Las primeras experiencias de los residentes de primer año pasan por estrés, falta conocimientos y escasa supervisión

La frustración de los MIR en su primer año: "Sientes que no sirves"
Los MIR reclaman más enseñanzas prácticas.


20 jul. 2024 14:00H
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Los comienzos nunca son fáciles y menos en el ámbito sanitario. El paso de las aulas al ajetreo del hospital supone un shock para la mayoría de graduados que consiguen su plaza como Médico Interno Residente (MIR). La transición trae estrés e inseguridades a los facultativos primerizos en esa montaña rusa que suponen los cuatro años de residencia. "Durante la carrera te adaptas a los altibajos y esta fase no iba a ser menos", ha relatado Ester, residente de Medicina de Familia en el Hospital de Son Espases (Mallorca), a Redacción Médica.

En total, más de 32.000 MIR atienden en el Sistema Nacional de Salud (SNS). De estos, 8.552 han accedido este año a través de la última convocatoria. Sin embargo, obtuvieran su plaza en 2024, 2023 o 2022, todos comparten que los nervios hacen acto de presencia frente a los primeros pacientes. "La primera vez que me tocó atender a un paciente por mi cuenta estaba algo nervioso pero como era una patología habitual y había estado viendo ya como lo hacían mis adjuntos y residentes mayores me sabía un poco el 'guion' y el manejo, así que creo que lo hice aceptablemente bien", ha comentado positivo Aitor, situado en la especialidad de Cardiología en el Hospital Universitario de Donostia. 


"Me sentía como una actriz que interpretaba un papel", ha señalado Ester



El vasco atendió por primera vez a una persona él solo en Urgencias. Esta tónica se repite en la mayoría de jóvenes médicos. "Mi primer paciente sin adjunto fue en un box de UCI, el quinto día de mi residencia. Me sentía como una actriz que interpretaba un papel", ha puntualizado Ester. "La verdad es que atendiendo los primeros pacientes me sentía insegura, con dudas y con mucho miedo a equivocarme o gestionarlo mal", ha reconocido Inés, residente de Neurología en Son Espases. 

Su compañera de Medicina de Familia del centro hospitalaria balear Patricia también se enfrentó a un enfermo en el servicio de Urgencias. "Lo recuerdo con mucho estrés. Tenía la entrevista y no quería dejarme nada por el camino y al final siempre te dejas cosas. Además, todavía no tienes el ojo clínico muy desarrollado, por lo que cuesta todo más. Te quedas con la sensación de que no sirves para esto", ha admitido la residente. Palabras que suscribe Elena, MIR en Medicina Interna en el principal hospital de Baleares, a la que sus primeras experiencias le ayudaron a forjarse dentro del ambito de la salud. "Recuerdo que esa situación de estar sola frente al paciente me dio muchísimo vértigo, y gracias a enfrentarme sola a ello fue como mejor aprendí a superar cada una de las barreras y dificultades que puede llegar a suponer los pacientes", ha sentenciado la sanitaria. 


Poca preparación práctica en Medicina


La mayoría de sanitarios consultados por este medio han reconocido que la adaptación no fue sencilla. El trabajo en equipo, el ritmo frenético del sistema sanitario, los problemas técnicos -por ejemplo, el funcionamiento del programa informático del hospital-, el volumen de casos y los horarios son nombrados como los peores enemigos de los residentes de primer año. "Fue complicado acomodarme. Venía de repetir el examen MIR y hacía tiempo que me había desvinculado un poco de la atención a pacientes. Al final, lo que haces en un servicio no tienen nada que ver con lo que has estudiado", ha remarcado Patricia.

