La
sordera o pérdida de audición es una alteración que afecta a muchas personas, fundamentalmente de edad avanzada. Se estima que 1 de cada 3 personas mayores de 65 años tiene dificultades graves para oír.
En niños, la pérdida de audición tiene un importante impacto sobre su desarrollo y capacidad de aprendizaje.
En la audición, las ondas sonoras que llegan a nuestra oreja son amplificadas a su paso por el canal auditivo externo, tímpano, y cadena de huesecillos, siendo posteriormente convertidas en impulsos eléctricos transmitidos por el nervio acústico hasta nuestro cerebro.
Causas de la sordera
Las causas de pérdida de audición son múltiples. Pueden ser debidas a:
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Dificultades en la propagación de las ondas sonoras hasta el nervio auditivo como consecuencia de enfermedades del canal auditivo externo, tímpano o cóclea (sordera de conducción o transmisión)
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Problemas en el nervio auditivo o en el cerebro, que impiden que se forme adecuadamente el impulso nervioso o que éste sea comprendido por el cerebro (sordera neurosensorial)
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Mezcla de ambas alteraciones (sordera mixta).
Las causas de sordera de conducción o transmisión son:
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Falta congénita (de nacimiento) del canal auditivo externo (atresia del canal auditivo).
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Taponamiento del canal auditivo por cera, por la introducción de un cuerpo extraño, por la inflamación del canal como consecuencia de una otitis externa o por un tumor.
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Perforación de la membrana del tímpano por una otitis media o por traumatismos.
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Alteración de la cadena de huesecillos por infecciones o traumatismos.
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Otitis media.
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Presencia de un colesteatoma.
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Acumulación de líquido o cicatrización del oído medio.
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Otosclerosis, es decir, la fijación y rigidez de uno de los huesecillos del oído, el estribo, que impide una adecuada movilidad y transmisión del sonido. Se hereda de forma autosómica dominante (lo heredarían la mitad de los descendientes de una persona afectada), pero con una penetrancia incompleta, es decir, no todas las personas que heredan el defecto desarrollan la enfermedad. La pérdida de audición comienza entre los 20 y 40 años siendo característico que, en las mujeres, el primer diagnóstico se realice durante el embarazo. Mejora con la colocación de un audífono o con la realización de cirugía para separar el estribo. A veces la enfermedad se extiende a la cóclea (otosclerosis de cóclea) con lo que aparece una sordera mixta.
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Presencia de una tercera ventana en el oído interno. Normalmente existen 2 ventanas o comunicaciones entre el oído interno y el oído medio. Si se forma una tercera comunicación se puede producir una sordera de conducción.
Las causas de sordera neurosensorial serían:
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Traumatismos acústicos mantenidos en el tiempo (exposición continuada a un ruido intenso).
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Medicinas que dañan el oído interno (medicinas para orinar, antibióticos aminoglucósidos, aspirina o medicinas para tratar el cáncer).
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Fracturas del hueso temporal.
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Tumores del cerebro (meningiomas y otros).
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Meningitis.
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Otosclerosis coclear.
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Enfermedad de Meniere.
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Infecciones víricas. Son causa de pérdida brusca de audición por un único oído
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Edad avanzada (presbiacusia). Es la causa más frecuente de sordera neurosensorial en los adultos. Inicialmente se afectan los sonidos de alta frecuencia y posteriormente todos los demás. La pérdida de audición se acompaña de pérdida de nitidez en la misma, resultando difícil entender algunas palabras, sobre todo cuando existe mucho ruido ambiental. Los audífonos mejoran la llegada del sonido pero no la nitidez de la audición. Si los audífonos no solucionan el problema se recomiendan los implantes cocleares.
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Enfermedades vasculares (ictus), enfermedades desmielinizantes, infecciosas, tumorales o degenerativas (esclerosis múltiple) que afecten a las vías auditivas cerebrales.
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Enfermedades hereditarias que se acompañan de neuropatía sensoriomotora y enfermedades degenerativas de la mielina.
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Otras sorderas hereditarias. Suelen iniciarse en la infancia aunque también pueden manifestarse por primera vez en la vida adulta. En un tercio de las ocasiones se asocian con alteraciones en otros órganos. Se han descrito muchos tipos distintos con diferentes formas de herencia.
¿Cómo se diagnostica la pérdida de audición?
Los objetivos iniciales al evaluar a una persona con sordera son:
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Determinar si se trata de una pérdida de audición de conducción, neurosensorial o mixta.
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Evaluar la gravedad de la alteración auditiva.
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Determinar la localización anatómica de la alteración, es decir, si se encuentra en el oído externo, en el medio, en el interno o en las vías nerviosas cerebrales.
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Conocer la causa de la sordera.
El diagnóstico de la sordera requiere:
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Una historia precisa sobre el inicio (cuándo fue, si fue lentamente o de forma brusca), si afecta a uno o a ambos oídos y la velocidad de progresión. Si se asocia a otros síntomas como vértigo, tinnitus (percepción de ruidos inexistentes), inestabilidad al caminar, dolor de cabeza, otorrea (emisión de líquido por el canal auditivo), etc. Si ha habido factores como traumatismos previos, exposición a ruidos, toma de medicinas que dañan el oído, historia familiar de sordera, etc.
