Nuestro actual Sistema Nacional de Salud (SNS) se basa, en el derecho constitucional a la protección de la salud, derecho que articuló y desarrolló la Ley General de Sanidad en 1986.
En los años transcurridos desde entonces son innumerables y muy importantes los avances y mejoras que se han producido en el SNS y que han hecho posible ese derecho.
Pero, sin lugar a dudas, uno de los más relevantes ha sido la reforma y desarrollo de la Atención Primaria de Salud, que se ponía en marcha con el Decreto de Estructuras Básicas de Salud en 1984 y que diseñaba un nuevo modelo, un nuevo concepto de atención primaria que, inspirado en la Declaración de Alma-Ata (Conferencia de la OMS-Unicef de 1978), creaba los Equipos de Atención Primaria, equipo multidisciplinar que se responsabiliza del conjunto de los cuidados de salud que pueden ser prestados desde este ámbito asistencial.
Los cambios, las mejoras introducidas en todos estos años de desarrollo, han sido espectaculares pudiendo señalarse entre otros, la incorporación de los Médicos de Familia, Pediatras y Enfermeras, fisioterapeutas, odontólogos, a los Equipos de Atención Primaria y el trabajo en equipo multidisciplinario, la jornada de trabajo de dedicación completa, la incorporación de los programas de promoción de la salud y de prevención de las enfermedades, la implantación de una cartera de servicios de atención primaria que ha supuesto la prestación de unos servicios comunes a todos los ciudadanos o la generalización del uso de la historia clínica que, junto con avances tecnológicos y otras mejoras organizativas.
Durante el año 2006, se desarrolló el Proyecto Estrategias para la Atención Primaria en el siglo XXI (Proyecto AP-21) con el objetivo de aunar esfuerzos y voluntades, coordinar estrategias y actividades, destinadas a diseñar una política común del Sistema Nacional de Salud para la Atención Primaria de Salud.
Esta estrategia no se ha aplicado de manera adecuada e incluso, los recortes presupuestarios han perjudicado de manera especial a la Atención Primaria.
Los cambios sociodemográficos suponen nuevas demandas para la Atención Primaria y al Sistema Nacional de Salud en su conjunto, sobre todo por el incremento de las enfermedades crónicas.
El sistema público de salud tiene que ir destinado a mejorar en lo posible la salud de la ciudadania, utilizando de la forma más eficiente, accesible y equitativa los recursos disponibles. Esto no se puede conseguir sin que la Atención Primaria de Salud sea resolutiva y para ello es preciso que esté bien dotada en recursos y sus profesionales tengan competencias adecuadas y altas cotas de capacidad de decisión en cómo organizarse y cómo utilizar los recursos disponibles.
Las mejoras que se propongan deben de ir dirigidas a ubicar los recursos allí donde sean más eficientes, a mejorar la coordinación y la continuidad asistencial, a incrementar la resolución de atención primaria y adaptar la organización a las nuevas necesidades.
Por todo ello, o damos el salto cualitativo de redefinir objetivos y priorizar de verdad este nivel de atención, o la capacidad y la solvencia que un día tuvo nuestro sistema sanitario seguirán su deterioro perjudicando así la calidad de la atención y la protección de la salud de la población.
El momento es ahora. Ya está siendo tarde.