Además, los residentes aterrizados en el entorno laboral no cuentan frecuentemente con las herramientas suficientes para gestionar las primeras consultas. Tomeu, otro residente de Anestesiología en Baleares, se preparó a conciencia y con antelación para asistir de la mejor manera posible a sus pacientes. Fuera de su horario laboral, consultó bibliografía y estudió los protocolos del hospital. Pero, no estaba capacitado para las lágrimas. "Me encontré con una mujer a la que le tenían que hacer una histerectomía y doble annexectomía. Ella no entendió muy bien que implicaciones tenía a nivel reproductivo y endocrino y se puso a llorar. Me quedé helado, porque no me lo esperaba", ha contado el anestesiólogo.


"Lo que haces en un Servicio no tiene nada que ver con lo que has estudiado", ha remarcado Patricia



"Estuve media hora con la mujer en vez de los 10 minutos que tenía por paciente, por lo que me tuve que disculpar con las siguientes personas que tenían cita", ha reconocido Tomeu. "Sentí que estaba insuficientemente preparado para la gestión emocional de los pacientes y el tiempo de consulta. Asimismo, creo que poco supervisado", ha agregado. La duración de las sesiones de atención fue también un problema para Meritxell de Medicina Interna en Mallorca. "En consultas vas solo desde el primer día y no estamos acostumbrados a decisiones rápidas", revela la facultativa, a quien le costó aprender a manejar los 15 minutos dados para diagnosticar, solicitar más pruebas, comentar el historial de la persona y dar tratamiento. 

Precisamente, el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) ha demandado que el último año del grado sea completamente práctico, para enlazar con mayor facilidad a los estudiantes al SNS. Una propuesta descartada por el Ministerio de Sanidad, ya que no estaría enmarcada en la legalidad de la formación sanitaria especializada. 

Una formación extra que podría fomentar el trabajo práctico en determinadas especialidades. Vanessa, residente de Pediatría en el Hospital Universitario Río Carrión (Palencia), ha aseverado que la residencia es el espacio en el que empezó a aprender las especifidades de su rama médica. "Ahora empiezas a tener una mayor responsabilidad, a centrarte y a profundizar más en tu especialidad. En mi caso, como residente de Pediatría, la carrera de Medicina está más enfocada al adulto, entonces debemos aprender a manejar las patologías de los niños que son bastante diferentes".
 

Poco a poco 


Pese a las complicaciones, todos se acostumbran poco a poco al compás de la Medicina, a medida que pasan los días y por ende su grado de experiencia va in crescendo. Así, la habilidad de diagnosticar, realizar las preguntas correctas a un paciente o los conocimientos sobre el propio sistema sanitario y los fármacos que aplicar se acoplan en la memoria de los recién llegados al hospital. 


"Sentí que estaba insuficientemente preparado para la gestión emocional de los pacientes y el tiempo de consulta", ha afirmado Tomeu



Pero, hay algo a lo que los residentes siempre les cuesta más amoldarse: las guardias. Estos turnos de 24 horas crispan los nervios de los médicos al principio de su carrera profesional y generan ansiedad en las plantillas. "Los horarios de las guardias es lo que más se me está complicando", ha admitido Aitor. "El problema de las guardias radica en la falta de información. Puedes tener una idea, pero no eres consciente de lo que es hasta que has hecho una", ha destacado Patricia. Un estado de ansiedad que no remite con el paso del tiempo.

Precisamente, en las dificultades, los primerizos suelen apoyarse entre ellos y buscar refugio en los residentes de los últimos años. "Nos ayudamos mucho entre nosotros", ha afirmado Patricia. También en los adjuntos, aquellos médicos que supervisan el trabajo de los residentes. "Saber que tienes pacientes a tu cargo impone, por eso creo que es necesario sentirse acompañado", ha destacado Vanessa. No obstante, ese sostén del MIR depende del profesional. "En ocasiones se genera un conflicto entre los R1 con conocimientos teóricos y una idea inadecuadamente vertical de asistencia sanitaria y el personal que lleva muchos años en su puesto de trabajo, tiene grandes conocimientos prácticos, pero que es reticente a cualquier cambio, pese a que sea nimio", ha explicado Tomeu.
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