Carlos Jiménez-Ruiz, presidente de Separ.
24 jul. 2018 11:30H
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El aire acondicionado, aliado para combatir las altas temperaturas del verano mediterráneo, puede ser el origen de cuadros o síntomas respiratorios de diversa gravedad. Los aparatos de aire acondicionado enfrían el aire, le quitan humedad y tienden a acumular polvo, gérmenes u otro tipo de sustancias orgánicas en los filtros. Todo ello favorece la irritación, inflamación o infección de las vías respiratorias, que pueden terminar causando desde un catarro común hasta legionella.
“Cuando las temperaturas son elevadas es imposible resistirse al aire acondicionado, pero debemos aprender a usarlo adecuadamente para evitar riesgos para salud que pueden ir de un simple resfriado a una infección por bacterias o hongos graves”, alerta Olaia Bronte, neumóloga y miembro del Área de Medio Ambiente de Separ, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.
Hasta un 20 por ciento de los cuadros catarrales, laringitis, faringitis o procesos bronquíticos se producen en verano a causa del uso inadecuado del aire acondicionado. Habitualmente estas afecciones son leves. Suelen producirse por el efecto irritativo e inflamatorio del aire frío sobre la vía aérea superior, faringe o laringe o incluso a nivel bronquial.
También ocurren por temperaturas excesivamente bajas o los cambios bruscos al pasar de un lugar con aire acondicionado a la calle, sin que el cuerpo tenga tiempo de aclimatarse son el origen de gran parte de los refriados de verano.
El aire acondicionado rebaja la humedad del ambiente causando sequedad de la mucosa nasal y la vía respiratoria superior. Este efecto puede ocasionar molestias y, de nuevo, irritación e inflamación, por lo que suele recomendarse mantener un nivel adecuado de hidratación corporal mediante la ingesta correspondiente de agua.
Acumulación de gérmenes
Sin embargo, Bronte recuerda que los problemas más graves suelen estar relacionados con los gérmenes que se acumulan en los filtros de aire acondicionado, cuando no se realiza una limpieza correcta o su mantenimiento es inadecuado. Además, el empleo de aire acondicionado favorece la permanencia de las personas en ambientes cerrados, menor ventilación, facilitando de este modo la transmisión y el contagio de gérmenes.
“Entre los gérmenes relacionados con los sistemas de ventilación, el más conocido es la bacteria legionella pneumophila, responsable de una neumonía que puede ser grave. Otros de los principales contaminantes del aire son los hongos Aspergillus niger y Aspergillus fumigatus, que provocan rinitis, asma, neumonía o neumonitis por hipersensibilidad”.
Todos podemos sufrir las molestias de los sistemas de aire acondicionado pero hay personas especialmente sensibles o vulnerables como los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas (como por ejemplo los asmáticos o pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica -EPOC-), los niños y ancianos que deben ser especialmente cautos ante el uso del aire acondicionado.
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