José Larena-Avellaneda, Susana Siemens, José Ignacio Zalba y Salvador Fernández Paniagua.
Más del 99 por ciento de la población actual sufre o sufrirá algún tipo de enfermedad oral. La mayoría:
caries, problemas de encías y mal-oclusión. Sin embargo, los primeros
homo sapiens sapiens, con unos genes casi idénticos, no padecían problemas dentales.
Ésta es una de las paradojas que han abordado medio centenar de odontólogos reunidos en la sesión científica
Viaje al Origen de la Salud Dental, celebrado el pasado 25 de junio en el Museo de la Evolución de Burgos. El encuentro fue organizado por GSK Consumer Healthcare y contó con el aval científico de la Sociedad Española de Odontología Preventiva (Sespo).
En la sesión, moderada por José Ignacio Zalba, director de la clínica dental Centro Avanzado de Prevención de Pamplona, se revisó la salud dental en el marco de la Teoría de la Evolución y las llamadas “enfermedades de la civilización”.
Un ejemplo es la ponencia
La Enfermedad de la Evolución del Aparato Masticatorio Humano, a cargo de José Larena-Avellaneda, quien ha explicado qué provoca dos nuevas patologías traumáticas mecánicas: compromiso articular temporo-mandibular (CAT) y el síndrome músculo temporal (SMT), de alta incidencia en la población.
Se trata de los trastornos provocados cuando la falta de desarrollo de los maxilares provoca una falta de espacio para que la mandíbula y su musculatura se muevan libremente al masticar, hablar, etc., sin atraparse, golpearse o limitarse.
Pero no son éstos los únicos problemas dentales que ha traído la civilización. “Sabemos que en el Paleolítico, la vida era brutal y corta, perder demasiados dientes reducía las posibilidades de sobrevivir. Había poca enfermedad dental, apenas caries”, ha explicado Zalba, quien ha señalado que no padecían estos problemas a pesar de la falta de higiene bucodental.
“El Neolítico es el nacimiento de la civilización, y el desarrollo de la cultura nos ha permitido superar muchas de las limitaciones que encontrábamos en el entorno natural, pero también es la puerta de entrada de las llamadas enfermedades de la civilización, entre las que se encuentran las enfermedades orales”, ha añadido.
El motivo es la transformación de la alimentación humana, con la cocción de los alimentos, con lo que “desaparece la presión selectiva sobre la eficacia masticatoria, y es el comienzo de la degeneración genética y funcional de nuestra dentición”.
Asimismo, las bacterias encontraron a los seres humanos como anfitriones atractivos, lo que origina las condiciones ideales para el desarrollo de enfermedades infecciosas como la caries dental”, ha instruido Zalba.
Diseñado para ingerir glucosa y grasa
En cuanto al estilo de vida actual, Zalba ha recordado que “nuestro cuerpo está diseñado para ingerir azúcar y grasa, esto significaba en el pasado supervivencia. Pero el acceso a estos alimentos era limitado, ya que, por ejemplo, el azúcar sólo lo obteníamos a través de frutas”. Por el contrario, hoy tenemos acceso a numerosas fuentes de azúcares refinados.
Además, ha explicado, “la dieta civilizada blanda, no abrasiva y muy nutritiva”, sumada a otros factores, como la disminución de la lactancia materna o el uso de cubiertos para comer “resulta en una falta de desarrollo óseo y muscular que se caracteriza por una disminución del volumen de los maxilares”. Esto provoca otros problemas, como la retención de las muelas del juicio.
En definitiva, los ponentes, entre los que también se contaron Susana Siemens y Salvador Fernández Paniagua, concluyeron que el enfoque evolutivo resulta imprescindible para diseñar nuevas formas de prevención y tratamiento.
“Mientras que la Odontología Clínica tiene un enfoque restaurativo, la antropología dental tiene una comprensión más biológica”, ha señalado Zalba. Por ello, es imprescindible “combinar ambas ciencias para tener un marco de mayor entendimiento de la enfermedad oral”.
Sin embargo, también ha precisado que, aunque la evolución y el estilo de vida actual han influido de manera decisiva en la salud dental, no estamos “condenados a tener enfermedades de la boca”, aunque evitarlas pasa por la prevención. “Hoy, para tener la boca sana hay que trabajar la salud, y no sólo arreglarla cuando duele”, ha explicado. Por ello, “los nuevos enfoques de la Odontología se dirigen a modelos de mínima intervención y trabajo de la salud”.
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