Javier Barbado. Madrid
El Sistema Nacional de Salud (SNS) asume funciones que no le corresponden con motivo de la crisis económica para compensar, por ejemplo, la desigualdad en el reparto de la riqueza del país, según ha explicado a Redacción Médica la economista Beatriz González López-Valcárcel, investigadora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. “Al igual que sucede con el sistema educativo, el sanitario compensa el sistema fiscal español, cada vez más regresivo, redistribuyendo el capital por la vía del gasto”, explica.
Beatriz González López-Valcárcel. |
Un fenómeno similar para comprender la idea de la especialista –citado por ella misma– se observa en la subrogación del sistema educativo por parte del Ejecutivo de tres comunidades autónomas (Andalucía, Canarias y Cataluña), que han anunciado su intención de proporcionar servicio de comida a aquellos alumnos escolares que la necesiten fuera del horario y los cauces normales de esta prestación pública.
“La crisis está concentrando la distribución de la renta en España como lo demuestra el Índice de Gini publicado por el Eurostat, según el cual somos el cuarto país de los 27 de la Unión Europea con más desigualdad en el reparto, solo por detrás de Letonia, Bulgaria y Portugal”, razona. “E incluso es posible que, a corto plazo, quedemos por detrás de este último país en ese índice, ya que su Gobierno ha iniciado los cambios necesarios para una reforma fiscal”, cosa que no se ha hecho en España.
En este contexto, a López-Valcárcel le parece una “buena idea” el copago modulado por renta implantado por el Ministerio de Sanidad hace unos meses
Lo que no le parece tan acertado es la reacción de los decisores políticos al déficit presupuestario en el sentido de que “deberían quitar la grasa y dejar el músculo” pero, apremiados por la necesidad del recorte inmediato, más bien reducen este último. Tal como lo ve esta investigadora, desde la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero, en mayo de 2010, de disminuir los ingresos de los trabajadores públicos a esta parte, la búsqueda de solvencia ha llevado a tomar decisiones precipitadas en lugar de estratégicas porque, donde en realidad se despilfarra el dinero, es en aspectos como la falta de coordinación entre los niveles asistenciales, incluidos los servicios sociales, “pero resulta mucho más difícil corregir eso que recortar los presupuestos sin más”.
En cuanto a los efectos en la salud de la crisis –asunto que centró una ponencia de la entrevistada difundida en una jornada reciente de la Asociación de Economía de la Salud (AES)–, López-Valcárcel ha desvelado que, desde el punto de vista sociológico, no hay evidencias de ese impacto porque no ha aumentado, por ejemplo, la tasa de suicidios y, por otro lado, la reciente Encuesta Nacional de Salud revela que, por paradójico que resulte, los españoles se declaran enfermos con menor frecuencia que antes de la crisis: “Esto puede deberse a la imprecisión de los indicadores utilizados, a que los efectos se produzcan a más largo plazo por vías indirectas o bien porque, en España, hayan funcionado por el momento la respuesta protectora de las redes sociales y familiares”, asevera.