Francisco José Sáez, vicepresidente segundo de SEMG.
3 sept. 2016 15:50H
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“Te vas a enterar”... “no sabes quién soy yo”... “conozco a tu familia”. Parecen frases sacadas de una película de mafiosos, pero son una triste realidad. Una situación incómoda que han tenido que soportar los médicos alguna vez, o más de una, a lo largo de su carrera. A este tipo de verborrea amenazante se suman puñetazos en la mesa, portazos, miradas de odio y, en el peor de los casos, agresiones físicas. Y todo para conseguir una baja médica.
Los profesionales aseguran que se sienten coaccionados por muchos pacientes que recurren a la intimidación para que les prescriban una receta médica o les tramiten una baja laboral. En concreto, un 33% de los facultativos de Atención Primaria de País Vasco confiesa haber recibido presiones para emitir recetas en contra de su criterio o para dar una incapacidad laboral sin motivo fundado a lo largo de su trayectoria profesional, según una encuesta del Consejo de Médicos vascos sobre sus facultativos.
La situación es extrapolable al resto de la geografía nacional. Por ejemplo, datos de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (AMYTS), revelan que hasta el 85% de los profesionales de Atención Primaria han sido agredidos verbalmente, al menos, una vez a lo largo de su vida. Y desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), lo corroboran: “Tenemos la misma situación a nivel nacional. Se ha producido algo así como una neurosis de bajas, como la catalogarían los psiquiatras. Vivimos ya en una sociedad acostumbrada a transferir la responsabilidad a otros”, ha asegurado a Redacción Médica Francisco José Sáez, vicepresidente segundo de SEMG.
Los pacientes han llegado a entender que la baja es un derecho que deben reclamar, según Sáez. “Es un cambio muy asociado a la mentalidad de la sociedad. El mismo lenguaje nos recuerda que esto es así”, ha argumentado. Y es que ya estamos acostumbrados a que 'un trabajador se coja la baja médica', no a que 'el médico le prescriba la baja'.
Existen varias situaciones que se repiten en las consultas médicas y que ya han llegado a catalogarse como típicas. Por ejemplo, muchos desempleados acuden raudes y veloces a su médico para conseguir una baja porque es la única manera de que te concedan la prestación si se te ha olvidado sellarla en los plazos correspondientes. Los médicos también se han acostumbrado a escuchar a los pacientes cómo la demandan tras un fin de semana demasiado ajetreado.
La mayoría de coacciones se producen en Atención Primaria, cuyos centros no cuentan con seguridad para proteger al facultativo. “El médico está vendido, les dicen 'qué más te da', 'son sólo un par de días...', 'si no no cobro'... Son situaciones que ponen al profesional contra la espada y la pared y en algunos casos, caen en la trampa. “Recientemente un médico de Madrid prescribió una baja médica a un trabajador que le había asegurado que estuvo enfermo, cuando en realidad pasó el fin de semana en la cárcel. La empresa se enteró, lo denunció y el profesional fue expedientado y suspendido”.
El perfil del agresor y del agredido
La persona que coacciona al médico es en el 66 por ciento de los casos el propio paciente, mientras que su acompañante lo hace en un 30 por ciento. Normalmente son hombres frente a mujeres, con una edad media de 43 años y de origen español. Los médicos vascos sostienen en su encuesta que en gran parte de las situaciones, un 67 por ciento, no había problemas previos con el paciente, mientras que en el 79 por ciento de las ocasiones fue fruto del acaloramiento y no existió una planificación previa.
La encuesta también dibuja un retrato robot del médico agredido. Son las mujeres frente a los hombres las más agraviadas -57 por ciento frente a 42-, cuando en la anterior encuesta eran los hombres los más perjudicados. Sube también la media de edad y se sitúa en 48 años frente a los 46.
Sin embargo, desde el Consejo de Médicos apuntan a que la falta de denuncias sigue impidiendo ver la dura realidad de la profesión. Sólo se han interpuesto en siete de cada cien casos. El Colegio de Médicos fue el lugar elegido para denunciar el hecho en el 64 por ciento de los casos frente a un 23 por ciento en los que la denuncia se tramitó en la policía.
En este sentido, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco obligó recientemente al Servicio Vasco de Salud a implantar un plan preventivo de agresiones. Todo a raíz de una sentencia que condena a Osakidetza a pagar una indemnización a un médico que estuvo de baja por los daños causados por los puñetazos que le propinó un paciente. Fue la primera vez que se responsabiliza a la administración sanitaria o a un servicio de salud de este tipo de agresiones, lo que está ayudando a formar una corriente jurisprudencial. Hasta ahora, varios juzgados de lo Social eran los únicos que avalaban esta tesis.
El decreto de Incapacidad Temporal, de difícil implantación
Fue aprobado el 18 de julio de 2014 y su entrada en vigor, en diciembre de 2015, obligaba a todas las comunidades autónomas a ponerlo en marcha. Pero lo cierto es que no ha sido así. El decreto de Incapacidad Temporal aún está pendiente en once comunidades autónomas, según Sáez. “Regiones tan importantes como Madrid, Castilla La Mancha o Andalucía no lo han puesto en marcha, y esto se debe a que es de difícil aplicación, al no haberse consensuado ni las comunidades autónomas ni con los profesionales”, ha concluido.
La situación se veía venir. El Foro de Atención Primaria pidió en su día en varias ocasiones al Gobierno la paralización de esta reforma, al menos hasta que el sistema estuviera listo para asumir los cambios que introduce. Los inspectores de Sanidad tampoco están satisfechos, mientras que las Mutuas de trabajo sí que vieron con buenos ojos la nueva normativa.
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