De izquierda a derecha: José Pérez Silvestre, Javier Carrasco, Jorge Gómez Cerezo, Pedro Conthe y Nuria Muñoz.
A pesar de su alta
prevalencia, la
evidencia científica disponible para el tratamiento de la
diabetes con
insuficiencia cardiaca establecida genera dudas y hacen falta
ensayos clínicos para establecer conclusiones sólidas.
Javier Carrasco, coordinador del
Grupo de Trabajo de Diabetes de la Sociedad Española de Medicina Interna (
SEMI), ha abogado por mejorar además los criterios de definición de insuficiencia cardiaca al inicio de los estudios e incluir una
muestra representativa de la prevalencia real de la insuficiencia en la diabetes.
Y es que este tema es “más controvertido de lo que a priori pensamos”. Los estudios disponibles tienen ciertas
limitaciones como la baja presencia de pacientes con insuficiencia cardiaca establecida y no incidente (aquella que aparece durante el tiempo de estudio).
Metformina e insuficiencia
Las guías americanas de insuficiencia cardiaca han sido más "agresivas" en sus recomendaciones de valsartán
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Además, el internista del Juan Ramón Jiménez (Huelva) ha señalado la necesidad de
mejorar la definición de los eventos relacionados que se van a medir, “no solo las hospitalizaciones”, así como el objetivo terapéutico.
Ha hecho un repaso de las opciones de tratamiento disponibles para manejar la diabetes con insuficiencia cardiaca, desde la
metformina (“el fármaco de elección”) hasta los análogos de
GLP1 (“neutros en la incidencia de insuficiencia, pero hay que tener precauciones”) o las
insulinas basales, asociadas en algunos estudios a peor pronóstico pero probablemente por ser achacadas de “espectadoras de la enfermedad”.
Sacubitrilo/valsartán en insuficiencia cardiaca
Por su parte,
José Pérez Silvestre, internista del Hospital General Universitario de Valencia, ha hecho un extenso repaso de la eviencia disponible del uso de sacubitrilo/valsartán en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca, con el estudio '
Paradigm' como referencia.
“
Siempre criticamos que en los ensayos clínicos no se introduzca población anciana, pero éste sí lo hizo”, ha recordado. Sus resultados fueron tan positivos que se frenó el estudio y, aunque las guías europeas han sido más cautas en la introducción de este fármaco, las recomendaciones en Estados Unidos han sido más “agresivas”.
Entre otras cosas, por su
perfil de seguridad (“preserva la función renal de los pacientes, no produce tos, etc.”) y porque produce una mejora sintomática notable de la que “en estos momentos no tenemos explicación”.
Los ácidos omega 3 han mostrado un ligero beneficio pero no hacen falta más datos
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Carrasco y Pérez Silvestre han participado en la
XIV Reunión de Riesgo Vascular de la SEMI, en la mesa titulada 'El control de los factores de riesgo vascular en el paciente con insuficiencia cardiaca'.
Lípidos, estatinas e insuficiencia cardiaca
En la misma ha participado también
Nuria Muñoz, del Infanta Leonor de Madrid. Su ponencia ha versado sobre el control de los lípidos, lamentando que, en estudios, “el endopoint de insuficiencia cardiaca se ha empezado a mirar muy tarde”, al contrario que, por ejemplo, infarto.
Hablar de lípidos es hablar de
estatinas. Las recomendaciones sugieren tratar con este fármaco a aquellos pacientes de alto riesgo cardiovascular, con o sin disfunción sistólica, pero
no iniciar en pacientes con insuficiencia establecida de etiología no isquémica.
Muñoz ha hablado también de los ácidos grasos poliinsaturados omega 3, que ofrecen un ligero beneficio en pacientes con insuficiencia cardiaca “pero la evidencia no es grande, no hay datos suficientes para analizar eventos cardiovasculares y mortalidad”.
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