Jesús Vicioso Hoyo. Madrid
Más de 6.500 enfermeras españolas han emigrado, desde que empezó la crisis, a los seis países que más profesionales del ramo demandan, con Reino Unido a la cabeza. Y lo han hecho, según recuerda el Consejo General de Enfermería (CGE), a pesar de que la inmensa mayoría de las comunidades autónomas tienen un déficit “importantísimo” y de que cuando salen fuera no todo son ventajas, ni mucho menos. Pero esta es la única manera de ‘huir’ es la única salida de un recién graduado.
Enfermeras emigrantes en los seis principales destinos de 2014. Fuente: CGE.
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Las grandes ofertas de trabajo de otros Estados, principalmente de Europa, pero también de otros continentes, son cada vez más recurrentes para los enfermeros españoles que se encuentran en situación de desempleo. Suecia, este mismo mes de enero, ha lanzado una propuesta al extranjero para cubrir casi 5.000 plazas, y este es un ejemplo, cada vez más habitual. El CGE reconoce que el “fenómeno” de la migración enfermera comenzó en 1990, pero que actualmente es una “sin opción” desde 2011. Y los responsables del ente recuerdan que solo en los dos últimos años se han destruido 20.000 puestos de trabajo enfermero.
A lo largo del último ejercicio, el de 2014, Reino Unido ha vuelto a ser el principal destino de la enfermería española que busca trabajo fuera. De hecho, ha sido el año récord: 399 profesionales españoles viajaron hasta allí. Le ha seguido, en términos brutos, Alemiania, con 189; Francia, con 173; Finlandia, con 132 (cota máxima alcanzada desde que empezó a recibir a enfermeros españoles); Italia, con 124, y Holanda, con 91 (también máximo histórico). Así, solo entre los seis principales destinos se sumaron 1.108 trabajadores del ramo que emmigraron en el año que acaba de concluir. Ha remontado las cifras del curso anterior en un centenar de personas y se ha quedado a poco más de una veintena del peor año desde que arrancó la crisis, 2012, cuando se fueron, a estos seis mismos destinos, 1.134.
El millar de emigrantes, desde 2012
El análisis de la evolución exclusivamente entre estos seis países demuestra hacia dónde va la tendencia. Hace una década, en 2004, ‘solo’ marchaban 511 españoles, menos de la mitad que ahora. El medio millar se había estabilizado desde 2003, hasta que los efectos de la crisis empezaron a notarse a gran escala y, por ende, subió la emgración exponencialmente: 614 en 2009; 675, en 2010, y 914 en 2011. Desde 2012 no se ha perdido el millar.
Tras estos seis principales captadores del talento enfermero español que no logra hueco en los centros sanitarios de su país, se sitúan otros Estados en los que recalan para decir adiós al paro y que, por orden, son, actualmente, Irlanda, Noruega, Bélgica, Emiratos Árabes, Canadá y Estados Unidos, según la información con la que trabaja el CGE. El organismo que preside Máximo González Jurado señala en sus informes que los que se marchan lo hacen en periodos de entre un año y medio y dos, tiempo en el que, permaneciendo en España, trabajarían un máximo de dos-cuatro meses.
Entre las ventajas está, precisamente, el acumular experiencia, cobrar una media de 1.300 euros mensuales, y conocer sistemas sanitarios distintos al español. Ahora bien, las contras son más que palpables. Los responsables del CGE coinciden en señalar que la experiencia “no les aporta mucho”. ¿El motivo? Que la enfermería española, de primerísimo nivel, “está mucho más avanzada que en estos países”. Y eso se nota en el día a día. Por ejemplo, en Reino Unido, la gran preparación de estos profesionales provoca “desmotivación”. A modo ilustrativo, mientras que en España las enfermeras ponen vías a los pacientes desde los primeros años de Universidad en sus prácticas hospitalarias, en el sistema inglés exclusivamente lo hacen los médicos. “La práctica avanzada de las enfermeras españolas choca con la competencia de las enfermeras británicas”, asevera el CGE.
La barrera lingüística, clave
En otro de los grandes absorbedores del talento nacional, Alemania, “muy pocos” trabajan en puestos de enfermeras. “La mayoría lo hace como técnicos de formación profesional”. Aquí la gran barrera es lingüística: saber alemán a nivel muy alto es imprescindible para trabajar en el puesto para el que están formados. Y, por si fuera poco, en la lista de las contras hay que sumar una no menos importante: “Ni las CCAA ni el Ministerio de Sanidad reconocen las horas trabajadas fuera de cara a contabilizarlas en su carrera profesional de España”.
No obstante, y aunque en no pocos casos el boca a boca de entre los que se han ido y los que buscan trabajo es el espaldarazo definitivo ante la desesperación de no encontrar salida laboral, hay, a veces, facilidades. Italia, por ejemplo, da clases gratuitas de italiano y vivienda en los centros hospitalarios a un precio casi simbólico (entre 50 y 100 euros) y Francia ofrece dos meses de curso intensivo de idioma gratuito en un hotel madrileño.
Sin embargo, la paradoja está sobre la mesa. El CGE recuerda que “las plantillas en hospitales y centros de salud son deficitarias”, y que la situación, tal y como reza en el último informe del Observatorio del empleo enfermero del ente, la “política de costes” basada en la no renovación de contratos, la no cobertura de bajas, la disminución del ratio enfermeras/pacientes y la suspensión de ofertas públicas de empleo provocan un “aumento indiscriminado del paro”.
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