Inquietos. Intranquilos. Nerviosos. Los funcionarios de Muface tienen multitud de adjetivos para expresar cómo se sienten. La incógnita que sobrevuela el futuro de la mutualidad es lo que les tiene en esa situación.
Desconocen qué sucederá en los próximos días con su historial clínico: si continuarán en la mutualidad o acabará derivándose al sistema sanitario público o tendrán que pagar un seguro privado. Y un sector de los afectados, el de los
jubilados —que suma a 407.152 adscritos (entre mutualistas y beneficiarios)—,
es el que está viviendo el enigma Muface con más temor.
Al otro lado del teléfono, Luis Deleito (Madrid, 68 años) plantea hasta en cuatro ocasiones la misma pregunta: ¿Qué va a pasar con nosotros? Él es uno más de los jubilados adscritos a Muface. Hasta hace un año —alargó su etapa laboral—, era uno de los funcionarios del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Cuenta que ahora vive con “mucha preocupación” la situación de la mutualidad. Incluso le pone nombre. Habla de crisis. De una crisis que sitúa en el centro “la salud de un millón y medio de funcionarios”.
Él ha vivido —y sigue viviendo— el vaivén de las negociaciones sobre el futuro de Muface. Rememora cada momento. El primero, cuando el Ejecutivo puso sobre la mesa su oferta inicial:
un aumento de la prima del 14 por ciento. La califica de inviable. Después, la última propuesta, que fue aprobada por el Consejo de Ministros y pasó a licitación: un incremento del 17,2 por ciento, la más alta de la historia de la mutualidad. Con esta última, Deleito es aún más tajante: “
El Gobierno quiere dejarnos morir con esta prima para Muface. Nosotros,
los jubilados, figuramos para que exista la mutualidad. Nuestro perfil es el de gente con una edad media alta, y cuando desaparezcamos nosotros, desaparecerá Muface”.
“
Uno llega a una edad en la que necesita especialistas, muchas consultas, muchos médicos”, subraya este madrileño. Su caso es prueba de ello. Desde hace 15 años acude a un cardiólogo por sus problemas de arritmias y desde hace 10 a un dermatólogo. “Me preocupa que, si las aseguradoras y el Gobierno no consiguen llegar a un acuerdo, tenga que empezar de cero. Llevar mi historial a otro sitio, a otros especialistas”, incide.
—¿Qué opciones se ha planteado si Muface desaparece?
—Pagar un seguro privado. Es donde están todos mis médicos.
“En Madrid ya tenemos problemas a la hora de pedir cita con un especialista porque las aseguradoras no tienen los recursos suficientes. En mi caso tengo que pedir cita con mucha antelación.
Hay problemas en las listas de espera. Y esto empieza a ser algo grave”, subraya.
Víctima o culpable: los actores de la crisis
Para Deleito la continuidad de la mutualidad es una necesidad. Casi una urgencia. “
Muface tiene que sobrevivir porque todo el sistema sanitario público corre riesgo de colapsar”. Ese escenario es el que ahora mismo los mutualistas están poniendo sobre la mesa. El del fin del concierto sanitario. Su desaparición.
Según él,
la crisis en las negociaciones por la continuidad tiene un único culpable: el Gobierno. “Son ellos los que tienen que aumentar el presupuesto para que las aseguradoras puedan dar una asistencia sanitaria de calidad”, incide el extrabajador del SEPE. Y añade: “Es normal que el cuadro médico se haya visto reducido. Las aseguradoras cada vez cobran menos, no tienen apenas recursos”.
Fuentes de las entidades que dotan de asistencia sanitaria al concierto
coinciden con este madrileño. "Necesitamos una mayor inyección presupuestaria”, inciden. Las aseguradoras comentan que, a pesar de que el Gobierno ha hecho “un gran esfuerzo” en su oferta de la prima del 17,2 por ciento, “aún sigue siendo más que insuficiente”.
En vilo cada dos años
“Cada vez que se renueva el concierto sanitario, sucede lo mismo”, destaca Luis Deleito. “Tenemos que vivir en vilo los meses de noviembre y diciembre hasta que ambas partes firmen. Las aseguradoras tienen que ajustarse a condiciones que cada vez son peores”.
Los mutualistas son los grandes afectados que viven la incertidumbre por la continuidad del concierto sanitario en los dos meses previos a la firma del concierto.
Noviembre y diciembre son casi una pesadilla, como dice Deleito, para ellos. “Cada vez que se renueva tenemos que buscar si está nuestro especialista, porque como todo se va reduciendo…”.
Así continúan las negociaciones
El enigma Muface sigue sin una respuesta clara. En este momento las aseguradoras que dotan de asistencia al concierto sanitario (Asisa, Adeslas y DKV) se encuentran estudiando los pliegos para la renovación de la mutualidad.
La brecha entre las entidades y el Gobierno no se abrió hasta principio de octubre. Hasta entonces lo que se sabía sobre la nueva prima de la mutualidad tan solo era el último dato que había deslizado la dirección general de Muface: el monto aumentaría en un 27 por ciento. Pero todo cambió cuando, hace unas semanas, el Ejecutivo hizo pública su propuesta: la cuantía aumentaría en un 14 por ciento.
Este incremento fue rechazado por unanimidad por parte de las aseguradoras, que incidieron en que iban a tener pérdidas de 200 millones de euros. Además,
la sanidad privada y los sindicatos se unieron: tacharon al Gobierno de
planear "el fin deliberado de Muface" en los despachos. Ya empezaron a hablar de crisis. Y aún más relevante, de la muerte de la mutualidad.
Fue entonces cuando el Ministerio para la Función Pública reculó. Tardó unos días y rehizo su oferta: una nueva prima del 17,2 por ciento, la más alta de la historia del concierto sanitario. Esta propuesta fue aprobada en el Consejo de Ministros y, posteriormente, fue licitada.
Ahora el futuro, tanto de la mutualidad como de la deriva del historial clínico de 1,5 millones de funcionarios, depende de las aseguradoras, que tendrán que dar una respuesta
antes del 5 de noviembre a las 10.30 de la mañana. Mientras estudian los pliegos para el concierto sanitario de cara al siguiente bienio (2025-2026), la incógnita sigue en el aire.
El enigma Muface aún no tiene una solución.
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