Diccionario de enfermedades

Fobias

Diagnóstico de fobias
Una fobia es un temor excesivo y persistente a objetos o situaciones, ante cuya anticipación o exposición se produce una reacción inmediata de ansiedad (ataque de pánico). El objeto o la situación no poseen en ellos mismos ningún peligro o éste es escaso.

El paciente evita exponerse a estas situaciones u objetos, lo que conduce a alteraciones en sus relaciones sociales o laborales. Los ataques de ansiedad o pánico pueden ser precipitados por el agente fóbico en cuestión o pueden aparecer de forma espontánea. A diferencia de otros trastornos de ansiedad, el paciente con una fobia sólo presenta crisis ansiosas en situaciones muy concretas.

Las fobias son frecuentes y afectan a un 10 por ciento de la población. Si bien suelen diagnosticarse en el comienzo de la edad adulta, existen rasgos fóbicos ya presentes en la infancia. Existe una cierta tendencia familiar a desarrollar fobias.

Tipos de fobias más comunes

  • Animales. Algunas habituales son la fobia a los tiburones, a las avispas, a los ratones...etc). 
  • Situaciones ambientales (alturas, tormentas, agua).
  • Sangre, inyecciones o sentir dolor.
  • A determinadas situaciones (por ejemplo ir en avión).
  • A exposición social, lo que se denomina fobia social (relacionarse en una fiesta, encontrarse con extraños).
  • A encontrarse en lugares cerrados (claustrofobia). Por ejemplo en ascensores, recintos cerrados, etc.
  • Otros tipos de fobias (evitación fóbica de situaciones que pueden provocar atragantamiento, vómito o adquisición de una enfermedad; en los niños, evitación de sonidos intensos o de personas disfrazadas).

Diagnóstico de fobias


Los criterios que se requieren para el diagnóstico de una fobia específica son:
  1. Temor acusado y persistente, excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específica (volar, precipicios, animales, administración de inyecciones, visión de sangre).
  2. La exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional, más o menos relacionada con una situación determinada. En los niños la ansiedad puede traducirse en lloros, berrinches, inhibición o abrazos.
  3. La persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional. En los niños puede faltar este reconocimiento.
  4. La(s) situación(es) fóbica(s) se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar.
  5. Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o el malestar provocados por la(s) situación(es) temida(s) interfieren acusadamente con la rutina normal de la persona, con sus relaciones laborales (o académicas) o sociales, o bien provocan un malestar clínicamente significativo.
  6. En los menores de 18 años la duración de estos síntomas debe haber sido de 6 meses como mínimo.
  7. La ansiedad, las crisis de angustia o los comportamientos de evitación fóbica asociados a objetos o situaciones específicos no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental, por ejemplo, un trastorno obsesivo-compulsivo (por ejemplo miedo a la suciedad en un individuo con ideas obsesivas de contaminación), trastorno por estrés postraumático (evitación de estímulos relacionados con un acontecimiento altamente estresante), trastorno de ansiedad por separación (evitación de ir a la escuela), fobia social (evitación de situaciones sociales por miedo a que resulten embarazosas), trastorno de angustia con agorafobia, o agorafobia sin historia de trastorno de angustia.



Criterios para el diagnóstico de la fobia social


Los criterios que se requieren para el diagnóstico de una fobia social son:
  1. Temor acusado y persistente por una o más situaciones sociales o actuaciones en público, en las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen al ámbito familiar o se cree expuesto a la evaluación por parte de los demás. El individuo teme actuar de un modo que sea humillante o embarazoso, o teme mostrar síntomas de ansiedad. En los niños es necesario haber demostrado que sus capacidades para relacionarse socialmente con sus familiares son normales  y que la ansiedad social aparece en las reuniones con individuos de su misma edad y no sólo en cualquier interrelación con un adulto.
  2. La exposición a las situaciones sociales temidas provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o menos relacionada con una situación. En los niños la ansiedad puede traducirse en lloros, berrinches, inhibición o retraimiento en situaciones sociales donde los asistentes no pertenecen al marco familiar.
  3. El individuo reconoce que este temor es excesivo o irracional. En los niños puede faltar este reconocimiento.
  4. Las situaciones sociales o actuaciones en público temidas se evitan o bien se experimentan con ansiedad o malestar intensos.
  5. Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o el malestar que aparece en la(s) situación(es) social(es) o actuación(es) en público temida(s), interfieren acusadamente con la rutina normal del individuo, con sus relaciones laborales (o académicas) o sociales, o bien producen un malestar clínicamente significativo.
  6. En los individuos menores de 18 años la duración del cuadro sintomático debe prolongarse como mínimo 6 meses.
  7. El miedo o el comportamiento de evitación no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (drogas, fármacos) o de una enfermedad médica y no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno metal (trastorno de angustia con o sin agorafobia, trastorno de ansiedad por separación, trastorno dismórfico corporal, un trastorno generalizado del desarrollo o trastorno esquizoide de la personalidad).
  8. Si existe una enfermedad médica u otro trastorno mental, el temor descrito en el Criterio 1 no se debe relacionar con estos procesos (el miedo no es debido a por ejemplo la tartamudez, a los temblores de la enfermedad de Parkinson o a la exhibición de conductas alimentarias anormales en la anorexia nerviosa o en la bulimia nerviosa).
La fobia social se considera generalizada si los temores hacen referencia a la mayoría de las situaciones sociales (en estas circunstancias se debe considerar también el diagnóstico adicional de trastorno de la personalidad por evitación).

¿Son hereditarias?


Las fobias aparecen con más frecuencia entre miembros de una misma familia, por lo que debe existir algún componente hereditario.

¿Cuál es su tratamiento?

  • El tratamiento con beta-bloqueantes (propanolol, atenolol) puede ser útil en determinadas fobias de actuación, pero no en fobias sociales generalizadas. Este tratamiento reduce los signos externos de ansiedad (taquicardia, sudoración, temblor, etc.).
  • La fobia social puede tratarse con determinados antidepresivos.
  • Si bien las benzodiacepinas (tranquilizantes) pueden ser eficaces antes determinadas situaciones fóbicas, el carácter crónico de la enfermedad limita su uso.
  • La psicoterapia conductual es útil en muchas circunstancias dado que la tasa de recaídas es alta si únicamente se utilizan medicamentos.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.