16 jun. 2017 12:00H
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La conexión intestino-cerebro es un ámbito de investigación que empieza a dar resultados sorprendentes. Estudios recientes sobre la enfermedad de Parkinson en este campo, han concluído que las bacterias intestinales de los pacientes, e incluso cómo cortar el nervio vago que conecta el estómago y el cerebro podría proteger a algunas personas de la enfermedad debilitante. Se sabe poco acerca de qué está sucediendo en el intestino, la ingestión de toxinas ambientales o gérmenes y si éstas conducen al daño cerebral y a las características típicas del párkinson, como temblores, rigidez y dificultad para caminar.
Investigadores de la Universidad de Duke, en Durham, en Carolina del Norte (Estados Unidos) han identificado un nuevo mecanismo potencial en ratones y células endocrinas humanas que pueblan el intestino delgado. En el interior de estas células se encuentra una proteína llamada alfa-sinucleína, que se sabe que funcional mal y conduce a aglomeraciones dañinas en el cerebro en los pacientes de párkinson, así como en personas con enfermedad de Alzheimer.
Según los hallazgos publicados en la revista JCI Insight, investigadores y colaboradores de la Universidad de California, en San Francisco (Estados Unidos), creen que un agente en el intestino podría interferir con la alfa-sinucleína en las células endocrinas intestinales, deformando la proteína. La proteína deformada o mal plegada podría propagarse a través del sistema nervioso al cerebro como un prión, o una proteína infecciosa, de manera similar a la llamada enfermedad de las vacas locas.
"Existe una abundante evidencia de que la alfa-sinucleína se encuentra mal en los nervios del intestino antes de que aparezca en el cerebro, pero no se sabe exactamente dónde se produce este mal reparto. Ésta es otra prueba que apoya la hipótesis de que el Parkinson surge en el intestino",subraya el gastroenterólogo Rodger Liddle, autor principal del documento y profesor de Medicina en Duke.
La alfa-sinucleína es el tema de muchas investigaciones en curso sobre el párkinson, ya que es el principal componente de los cuerpos de Lewy, o depósitos de proteínas tóxicas que se instalan en las células cerebrales, matándolas desde el interior. Los grumos se forman cuando la alfa-sinucleína desarrolla una retorcedura en su estructura normalmente espiral, haciéndola "pegajosa", y propensa a la agregación, dice Liddle.
Pero, la cuestión es cómo hace una proteína para viajar a través del "tubo" más interno del intestino, donde no hay células nerviosas, hasta el sistema nervioso. Liddle y sus colegas trataron de responder a esta pregunta en un manuscrito de 2015 publicado en 'Journal of Clinical Investigation'. Aunque la principal función de las células endocrinas intestinales es regular la digestión, los investigadores de Duke descubrieron que estas células también tienen propiedades nerviosas.
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