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18 feb. 2019 12:25H
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MADRID, 18 (EUROPA PRESS)

El deporte incrementa "sensiblemente" el riesgo de sufrir muerte súbita durante la realización de una actividad deportiva intensa. Las personas que practican actividad deportiva intensa presentan una incidencia de muerte súbita mayor que las no deportistas: 1,6 muertes por cada 100.000 frente 0,75 muertes por cada 100.000, según advierten desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Tal y como explica la doctora Araceli Boraíta, las miocardiopatías, entre ellas la miocardiopatía hipertrófica, son "la primera causa no traumática de muerte súbita asociada al deporte en deportistas jóvenes". La miocardiopatía hipertrófica es una enfermedad del músculo cardiaco que se caracteriza por un aumento de su grosor.

Si bien la mayoría de pacientes con esta enfermedad tienen una expectativa de vida normal o, incluso, mejor que la población general, en el caso de los deportistas jóvenes, "la muerte súbita suele ser la primera manifestación de miocardiopatía hipertrófica", aclara.

En la población no deportista, el riesgo de muerte súbita se estima de acuerdo a un algoritmo que detecta a aquellos pacientes de alto riesgo, pero es "difícil" aplicar estos algoritmos en sujetos deportistas".

"La mejor forma de evitar casos de muerte súbita en deportistas con miocardiopatía hipertrófica es llevar a cabo una caracterización detallada e individualizada, tomando en cuenta el perfil clínico, genotipo, fenotipo, así como el tipo de deporte e intensidad que se planea realizar", explica Boraíta.

La experta subraya que también se deben tener en cuenta las condiciones del entorno deportivo, como son la preparación en reanimación cardiopulmonar (RCP) del personal, y la disponibilidad de un desfibrilador automático externo en las instalaciones deportivas, los medios de asistencia prehospitalaria y el tiempo de respuesta locales.

Tanto en los casos de miocardiopatía hipertrófica, como en otras patologías que afectan al corazón, la tendencia actual de la mayoría de los cardiólogos es intentar evitar una restricción absoluta del ejercicio físico.

"El dilema se encuentra en que, en estos casos, el deporte se convierte en un arma de doble filo, ya que por una parte evita y retrasa ciertas patologías a nivel cardiaco, pero por otro, en el caso de presentar algún tipo de problema, como miocardiopatía hipertrófica, el ejercicio físico podría desencadenar y aumentar las posibilidades de un evento fatal", indica la doctora María Dolores Masiá.

Por este motivo, asegura que "es muy importante estratificar el riesgo". "Es muy complicado, e incluso peligroso, dar recomendaciones universales en cuanto a la prescripción de ejercicio físico en pacientes con miocardiopatía hipertrófica. Cada paciente es distinto y debe individualizarse muy bien el riesgo que puede conllevar su cardiopatía en concreto", concluye.

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