Sonia Santos, coordinadora del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN.
El sábado 21 de marzo es el
Día Internacional de la Cefalea en Racimos, el tipo de
cefalea trigémino-autonómica más común y una de las cefaleas primarias
más invalidantes por la alta gravedad de las crisis de dolor de cabeza. La Sociedad Española de Neurología (
SEN) estima que en España unas 47.000 personas la padecen. Por ello, la sociedad recuerda a estos pacientes que el
consumo de alcohol y
tabaco, o cambios en el patrón de
sueño o en la
alimentación que se pueden producir por el confinamiento de la población ante la epidemia del nuevo
coronavirus Covid-19, pueden precipitar los episodios. Por lo tanto, como parte el tratamiento de la enfermedad, estos también tendrán que intentar controlar los posibles factores desencadenantes.
"El dolor de cabeza de la cefalea en racimos tiene un perfil clínico muy característico"
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“El
dolor de cabeza de la cefalea en racimos tiene un perfil clínico muy característico: se inicia rápidamente, es de gran intensidad y generalmente se concentra alrededor del ojo o la sien, de forma unilateral. Además, el dolor suele ir acompañado de
síntomas oculares, como
enrojecimiento,
lagrimeo,
síntomas nasales, como congestión o secreción, y típicamente de
agitación e
inquietud motora” explica
Sonia Santos, coordinadora del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (
SEN).
Asimismo, la cefalea en racimos también se caracteriza por crisis que se presentan con una
sorprendente puntualidad, con un predominio vespertino y/o nocturno (en el 73 por ciento de los casos). “Sin embargo, y a pesar de ser una entidad fácilmente reconocible, es un tipo de dolor de cabeza
infradiagnosticado e
infratratado”, señala Sonia Santos.
El
carácter cíclico de esta enfermedad, en la que los pacientes
alternan periodos sintomáticos y asintomáticos, hace que en muchas ocasiones
no se consulten estos
síntomas. En la cefalea en racimos, los
ataques (aunque extremadamente dolorosos) tienen una
duración relativamente
breve (de 15 a 180 minutos) y suelen ir acompañados de periodos de remisión que pueden durar varios meses. Solo en las formas crónicas de la enfermedad este periodo de remisión es inferior al mes. Actualmente la demora diagnóstica de la cefalea en racimos desde el inicio de los síntomas es cercana a los cinco años.
La baja incidencia genera errores diagnósticos
Pero, además, la
relativa baja incidencia de la cefalea en racimos –aproximadamente un uno por ciento de la población- también genera errores diagnósticos. Según datos de la SEN, el 57 por ciento de los pacientes recibe diagnósticos erróneos en su primera visita al médico.
La cefalea en racimos puede
comenzar a cualquier edad, aunque es más frecuente en individuos entre la treintena y cuarentena, y predomina en
varones. Y aunque no se trata de una enfermedad hereditaria, en al menos un siete por ciento de los casos existe
historia familiar previa.
"Un 53% de los pacientes nunca había recibido el tratamiento preventivo de referencia"
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Por otra parte, si bien aún no están claros los mecanismos de cronificación de la cefalea en racimos -ciertas investigaciones apuntan a que pueden estar involucrados
múltiples factores genéticos,
ambientales o de
estilo de vida-, en el 20 por ciento de los casos esta cefalea
se cronifica, y ello condiciona una importante discapacidad, así como una menor respuesta a los fármacos preventivos.
"En todo caso, para una gran mayoría de pacientes existen diferentes
tratamientos farmacológicos sintomáticos y preventivos y de eficacia demostrada para el tratamiento de la cefalea en racimos. El problema es que, si no se mejora el
diagnóstico de la enfermedad, difícilmente los pacientes podrán acceder a los mismos. Un estudio que realizamos hace dos años señalaba que el 53 por ciento de los pacientes
nunca había recibido el tratamiento preventivo de referencia y que casi el 40 por ciento nunca había accedido a la oxigenoterapia, un tratamiento que ha demostrado ser eficaz para más de 83 por ciento de los pacientes”, comenta Sonia Santos.
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