Las investigaciones actuales avanzan en tres direcciones.
La industria farmacéutica
trabaja, actualmente y según los datos de la Asociación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma por sus siglas en inglés),
en 563 moléculas que, en distintas fases de investigación y desarrollo, podrían potencialmente acabar convirtiéndose en
fármacos innovadores contra la enfermedad cardiovascular.
Sólo en
España, en la última década se han realizado
259 ensayos clínicos en estas patologías que han permitido, entre otras cosas, facilitar el acceso temprano de miles de pacientes a medicamentos novedosos.
En la actualidad, la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos para las enfermedades cardiovasculares avanza en una
triple dirección: anticuerpos monoclonales con acción hipolipemiante, inhibidores enzimáticos para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca y terapia génica dirigida a la reactivación del gen de la telomerasa y la regeneración de cardiomiocitos en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio.
Los medicamentos contra la enfermedad cardiovascular han demostrado ser ahorradores de costes sanitarios
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La efectividad de los fármacos
Los medicamentos han contribuido notablemente a
reducir las tasas de mortalidad. En el caso de España, entre los años 2000 y 2015 se ha observado una importante reducción en la tasa de mortalidad por accidentes cardiovasculares, con una
caída del 32,2 por ciento en el caso de la enfermedad cerebrovascular y del 4,6 por ciento en el caso de los infartos de miocardio, según se señala en el informe 'El valor del medicamento desde una perspectiva social'.
También han demostrado ser ahorradores netos de costes sanitarios. Se estima que el uso de antihipertensivos durante la década de los 90 en Estados Unidos evitó en 2002 un coste sanitario directo de 16.500 millones de dólares por infarto de miocardio y accidente cerebrovascular, correspondiendo el 70 por ciento de ellos a costes hospitalarios.
Hábitos de vida para reducir riesgos
La Fundación Española del Corazón ofrece una serie de
recomendaciones para reducir el riesgo de padecer estas dolencias o mejorar la calidad de vida si ya se ha sufrido una. Entre ellas destaca la conveniencia de mantener una alimentación cardiosaludable combinada con la práctica sostenida de ejercicio físico. Además, no fumar, controlar el peso y los niveles de colesterol y glucosa, vigilar la grasa acumulada en el abdomen y la tensión arterial, y controlar el estrés y la ansiedad.
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