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Se debe evaluar si solo hay pérdida de audición o también de dificultad en la claridad de lo que se oye, lo que sugeriría una afectación neurosensorial.
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Una otoscopia (mirar el interior del canal auditivo externo con una luz) para valorar todas las estructuras del canal auditivo externo y el tímpano.
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Test del diapasón de Rinne y Weber. Son pruebas para evaluar la intensidad de la pérdida de audición y si se trata de conductiva o neurosensorial.
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Test de Rinne. Compara la audición a través del aire frente a la audición a través del hueso. Para ello se coloca un diapasón enfrente del oído y posteriormente apoyado en la apófisis mastoides (el hueso de detrás de la oreja) solicitando al paciente que indique cómo lo escucha más fuerte.
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Test de Weber. El diapasón se coloca en la parte superior y central del cráneo y se pregunta al paciente si lo escucha igual de bien en ambos oídos.
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Diferentes estudios auditivos:
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Audiometría de tonos puros. Evalúa la agudeza para escuchar tonos puros emitidos por un audiómetro a diferentes frecuencias e intensidades en una cámara especial. Permite establecer la capacidad auditiva de cada oído por conducción aérea (emitiendo sonidos a través de unos cascos) y por hueso (a través de diapasones). Los resultados se presentan con unas curvas denominadas audiogramas. Este test permite conocer si existe algún problema auditivo, determina su gravedad, indica si es unilateral o bilateral y si se debe a un problema de conducción o neurosensorial. Además permite sospechar algunas causas del déficit de audición.
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Test de audiometría del lenguaje. Evalúa la claridad con la que una persona entiende. Para ello se evalúa si distingue entre dos sílabas pronunciadas de forma consecutiva con el mismo tono. Puede estar alterado en algunas sorderas neurosensoriales.
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Timpanometría. Válido para evaluar alteraciones del oído medio. Los resultados se presentan en un timpanograma.
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Electrococleografía (potenciales evocados). Es importante para el diagnóstico de la enfermedad de Meniere.
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Otras pruebas. En ocasiones puede existir indicación para realizar un TAC o una RMN del oído.
¿Es hereditaria la sordera?
Varias formas de sordera tienen un claro componente hereditario, como la otosclerosis. Existen numerosas formas de sordera asociadas a alteraciones en múltiples genes, con formas de transmisión autosómica dominante y autosómica recesiva.
Prevención de la pérdida de audición
Muchas causas de sordera pueden ser prevenidas. Por ejemplo protegiéndose de ruidos intensos con cascos, evitando administrar antibióticos u otras medicinas que puedan dañar el oído, etc. El tratamiento rápido de las otitis medias, así como la colocación de tubos de timpanostomía para extraer el líquido del interior del oído medio en las otitis serosas puede prevenir también el desarrollo de sordera. Otras formas de sordera, sin embargo, no pueden ser prevenidas.
¿Cuál es el tratamiento de la sordera?
En general, la mayoría de
sorderas de transmisión disponen de la posibilidad de un tratamiento quirúrgico:
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La atresia del canal auditivo puede ser operada.
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En caso de perforación de tímpano por traumatismos o por una otitis media, puede realizarse una timpanoplastia.
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Los colesteatomas pueden ser extirpados.
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La otosclerosis tiene también una cirugía específica retirando el hueso llamado estribo (estapedectomía).
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Los audífonos son eficaces en una buena parte de pacientes con sordera conductiva.
Las
sorderas neurosensoriales son más difíciles de manejar. Puede ayudárseles con
audífonos de pequeño tamaño que incluso pueden transportarse en el interior del canal auditivo. Cuanto mayor es el defecto auditivo mayor es el tamaño del aparato que debe ser colocado. Dado que no solo amplifican la voz sino también el ruido ambiental muchas veces se precisa colocarlos en dirección hacia la zona de donde proviene la voz, lo que implica aparatos con una estética no deseable. Estos aparatos amplifican el sonido sin mejorar la claridad de audición, una limitación importante en sujetos con presbiacusia.
Los pacientes con sordera de un único oído pueden tener problemas en la localización del sonido y en su claridad. Esto puede solucionarse parcialmente con aparatos que llevan un micrófono en el odio afectado y que dirigen el sonido al oído contralateral. Existen otros dispositivos que pueden sujetarse en el cráneo y que transmiten el sonido al oído sano a través de la vibración.
En algunas salas de conferencias o de teatro, se dispone de la posibilidad de transmitir el sonido de los micrófonos mediante ondas (radiofrecuencia, infrarrojas) directamente al audífono del paciente. Incluso recientemente a través del teléfono móvil.
En caso de que los audífonos no sean de utilidad y en situaciones de sordera muy grave y, siempre con criterios muy selectivos, pueden valorarse los
implantes cocleares. Permiten transformar la energía del sonido en energía eléctrica, estimulando al nervio auditivo. Estos implantes facilitan la lectura de los labios, el reconocimiento de palabras y ayudan a articular mejor la propia voz. Tras su utilización durante un tiempo, un gran porcentaje de pacientes es capaz de mantener una conversación sin necesidad de seguimiento visual y 3 de cada 4 son capaces de mantener una conversación telefónica.
Otros consejos
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Los pacientes con problemas auditivos oyen mejor si se evita el ruido de fondo (radio o televisión).
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La capacidad de mantener la conversación mejora si pueden leer los labios.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.