Juan Vila, Cora Hernández, Sonia Vílchez, Daniel Ordóñez, Elena Carrillo de Albornoz, Belén Marrón, ntonio Gosálvez y Javier Cortés.
27 oct. 2016 19:20H
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Quirónsalud y su fundación ponen en marcha un programa nacional de preservación de la fertilidad sin coste para pacientes de cáncer. El objetivo es ofrecer la vitrificación de óvulos como alternativa a considerar para aquellas mujeres que tienen un diagnóstico de cáncer, permitiendo lograr el sueño de ser madre, una vez finalizado el tratamiento oncológico y la paciente pueda médicamente afrontar un embarazo.
La preservación de la fertilidad femenina, a través de la criopreservación (congelación) ovocitaria es una técnica que permite conservar los gametos femeninos (ovocitos) a temperaturas bajo cero, de forma prolongada y con todas las garantías, ya sea por motivos médicos como el tratamiento oncológico, o por motivos sociales como no haber encontrado a la pareja idónea, o porque la situación profesional o anímica no es compatible) sin que el paso de la edad perjudique a la calidad y cantidad de ovocitos de la mujer.
El director del Instituto Oncológico Baselga (IOB) Madrid del Hospital Ruber Internacional y Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, Javier Cortés, ha subrayado que en este momento los tratamientos de quimioterapia, hormonoterapia y tratamientos biológicos han aumentado las posibilidades de curación en los pacientes con cáncer primarios hasta un 75/80 por ciento de las veces.
Avances en las técnicas de reproducción asistida
Elena Carrillo de Albornoz, ginecóloga jefe de Servicio Reproducción Humana de Hospitales Ruber, manifestó que a lo largo de los años, las técnicas de reproducción asistida han avanzado mucho, “gracias a las mejoras en el laboratorio, con medios de cultivo e incubadores de nuevas generaciones, con sistemas de morfocinética para valoración embrionaria y la posibilidad de biopsiar el embrión para estudio genético y transferencia de embrión sano. Con resultados, cada vez más exitosos, con tasas de embarazo por encima del 50 por ciento debido a los tratamientos, más personalizados y seguros, que han hecho prácticamente desaparecer el riesgo del temido síndrome de hiperestimulación ovárica.
Las técnicas de crioconservación han evolucionado de forma sustancial, con tasas de supervivencia embrionaria muy alta; el sistema de vitrificación ovacitaria se ha consolidado como una técnica en auge para mujeres que deciden retrasar la maternidad y existe una tendencia a la transferencia de un embrión único en estadio de blastocisto con la consiguiente disminución de las tasas de gestación gemelares”.
En la misma jornada, Belén Marrón, directora de la Fundación Quirónsalud ha ahondado en este programa, con el que el grupo busca promover la gratuidad de la vitrificación de óvulos en mujeres en edad fértil que hayan sido diagnosticadas de cáncer y deseen tener hijos tras el tratamiento, y cuya fase piloto ha comenzado a desarrollarse en este Hospital Ruber Internacional.
El cáncer de mama cada vez se diagnostica a edades más tempranas y “un 15 por ciento de nuestras pacientes tendrán menos de 40 años en el momento del diagnóstico y se estima que entre un 8-10 por ciento de las mujeres que superan la enfermedad desean una gestación. De ahí surge la idea de poner en marcha el programa de preservación oncológica de la fertilidad que se inicia en el Hospital Ruber Internacional, que, por cierto, ya tuvimos el primer caso y numerosas peticiones de tratamientos, todo ello con el respaldo y apoyo de la Fundación Quirónsalud”, ha concluido Carrillo de Albornoz.
Aumenta la edad de las pacientes
El jefe del Instituto de Reproducción Humana Asistida del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, Antonio Gosálvez, expuso los motivos del aumento de la edad de las pacientes que acuden a la consulta, “la fertilidad de la mujer se deteriora claramente con la edad: a los 30 años una mujer tiene la mitad de fertilidad que tenía a los 20, a los 35 una cuarta parte, y a los 40 años le queda tan solo una octava parte de su fertilidad original”. El retraso actual en la edad del primer hijo supone un inmenso problema que nuestra sociedad no quiere ver, pues una de cada cuatro parejas necesita acudir a nuestras Unidades de Reproducción para poder concebir”.
Por su parte, Cora Hernández, jefe del Instituto de Reproducción Humana Asistida del hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, afirmó que “España está muy avanzada en técnicas de reproducción asistida y el marco jurídico que tenemos ofrece una gran flexibilidad a la hora de realizarlas, tanto en cartera de servicios como de pacientes: mujeres solas, parejas que no precisan acreditar su relación afectiva, mujeres viudas, parejas homosexuales, etc. La regulación en el ámbito europeo carece de uniformidad. Muy probablemente, esta situación y de forma indirecta, ha ayudado a que España, según el último registro europeo sobre técnicas de reproducción asistida, esté a la cabeza en tasa de embarazo por punción en ciclos FIV/ICSI. Debemos poner la tecnología al servicio de este fin y en este sentido aplicar la preservación ovocitaria en todas aquellas mujeres, sabiendo que la edad es un aspecto determinante, que deseen postergar su maternidad, por supuesto informando en cada caso de la rentabilidad del proceso en cuanto a tasas de gestación futura”.
Daniel Ordoñez, responsable del Instituto de Reproducción Humana Asistida del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo, destacó que las nuevas técnicas que están surgiendo, como la vitrificación ovocitaria, supone un salto exponencial tanto en la calidad de conservación de los óvulos como en las tasas de supervivencia tras la descongelación, que actualmente se encuentra alrededor del 85 por ciento.
Ha finalizado la jornada Sonia Vilchez, que contó su experiencia cuando tenía 25 años y padeció la enfermedad del cáncer, asegurando que no pensó en los efectos secundarios de su fertilidad. “En ese momento no tenía pareja, fue al cabo de los años cuando la tuve y deseaba ser madre; te encuentras con el problema y es tremendamente frustrante. El cáncer es una enfermedad contra la que hay que luchar, pero el intentar minimizar todos los efectos secundarios posteriores del mismo, es un desafío muy importante para la futura salud psicológica y ambiental del paciente”.
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