Ferrán García-Bragado Dalmau.
20 may. 2018 14:00H
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El registro Riete, impulsado en el año 2001 por Manuel Monreal, comenzó en unos pocos centros españoles. A día de hoy, está implantado en más de 30 países de todo el mundo y cuenta con casi 78.000 pacientes con Enfermedad Tromboembólica Venosa (ETV), lo que ha dado lugar a numerosas publicaciones sobre distintas parcelas de la enfermedad. Son tantos los datos que acumula que, a día de hoy, los especialistas pueden fiarse de ellos para llegar a diversas conclusiones sobre el abordaje de la enfermedad.
Así lo señala Ferrán García-Bragado, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario General Dr. Josep Trueta, de Girona, a Redacción Médica. El internista ha sido el presentador de la conferencia' ¿Nos podemos fiar de Riete?' que ha corrido a cargo de David Jiménez Castro, del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.
Este registro se ha convertido en uno de los grandes protagonistas del XIV Forum Multidisciplinar de la ETV, que se ha realizado en Barcelona los días 17 y 18 de mayo.
Datos del mundo real
Tal y como explica García-Bragado, desde su nacimiento se han hecho numerosas publicaciones a través de sus datos. Sin embargo, no es un ensayo clínico. "En sus inicios, la voluntad era intentar responder preguntas o generar conocimiento sobre algunos escenarios que se descartan en los ensayos clínicos habituales, que tienen unos criterios de exclusión muy estrictos", asegura.
Como, por ejemplo, datos con enfermos de una edad muy avanzada o mujeres embarazadas, pacientes con insuficiencia renal o riesgo pulmonar hemodinámicamente estable u otros escenarios que en estos ensayos clínicos aleatorizados los enfermos se excluyen.
A la pregunta de si sirven para modificar las guías de práctica clínica, responde que las que se realizan habitualmente están basadas en la evidencia científica. “Y claro, esta evidencia se hace a base de ensayos clínicos aleatorizados o de metaanálisis, y ese no es el caso del Riete. El registro aporta información sobre cómo se hace la actividad en el mundo real y generar hipótesis a base de sus resultados”, explica.
Eso sí, García-Bragado matiza que, en aquellos puntos en los que no hay evidencia científica, entonces se recurre a la opinión de expertos. "En ese aspecto sí que se puede aportar datos, sobre todo por el volumen tan numeroso de enfermos que hay en el registro", afirma. Sobre todo porque, como señala, se realizan controles de calidad, para asegurarse de que no haya duplicidades ni errores -una complicación fácil teniendo en cuenta que registra datos de 78.000 pacientes- y auditorías en los centros.
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