Uno de cada dos casos de Alzheimer no está diagnosticado y uno de cada cuatro tiene el peligro de hacerlo de forma errónea, especialmente cuando se trata de formas leves o en fases preclínicas. La
falta de un diagnóstico "precoz y certero" es, por tanto, uno de los principales retos sanitarios asociados a una enfermedad que
afecta a 900.000 personas en España y cuya incidencia podría llegar a duplicarse en los próximos 30 años.
La comunidad médica pone el foco en este sentido en el
abordaje de las primeras fases de la enfermedad, cuando comienzan a aparecer los síntomas y la eficacia del diagnóstico, con un 95 por ciento de probabilidad de la correcta identificación de la enfermedad, ha explicado Raquel Sánchez-Valle, secretaria del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN) durante la jornada 'Los retos del Alzheimer y las demencias'.
Este permitirá "proporcionar a todos los pacientess un t
ratamiento basado en la evidencia científica adecuado a su caso y a la fase de la enfermedad". En palabras de la neuróloga, se trata de un "derecho del paciente" aunque la enfermedad
no tenga cura. Lo que sí se ha conseguido, aclara, son estrategias terapéuticas eficaces y que mantienen a los pacientes "en fases con funcionalidad independiente en fases inciales, que son las que menor coste sanitario y social tienen".
De momento, el fármaco
aducanomab es el "primero que ofrece resultados prometedores en los ensayos clínicos" a la espera de la evaluación y posible aprobación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
En cualquier caso, el avance de la enfermedad, con hasta 2 millones de casos previstos en 2050, su infradiagnóstico y falta de cura hacen "fundamental" la creación de
unidades especializadas multidisciplinares, desarrollo de tecnología y programas de cribado en Atención Primaria, con el consiguiente respaldo económico, asegura esta experta, que recuerda que la neuropsicología clínica es una especialidad "aún por regular".
A ello habría que sumar la atención de los "trastornos" que aparecen a lo largo de la enfermedad, como problemas en el habla, y una labor preventiva destinada a los cuidadores, encargados del paciente en el 80 por ciento de los casos. "Un cuidador sin apoyo es un potencial paciente", matizaba.
Plan Integral de Alzheimer, aún sin dotación económica
Junto a la profesional, el resto de ponentes en el evento solicitaban de forma unánime el desarollo del Plan Integral de Alzheimer y otras demencias, el cual, a pesar de ser aprobado en 2019 todavía no dispone de un presupuesto final. "Dos años más tarde, está quedando en papel mojado", lamentaba Sánchez-Valle, que propone derivar a este plan parte de los fondos de recuperación económica e incluir un capítulo específico para este tipo de enfermedades en la Agenda 2030.
En nombre de la Fundación Pasqual Maragall, Cristina Maragall, pedía igualmente el compromiso político de las institciones para situar al Alzheimer en el centro de la estraegia científica, sanitaria y asistencial y el fomento de la investigación en factores de riesgo, cuyo control podría prevenir uno de cada 3 casos, así como en biomarcadores, que permitan detectar cambios cerebrales antes d elos primeros síntomas. En sus palabras, aludía a los resultados hallados en diversos estudios y que apuntan a una reducción del 40 por ciento de los casos de Alzheimer en la próxima década si se consigue retrasar 5 años la aparición de síntomas.
En esta misma línea, Ainhoa Aratllo, responsable del Área de atención asociativa de la Confederación Española de Alzheimer (Ceafa) insistía en la necesidad de dotar en "calidad y cantidad los recursos sociales y sociosanitarios" con una "financiación adecuada". Por ello pedía al Ministerio de Sanidad el impulso y la pyesta en marcha a nivel autonómico de una Estrategia de Enfermedades Degenerativas "que no caiga en saco roto".