Exuperio Díez Tejedor.
El jefe del Servicio de
Neurología del Hospital
La Paz de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Neurología (
SEN) ha dirigido y organizado el curso ‘
Evolución, Cerebro y Cultura’, dentro del Campus de Verano de la
Universidad Autónoma de Madrid.
Personalidades académicas de diferentes disciplinas, desde la
Psicología a la
Antropología, han hablado de la plasticidad del cerebro, su capacidad de
aprendizaje, las
emociones y su capacidad creadora, así como de las bases neurológicas de la curiosidad, entre otras cosas.
Redacción Médica ha hablado con Díez Tejedor sobre este curso y la visión especial del neurólogo, pues no puede obviar la parte humanística de su objeto de estudio,
el órgano más complejo de todos.
Hay una relación especial entre la Neurociencia y el humanismo.
"Los órganos humanos no son muy distintos de los de un mono o un cerdo, pero no el cerebro"
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Nuestro órgano fundamental es el cerebro. Toda la cultura,
todo el humanismo, sale de ahí. Lo sentimos íntimamente relacionado, porque el proceso creativo viene de ahí.
Si tomas la escala filogenética animal y miras los órganos de los animales, los de los humanos no son muy distintos de los que pueda tener un mono o un cerdo, pero el cerebro no.
Ese es el gran salto evolutivo: es mucho más complejo, no es una cuestión solo de tamaño. De ahí viene la capacidad de crear, de imaginar, de influir en el medio ambiente y modificarlo.
El especialista siempre tiene que tener en cuenta esta especial relación, no solo en la investigación sino también en la clínica.
El ser humano es un todo, no va por partes. Cuando enferma, enferma todo: el órgano está lesionado, pero el enfermo es el sujeto. Hasta cuando te rompes un dedo.
El ambiente cultural afecta a la enfermedad: la lesión es la misma, pero la respuesta va a variar.
Usted ha moderado la primera mesa: 'El cerebro en evolución, impacto biológico y cultural'.
Díez Tejedor (a la izquierda), junto a los ponentes del curso.
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Eso es. Ahí, Javier Baena nos ha hablado de los aspectos de la evolución, pasando por el neanderthal, el australopitecus… que ya son humanos, no solo el
homo sapiens. Además, son un continuo: no es que desaparezca uno y aparezca otro, sino evolucionando a formas superiores.
En el homo sapiens ya hay un salto, y la evolución se acelera mucho más. Desde el Neolítico hasta ahora, se ha acelerado más, lo cual implica que hay un aprendizaje y evolución en ese mejor desarrollo cerebral.
Pasando a mirar al futuro: ¿Hacia dónde se dirige la evolución del cerebro?
En este curso, en el que se ha hablado de cómo se combina el cerebro con lo emocional del ser humano, hemos hablado del
gran desarrollo de los lóbulos frontales: donde se procesan las tareas ejecutivas, de programación, de análisis… Por eso la educación influye en nuestro cerebro, y viceversa.
La motivación, la emoción, también genera ese impulso, algo que no ocurre en los animales. Lo emocional influye en nuestra creatividad, no son compartimentos estancos:
el cerebro funciona como un todo. Lo hemos hablado en esta reunión: para hablar, para gesticular… todo se coordina, hay una gran capacidad de integración.
Una de las ponencias ha estado dedicada al cerebro y la inteligencia artificial. A ésta se le achaca el hecho de que no puede ir separada de la emoción.
"La inteligencia artificial nunca podrá crear una nueva teoría matemática"
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Hemos hablado de los
mecanismos neurocientíficos de la curiosidad, uno de los principales impulsores. El gusto por la aventura, el ver cosas nuevas… es lo que nos ha impulsado desde la época de los griegos. De ahí para adelante nos parecemos mucho; más atrás, hay algunos saltos. Se acelera mucho, pero desde hace unos 3.000 años hay una gran aceleración y ya no somos tan diferentes.
¿Qué pasa con la inteligencia artificial? ¿Tendrá emoción? No.
¿Va a ser capaz de moverse por el deseo de aventura y curiosidad? No. Va a hacer las tareas que le hayamos programado, y va a responder lo que hayamos programado. Va a jugar al ajedrez mejor que nadie y superará a Kasparov y a quien se ponga por delante, pero nunca podrá crear una nueva teoría matemática o un nuevo pensamiento filosófico. Más que inteligencia, tendría que ser memoria artificial. Las soluciones tiene que meterlas en el programa; si no, no sabría la solución.
Nuestro cerebro nos ayuda a crear el entorno, y ese entorno nos ayuda a mejorar. Nuestro cerebro es capaz de hacer las mejores cosas, pero es un órgano.
No existe la diferencia entre cerebro y mente: puede haber un cerebro sin mente, pero no una mente sin cerebro.
Una de las ponencias del curso.
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