Carmen Ferrer.
En 2017,
Carmen Ferrer trató sin éxito de recabar la confianza suficiente de los colegios profesionales para alcanzar la presidencia del
Consejo General de Enfermería. Una espina clavada, afirma la colegiada madrileña, que tratará de quitarse en las elecciones del próximo octubre, a las que concurrirá con la promesa de convertir al CGE en una “organización moderna, plural y transparente".
Nunca antes ha tenido el Consejo General de Enfermería a una mujer en la presidencia.
Exacto. Somos una profesión mayoritariamente femenina y creo que es hora de que una mujer lidere el Consejo. En cualquier caso, esto ocurre también en otras profesiones, no es exclusivo de la Enfermería o la sanidad.
Como enfermera clínica, ¿qué inquietudes le genera la profesión?
Estamos en un contexto de cambio en el que hay que reevaluar los modelos de prestación de servicios. Y los enfermeros y las enfermeras somos un servicio esencial para la ciudadanía por todo lo que aportamos y lo que podemos aportar en lo que respecta a la salud y a la prevención de enfermedades. Creo que la sociedad debe aprovechar todo lo que el enfermero ofrece dentro de las competencias para las que ha sido formado.
¿Cuál será su carta de presentación ante los colegios?
Yo apuesto por promover la participación, por buscar talento en nuestra disciplina, por trabajar de forma colaborativa con alianzas entre nosotros y con otros sectores. Quiero negociar y también escuchar. Creo que debemos modernizar nuestra organización y trabajar en planes para que los ciudadanos valoren nuestros cuidados y las enfermeras ejerzan su liderazgo en procesos en los que no están presentes. Y creo que podemos conseguirlo.
¿Qué diferencia su propuesta a la del resto de candidatos?
Yo pretendo ser la voz de todos, la que represente nuestra diversidad. Porque tenemos muchas formas diferentes de pensar, y eso enriquece nuestra profesión.
¿Considera que no se está representando esa diversidad?
Yo creo que no. No todo el mundo se ve representado en el Consejo.
Entre los asuntos que copan la actualidad enfermera se encuentra la reclasificación profesional. ¿Cómo se puede allanar el camino hacia la A1?
El problema es que las enfermeras tienen las mismas responsabilidades que otros profesionales sanitarios y, sin embargo, se las considera A2 por una vieja tradición que ya no es real. Antes éramos licenciados unos y diplomados otros, pero desde Bolonia, las enfermeras tienen un grado, pueden ser doctoras.
Y son A1, como los médicos y los farmacéuticos. Pero en el mundo de los funcionarios todavía pesa ese pensamiento antiguo, y esto hace que se limite el desarrollo profesional de las enfermeras y la posibilidad de que ocupen cargos directivos. Eso no solo supone una discriminación, sino también una desmotivación para ellas.
¿Qué se puede hacer para cambiar esta situación?
Lo primero es sentarse a negociar. Poner sobre la mesa lo que aportan las enfermeras y ver cómo benefician al sistema sanitario. Esto no es una reivindicación salarial, se trata de reconocer las competencias de estas profesionales y ponerlas al servicio de los ciudadanos.
Reciente es, de hecho, la polémica que surgió en torno a la negociación y aprobación de las guías enfermeras. La Organización Médica Colegial (OMC) ha recurrido algunos de estos protocolos al entender que incurrían en una vulneración de sus competencias. ¿Se ha manejado bien este asunto?
No entiendo lo que han hecho los representantes del Consejo General de Medicina. ¿Para qué se han sentado a negociar las guías? Nosotras
tenemos capacidad de diagnosticar y tratar cuidados, y además hacemos trabajos de apoyo a la prescripción. No sé si desde el Consejo de Enfermería se ha manejado bien este asunto porque no he estado presente en las reuniones, pero, desde luego, hay que volver a sentarse y tratarlo.
El debate de la prescripción enfermera continúa enquistado.
Si una enfermera prescribiera un medicamento no lo haría por chulería, sino por el paciente. Y al final, lo que hace es asumir una responsabilidad. Y queremos que esa responsabilidad se nos reconozca.
"Si una enfermera prescribiera un medicamento no lo haría por chulería, sino por el paciente. Lo que hace es asumir una responsabilidad"
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En su programa electoral se refiere a la creación de un nuevo Observatorio de la Excelencia de Cuidados. ¿En qué consistiría?
Para que todos podamos aprender, debemos dar visibilidad y transparencia a las buenas prácticas del sector, porque los mejores tienen que enseñar. Este observatorio no sería más que un escaparate: recogeríamos esa información y le daríamos reconocimiento. La búsqueda de la excelencia.
¿Qué recursos necesitaría? ¿Cuándo estaría listo?
Su puesta en marcha sería inminente, y además apenas necesitaría recursos. Lo que habría que hacer son alianzas y gente que lidere este espacio virtual. Se pueden hacer cosas maravillosas.
En su anterior candidatura abogó por adelgazar la estructura del Consejo. ¿Rescatará esta medida para las próximas elecciones?
Lo que defiendo es una organización moderna, adaptada al siglo XXI. Y las organizaciones modernas son más ligeras, no están ‘artefactadas’.
¿Cómo se puede modernizar el CGE?
Dándole una vuelta a los estatutos, definiendo una nueva visión e implementando nuevos planes estratégicos.
¿Cómo valora la actuación del Consejo durante los últimos cinco años?
He visto pocos avances, aunque es cierto que ni he estado dentro ni he sido invitada. Creo que no estamos participando en ningún sitio de forma importante, y eso debe de cambiar.
De ser elegida presidenta del CGE, ¿qué le pediría al Ministerio de Sanidad? ¿Le gusta lo que escucha de la administración?
El problema es que la ministra no se ha sentado nunca con las enfermeras. Y necesita sentarse con nosotros, porque no somos la oposición ni el enemigo; representamos a un grupo profesional muy importante.
¿Qué sería lo primero que reclamaría a Carolina Darias?
Lo primero que voy a hacer es mandarle una carta para ver cuándo nos vemos e ir al Consejo Interterritorial para hablar de futuro, de la Atención Primaria, de la Salud Pública, de las unidades de cuidados, de lo que pueden hacer las enfermeras y por qué no están representadas. De cómo nosotras, con nuestra estructura, podemos ayudar. También en el mundo privado, porque también este depende de la ministra de Sanidad.
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