José Luis González, jefe del servicio de Psicología de la Guardia Civil.
A primeros de este mes, el
Ministerio del Interior oficializó, a través del Boletín Oficial del Estado (
BOE), la adjudicación de un contrato para que una empresa externa gestione un servicio de atención a la
salud mental de la
Guardia Civil al que los agentes podrán acudir las 24 horas de cada uno de los 365 días del año. Sin embargo, el Instituto Armado ya cuenta con un departamento específico de
Psicología desde hace más de 40 años -se creó en 1979-, algo, a priori, evidente, si se tiene en cuenta la responsabilidad que recae sobre unos profesionales que, además, se ven obligados a enfrentarse a situaciones traumáticas o de gran estrés. La estrategia de asistencia psicológica de la Benemérita se basa en tres claves: la buena selección de agentes, la prevención y la intervención, si es necesario. Sin embargo,
José Luis González, el coronel jefe del servicio, lo deja claro: “Los problemas psicológicos de un guardia civil son los mismos que los de cualquier otra persona”.
La
Ley Orgánica 2/1986, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, ya lo dice en su preámbulo: “Los funcionarios de policía […] deben tratar correcta y esmeradamente a los miembros de la comunidad, pero han de actuar con energía y decisión cuando las circunstancias lo requieran y la balanza capaz de lograr ese equilibrio […] no puede ser otra que la exigencia de una actividad de formación y perfeccionamiento permanentes […] sobre la base de una adecuada selección que garantice el
equilibrio psicológico de la persona”.
He ahí, según González, el quid de la cuestión. “Esa ley, que fue la que modernizó toda la normativa policial española para armonizarla a la de Europa y el mundo, nos obliga a elegir al personal adecuado para asegurarnos de que soporte situaciones complicadas. Lo que elegimos es un perfil de gente que traiga la resiliencia de casa, sin olvidar que, cuando vienen aquí, ya saben en qué se meten”, explica. El trabajo del servicio de Psicología del
Instituto Armado, por ende, se asemeja más al de la
Medicina del Trabajo, de acuerdo al coronel: “Somos vigilantes de la
aptitud psicofísica”.
No obstante, González suaviza la imagen que, comúnmente e influida en parte por el celuloide, se tiene de la labor habitual de los guardias civiles: “En España el trabajo policial no es como lo que habitualmente nos muestran de
Estados Unidos, donde parece que se están pegando tiros todo el rato. No es lo común aquí, así que nuestra labor puede ser más estresante que la de cualquier otro trabajador en la misma medida en la que el estrés va con cada persona”.
Salud mental en la Guardia Civil: planes preventivos
En cualquier caso, la posibilidad de intervenir en situaciones límite existe, y a la hora de involucrarse y de asumir las consecuencias es cuando cobra importancia el acierto en el trabajo previo de selección para ingresar en el cuerpo. “Cuando hay que usar las armas de fuego, el
psicólogo territorial cita a los agentes implicados, y evidentemente ninguno se alegra de haber tenido que emplearlas. Lo habitual es que no estén afectados, salvo que haya resultados muy graves. Los problemas de
salud mental de guardias civiles en esos casos son mínimos”.
González recuerda, sin embargo, circunstancias concretas que sí que han obligado al cuerpo a tomar medidas especiales. Pone el ejemplo de compañeros que se dedicaban a la investigación de pornografía infantil y que, después de tener hijos, no han sido capaces de retomar su labor.
“A esos compañeros se les atendió y se les cambió de área. Tenemos protocolos de toda clase: de
acoso laboral, de
acoso sexual, de
violencia de género, etcétera. Si algún mando o algún agente tiene cualquier problema, en cuanto se detecta se interviene en seguida: no podemos dejar que atienda al ciudadano una persona con mala salud mental”, dice el coronel, que hace hincapié en el
plan de prevención de conductas suicidas con el que cuenta el Instituto Armado desde 2005: “El gran riesgo de agentes con estos problemas es que tienen fácil acceso a un arma. Por eso, cuando se interviene, lo primero que se hace es retirársela”.
González no niega, por tanto, que hay episodios específicos de agentes con problemas mentales que es necesario atajar, pero reitera la idea inicial: “Esos problemas vienen de fuera: alguien que ingresa en el cuerpo sano pero desarrolla un
trastorno mental por circunstancias normales como separaciones, herencias, fallecimientos… Nuestros problemas son iguales que los del resto de la ciudadanía”.
Servicio psicológicos externo a la Guardia Civil: los porqués
La pregunta, por tanto, es por qué era necesario externalizar un servicio de
apoyo psicológico 24/365 a guardias civiles como el que lleva funcionando desde este mismo mes. “La iniciativa nace de las
asociaciones profesionales, que demandaban una atención que viniera de fuera de la propia institución para, así, evitar que haya guardias que no se atrevan a contarnos esos problemas, el famoso estigma. Hemos sido sensibles a esa petición”, explica González.
El nuevo servicio proporciona a los guardias civiles un
teléfono gratuito a nivel nacional que estará disponible todos los días a todas las horas y al que podrá acudir todo agente que sufra
“inestabilidad psicológica aguda”, según se indica en el pliego de prescripciones técnicas del contrato.
De acuerdo al coronel jefe de Psicología del Instituto Armado, los agentes que marquen el número de teléfono ad hoc serán atendidos “de forma confidencial” por uno de los 25 profesionales del
call center de la empresa adjudicataria. “Conversarán con los agentes y les derivarán al especialista que pueda atenderles mejor”.
Según González, la adjudicataria cuenta con en torno a
600 psicólogos repartidos por toda España, gracias a sus acuerdos de colaboración con gabinetes privados. La
atención psicoterapéutica podrá ser por teléfono, por videoconferencia o en persona. “Le hemos exigido a la empresa que tengan asistencia presencial en todas las capitales de provincia y en otras 200 localidades para que los guardias tengan a los psicólogos lo más cerca posible”, indica el coronel, que destaca el trabajo previo de “meses” con los responsables de la propia empresa para definir el servicio antes de ponerlo en marcha.
González subraya que la confidencialidad del servicio sólo se romperá en un caso: “Cuando los psicólogos consideren que peligra la
integridad del agente al que atienden o de terceras personas. En ese caso se le retirará el arma, se propondrá su baja temporal y, una vez recuperado, volverá a prestar servicio”.
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