MADRID, 29 (EUROPA PRESS)
Investigadores de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han participado en un estudio en el que se ha desarrollado un nuevo método de medición de la potencia en las personas mayores, un factor clave para prevenir lesiones y minimizar el riesgo de caídas.
"Para la vida cotidiana de una persona mayor, no sirve de nada mover dos veces el peso de su cuerpo o moverlo a gran velocidad. Si esta persona se desequilibra sólo la fuerza adecuada en el menor tiempo posible (lo que se conoce como potencia), puede impedir la caída o al menos una grave lesión", ha explicado la doctora del Grupo de Investigación ImFINE del Departamento de Salud y Rendimiento Humano de la UPM, Amelia Guadalupe Grau.
Y es que, durante el envejecimiento, la potencia muscular se pierde a un ritmo de 3 por ciento por año aproximadamente, más rápidamente que la fuerza o la masa muscular. Por ello, tal y como ha recordado la experta, es importante saber cómo evaluarla y entrenarla. "Los últimos estudios apuntan a que las personas mayores consiguen mayor potencia a intensidades más altas, es decir, cuando tienen que mover pesos mayores, que las personas jóvenes", ha dicho.
Sin embargo, conocer la carga óptima con la que debe entrenar la potencia cada persona y más en concreto el colectivo de mayores de 65 años, sigue una asignatura pendiente. Y eso es a lo que se ha tratado de dar respuesta en este estudio en el que también han participado la Universidad de Castilla La Mancha y el Hospital Virgen del Valle y que ha sido publicado en The Journals of Gerontology.
"La heterogeneidad de métodos y contextos hacen muy compleja la mejor forma de determinar la potencia máxima de un individuo. Existen una gran cantidad de factores que pueden afectar a la potencia máxima en un día determinado, desde el protocolo utilizado hasta la motivación y el estado de salud en ese momento. De ahí la dificultad para establecer resultados concluyentes", ha argumentado investigadora de la UPM.
Ahora bien, el trabajo ha logrado determinar una serie de condiciones que se perfilan como necesarias para poder evaluar esta condición. La primera es que el calentamiento previo es imprescindible para llegar a niveles de medición representativos.
Para evaluar la potencia en personas mayores, el primer paso debe ser someterlas a un calentamiento general y uno específico. Además, debido a las variaciones individuales, lo ideal es realizar varias repeticiones (1-3) y varias series incrementando la intensidad, dejando entre 1 y 3 minutos de descanso entre series del ejercicio a testear.
La media de la potencia obtenida de cada repetición es un valor adecuado para inferir la máxima potencia muscular del sujeto. "Comúnmente, para medir con precisión la velocidad del movimiento se necesitan encoders lineales. Sin embargo, con el avance de las nuevas tecnologías algunas aplicaciones de móvil pueden servir ya para medir la velocidad fuera del ámbito de la investigación", ha aseverado la experta.
Averiguar si los métodos tradicionalmente empleados para trabajar la potencia e incluso para medirla pueden llegar a ser lesivos para la población mayor, era otro de los objetivos del trabajo. Y es que, normalmente se tiende a sobrevalorar la capacidad física de los mayores y, además, los estudios apuntan que no más del 0,69 por ciento de las pruebas pueden tener algún efecto adverso, y de serlo, se han clasificado como leves o indeterminados en la mayor parte de ellos.
Ante todo esto, el protocolo desarrollado por los investigadores supone un método fiable y seguro para evaluar la potencia muscular en personas mayores. "Dado que este parámetro en un indicador de la calidad de vida de los mayores y que el tiempo necesario para evaluar esta capacidad es relativamente corto, este protocolo podría formar parte de evaluaciones periódicas para testear la condición física de nuestra población mayor y optimizar así el entrenamiento que deben realizar para prevenir caídas o lesiones", ha zanjado la investigadora del INEF.