Una recreación de un cerebro humano
Un estudio realizado por el Instituto Florey de Neurociencia y Salud Mental de Melbourne, en Australia, ha descubierto que un tipo de fármacos utilizados contra el alzhéimer, concretamente los
antiamiloides, provocan cambios en el volumen cerebral. El análisis ha demostrado que aquellos medicamentos dirigidos a atacar a la proteína amiloide p
ueden provocar que el cerebro se encoja. Además, también
relaciona el encogimiento cerebral
como un efecto secundario más conocido de los medicamentos, el edema cerebral.
Estas son las conclusiones, publicadas en
Neurology, que ha sacado el equipo investigador tras analizar y revisar 31 ensayos clínicos. En el estudio, que analiza
prometedores fármacos contra el alzhéimer, se señala a los inhibidores de la secretasa y los anticuerpos monoclonados.
Esto incluye algunos de los últimos medicamentos que son de los más conocidos para paliar esta enfermedad:
aducanumab, lecanemab y donanebab. Lecanemab, un medicamento calificado como esperanzador,
cuenta con la aprobación acelerada en Estados Unidos, aunque esta deberá ser ratificada en julio. La Agencia Europea del Medicamento (
EMA, por sus siglas en inglés) también
está pendiente de revisarlo. Según este estudio, los participantes de dos ensayos con este fármaco con las dosis más alta - la aprobada en Estados Unidos -
registraron una pérdida de volumen cerebral un 28 por ciento mayor en relación con aquellos tratados con placebo, al cabo de 18 meses.
Otro de los hallazgos encontrados es que los anticuerpos como este
provocaban un aumento del tamaño de los ventrículos cerebrales, señal de que se están llenando de líquido. Concretamente, el tamaño de los pacientes
aumentó un 36 por ciento más que aquellos que tomaron placebo.
"Estos fármacos aceleran constantemente la atrofia cerebral, pero el área del cerebro afectada depende de la clase de medicamento", ha explicado Scott Ayton, uno de los autores del estudio, en su cuenta de Twitter.
Lecanemab reduce un 27% el deterioro cognitivo leve
Lecanemab es un tratamiento de Eisai y Biogen, que se dirige al amiloide. Se trata de un
anticuerpo monoclonal cuyos resultados aseguraban que reducía un 27 por ciento el deterioro cognitivo leve en personas con alzhéimer también tras año y medio de tratamiento. Además, este fármaco demostró que
disminuía los niveles de amiloide en el cerebro, una de las proteínas clave de la enfermedad.
Aducanumab, por su parte,
fue aprobado en Estados Unidos en 2021 a pesar de las dudas sobre su efectividad y seguridad. Este fue el motivo por el que la EMA rechazó su aprobación. En mayo de 2022, Biogen anunció que abandonaba su comercialización.
En el estudio aseguran que los fármacos antiamiloides provocan con frecuencia cambios acelerados en el volumen cerebral. “Esto es preocupante porque la pérdida de tejido cerebral es la causa inmediata de la disfunción cognitiva en el alzhéimer”, detallan.
Recomendaciones de los autores del estudio
Tras los hallazgos, los autores hacen seis recomendaciones, algunas en las que apelan a los médicos. Lo primero es que recomiendan a los facultativos que si prescriben estos fármacos “
deben informar a los pacientes actuales y nuevos que
se ha demostrado que estos medicamentos aceleran los marcadores de neurodegeneración, como el agrandamiento ventricular”; además, deben revisar los datos volumétricos de los ensayos clínicos de anticuerpos monoclonales antiamiloides inductores de ARIA al evaluar el perfil de riesgo-beneficio de estas terapias; y es su obligación monitorear los cambios en el volumen cerebral para determinar “si es apropiado continuar con el tratamiento”.
Pero también tienen en cuenta los otros responsables de estos fármacos. Por un lado, apelan a las J
untas de monitoreo de seguridad de datos, que son los que atienden los ensayos clínicos actuales de estos fármacos:
“Deben revisar los datos volumétricos para determinar si la seguridad del paciente está en riesgo”. Siguiendo estas recomendaciones, los Comités de Ética que aprueban los ensayos con estos fármacos deben “solicitar que se controlen activamente los cambios de volumen”; y esto debe tenerse en cuenta en los diseños de los ensayos. Finalmente, las empresas farmacéuticas que crean estos ensayos han de consultar datos previos sobe el volumen cerebral, informar de los hallazgos y publicar los datos “para que los investigadores investiguen”.
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