José Anotnio Forcada (Anenvac) y Manuela García (Cgcom)
El
uso de la mascarilla en España ha pasado a ser una de las cuestiones más discutidas estos últimos días, teniendo en cuenta el aumento de la población ya inmunizada y la relajación de otras medidas asociadas a la pandemia. Un asunto donde ni comunidades autónomas ni expertos encuentran un punto en común a la hora de fijar plazos.
Castilla La Mancha era la primera en desamarcarse este lunes al anunciar el
fin de la mascarilla en los espacios abiertos a partir de julio, al margen de lo que dictamine el Gobierno en su conjunto.
La medida se ha encontrado con el 'no' tanto de
médicos como enfermeras, al considerar que se trata de una
"decisión apresurada" que podría dar lugar incluso a un aumento de los contagios si no se gestiona de manera correcta.
El mantenimiento o la relajación en su utilización debe regirse "por
criterios epidemiólogicos más que por calendarios", opina Manuela García vicepresidenta segunda del
Consejo General de Colegios de Médicos (Cgcom).
El colectivo coincide con los expertos en Epidemiología al señalar los umbrales necesarios para la
eliminación de la mascarilla, como son un
riesgo de transmisión bajo, equivalente a una incidencia acumulada a 14 días
inferior a los 65 casos por cada 100.000 habitantes y una cobertura de
vacunación de los grupos de riesgo y mayores de 60 de entre el 60 y el 70 por ciento. En estos momentos, a un mes vista de la medida, ni el índice de vacunados ni el riesgo de contagio nacional, situado en un nivel medio, permitiría dejar de utilizar este tipo de protección sin riesgos.
Retirada conjunta de mascarillas en toda España
García, partidaria de implementar estas y otras medidas de desescalada "poco a poco", establece también
diferencias entre las zonas al aire libre o cerca de las playas, donde el riesgo de transmisión es "menor", sobre todo si se respetan las distancias de seguridad, y las
zonas interiores, que invitan a ser "todavía muy prudentes" al presentar un peligro mayor.
Es más, desde Cgcom abogan por mantener la mascarilla en algunos de estos lugares cerrados, como
aviones o teatros, incluso cuando termine la pandemia. También en determinadass "situaciones que supongan un riesgo de transmisión mayor", no solo de Covid-19 sino de "
cualquier virus respiratorio", como la
gripe.
La facultativa cree que estos meses atrás deben hacernos "cambiar el chip" y "acostumbrarnos a
llevar mascarilla en ciertos contextos", por ejemplo, cuando "estamos constipados" para reducir al máximo los contagios, como "ha ocurrido este año".
"Tenemos que ser muy precavidos a la hora de ir retirando esta medida", insiste García, partidaria de alcanzar un
consenso común entre las comunidades sobre esta restricción. La facultativa coincide con la ministra de Sanidad, Carolina Darias, quien, hace unas semanas, aclaró que la retirada de las mascarillas sería una decisión conjunta a nivel nacional y no individual por parte de cada gobierno regional.
"Lo lógico es hacer una medida centralizada que se pueda llevar a cabo en conjunto
cuando todas las autonomías estén preparadas para hacerlo", explicaba la facultativa, a excepción de "restricciones puntuales" marcadas por las circunstancias".
Mensaje de relajación "erróneo"
En esta línea, según José Antonio Forcada, presidente de
Anenvac, la decisión de levantar la obligatoriedad del la mascarilla no solo es "precipitada dada la situación epidemiológica actual", sino que constituye además un
"mensaje de relajación" a la ciudadanía. "Cualquiera de estas medidas tiene que estar fundamentada en una
fuerte evidencia científica", corrobora el enfermero, que. al igual que García, incide en que a día de hoy no es conveniente "poner fechas" a este tipo de medidas pese a la buena marcha de la campaña de vacunación.
"Si hubiéramos mantenido durante un tiempo más las medidas restrictivas, un mes o mes y medio más, seguro que
hubiera sido mucho más fácil implementar medidas de desescalada, porque a lo mejor habría una tasa de incidencia de 50 o 75 casos. Pero está por arriba de 125, que es un riesgo alto", concluye Forcada, que advierte que "las decisiones demasiados rápidas conducen a que se reafirme más que esto se ha acabado y que se puede hacer lo que a uno le dé la gana". Además asegura que, pese a aumentar la tasa de vacunados, "la IA no desciende tanto”.
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