Enrique Pita / Imagen: Miguel Ángel Escobar. Madrid
La necesidad de una mayor coordinación entre el sistema sanitario y el de servicios sociales es una realidad acuciante. Desde hace décadas se viene hablando de ello, pero no termina de llegar. Quizá por eso es una reivindicación que se hace desde distintos ángulos, y tanto las sociedades científicas como las asociaciones de pacientes consideran que es indispensable, pero también las administraciones, que tienen en su mano dar el paso normativo para su puesta en marcha formal. Aunque cada cual profundiza desde una óptica diferente, la conclusión es la misma: la coordinación es necesaria tanto para una mejor atención al paciente como por los beneficios económicos que conlleva en términos de eficiencia.
Con el paciente en el eje, esta coordinación tiene un actor indispensable, el profesional de Atención Primaria, que debe convertirse en el eslabón que una ambos escenarios, según ha defendido el vicepresidente del Consejo Asesor de Sanidad, Julio Sánchez Fierro, durante su participación en el debate ‘Nuevos retos en la cronicidad. La importancia de las asociaciones y la medicina de familia’ celebrado en el II Congreso Nacional Semergen de Pacientes Crónicos que se celebra esta semana en Madrid.
Desde el punto de vista de los pacientes, esa coordinación es indispensable. Y es que según ha denunciado el presidente de la Alianza General de Pacientes (AGP), Alejandro Toledo, “existe una variabilidad no justificada en la atención prestada a pacientes con características clínicas similares y además se realizan intervenciones que no aportan valor en términos de mejora en los resultados de salud”, lo que se debe en gran parte “a la falta de coordinación que existe entre los diferentes niveles asistenciales, tanto en el propio sistema sanitario como entre el sistema sanitario y el de servicios sociales”.
La definición de esta coordinación está en marcha, al menos en teoría, aunque no está claro cuándo se pondrá en marcha. Lo cierto es que tal y como ha recordado Sánchez Fierro, las comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad están trabajando para que esa estrategia sociosanitaria sea una realidad. Además, en su opinión la participación de los pacientes y los profesionales sanitarios será indispensable en la buena marcha de esa estrategia.
La continuidad asistencial, clave
Dentro de ese papel como nexo de unión, la Atención Primeria debe erigirse como el actor que realice el seguimiento de unos pacientes crónicos que requerirán unos cuidados integrados y continuos. Además, los profesionales de AP serán fundamentales a la hora de facilitar la circulación de los pacientes a lo largo del Sistema Nacional de Salud, es decir, la continuidad asistencial, otra de las necesidades indispensables del nuevo modelo de atención.
En este sentido, el presidente nacional de Semergen, José Luis Llisterri, ha apuntado que esa integración sociosanitaria es “absolutamente necesaria” de cara a tratar al paciente allá donde más convenga. “Creo que es necesario articular una unidad asistencial en la que se integre desde el trabajador social al médico, pasando por personal de enfermería y otros profesionales” para poder “coordinar adecuadamente” y que la continuidad asistencial sea posible.
Esta continuidad asistencial ha sido también reclamada por los pacientes. Así, Toledo ha denunciado que “los pacientes crónicos somos en muchas ocasiones los que encontramos más dificultades para acceder y circular dentro del sistema, y no hay un adecuado ajuste entre las necesidades y la atención que recibimos”, por lo que ha reclamado que se “garantice una continuidad asistencial” para evitar que se trate a estos pacientes solo en sus agudizaciones y descompensaciones.
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