Francisco Sanz, secretario del Área de TIR de Separ..
La
Plaza de San Pedro, diseñada por el arquitecto renacentista
Lorenzo Bernini, se convertirá en los próximos días en el epicentro del mundo después de la muerte del
Papa Francisco, que falleció tras sufrir un
ictus. El pontífice sufrió una neumonía bilateral de la que logró salir adelante, aunque desde la Sociedad Española De Neumología Y Cirugía Torácica (
Separ) se baraja la hipótesis de que estos
problemas respiratorios podrían haber desencadenado al ictus. Por otra parte, desde la propia institución se defiende que el camino seguido por Francisco a la hora de recuperarse de la neumonía ha validado aún más a las unidades UCRI por su importante papel.
Según afirma en
Redacción Médica Francisco Sanz, secretario del Área de TIR de Separ, el contexto que sufrió el Papa cuenta con dos fases distintas: “Una es la propia inflamación de la
neumonía generalizada, que puede enfermar alguna zona vascular cerebral i acabando produciendo el ictus. Otro camino es que la neumonía descompense a la diabetes, provocando un aumento de los factores de riesgo que pueden
provocar el ictus”. El neumólogo destaca que, pese a que la relación pueda parecer extraña, “las
causas fisiopatológicas pueden explicar esta vinculación”.
Sanz está convencido de que el hecho de que se estén aplicando este
tipo de técnicas a un personaje público y con tanta influencia como el Papa Francisco provocará que se aumente
la confianza en la eficacia que están ofreciendo las UCRIs: “Este ejemplo ayudará a validar las unidades en pacientes que no tienen opción. Habitualmente se utiliza el soporte con oxígeno de flujo y es necesario establecer contextos monitorizados y UCRIs diseñadas en este camino”.
"Las causas fisiopatológicas explican la vinculación de la enfermedad respiratoria y el ictus"
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Pese a que los informes publicados por los antiguos
Estados Pontificios no remarcan muchos detalles acerca del estado de salud del Papa, el especialista sí afirma que la neumonía que sufría Francisco “era muy grave. Un paciente joven hubiera sido intubado y trasferido a una UCI, pero en este caso se optó por una
ventilación no invasiva y probablemente fue trasladado en una unidad de alta monitorización o una
UCRI”.
La mortalidad aumenta tras los 90 días de enfermedad
Utilizar este tipo de técnicas permiten, en palabras de Sanz, “sacar al paciente de la
parte más peligrosa y que puede llegar a matarlo por una insuficiencia respiratoria aguda”. Además, el facultativo certifica que, después de tanto tiempo con
ventilación o
dos broncoscopias en un paciente con edad tan avanzada, “el pronóstico es malo y prácticamente la mitad fallece- cuando se producen neumonías tan graves, la inflamación no queda solamente en el pulmón, sino que se generaliza y
descompensa al resto de órganos”.
Por otra parte, el especialista apunta que dentro de los
primeros 90 días de sufrir esta enfermedad respiratoria, “la mortalidad llega a aumentar mucho. No es una mortalidad aguda, sino de los que sobreviven a este episodio grave pueden experimentar una
mortalidad a corto y medio plazo, tal y como le ha ocurrido al Papa”.
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