamente, las mayores ocurrencias suelen originarse en la política.

Que a nadie se le ocurra por tanto, aprovechando la sintonía del momento, crear modelos autonómicos donde ahora hay un Nacional como una casa: “Nadie en solitario podrá lograr lo que estamos haciendo en equipo”. Y en verdad que la sentencia no ha sonado a amenaza sino a certeza de las buenas. Como la de que un trasplante en España es varias veces más barato que en Estados Unidos y que ningún cirujano se ha forrado gracias a su actividad trasplantadora, como decía otra leyenda urbana. De hecho, el riesgo que afronta la Organización es la escasez de profesionales: “El discreto encanto de estar disponible a las tres de la mañana se ve ahora menos claro”.

Lo más difícil: mantenerse

Total, que en la intervención de Matesanz ha habido más riesgos que oportunidades porque, en verdad, la ONT ya ha logrado llegar a la cima y ahora de lo que se trata es de lo más difícil: mantenerse.  La ocasión bien merecía una larga cambiada. Con un presentador de postín, Alberto Núñez Feijóo, que en la sanidad siempre será, de momento, el presidente ejecutivo del Insalud, un organismo del que no hay ya parangón en España en cuanto a tamaño y complejidad.

A su antiguo colaborador en la dirección de la Atención Primaria y Especializada de diez servicios de salud, ahí es nada, le definió como uno de los grandes de la sanidad pública, “que es tanto como decir uno de los grandes en los asuntos medulares de nuestro país”. Puede que la política siga sin fijarse en la sanidad, pero el dinero público no deja de hacerlo. Y Matesanz es de los mejores gestores del ideal: pocos recursos, óptimos resultados.

De entre los asistentes, en primera fila, y justo enfrente de los que también fueron sus colaboradores, el ministro José Manuel Romay, imagino que con la satisfacción de ver cómo el posibilismo que siempre defendió como ideología y como línea de trabajo ha llevado, tanto a Núñez Feijóo como al propio Matesanz, a rebasar los contornos de una sanidad, que de una u otra manera, a los dos se les ha quedado pequeña.
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