Médicos y veterinarios son profesionales imprescindibles, si un Sistema Sanitario Integrado quiere ser de excelente calidad.
Como toda flota que se precie, su misión solamente puede tener éxito si los diferentes tipos de embarcaciones que la conforman pueden desarrollar su función específica, sin más limitaciones que las propias de sus respectivas características; una lancha rápida jamás podrá substituir un portaaviones, ni este jamás podrá substituir con eficiencia una barcaza de desembarco. Quien tiene el alto mando de las operaciones ha de practicar estos sencillos conceptos sin que le tiemble el pulso, o sea, sin dejarse intimidar por el comandante del portaaviones.
En términos marineros, del conjunto de profesionales que servimos en la Sanidad Animal, los veterinarios son su buque insignia. Lo mismo cabe decir de los médicos en relación a la Sanidad de la especie humana.
No obstante su papel no solamente preponderante sino incluso imprescindible, tanto médicos como veterinarios muestran un miedo incomprensible a perder sus respectivos liderazgos, indiscutibles e indiscutidos. Un signo evidente de su extraño temor se evidencia cuando se esfuerzan en eliminar o hacer “invisibles” de su entorno a otros profesionales, como por ejemplo los biólogos.
Los médicos se han parapetado en la LOPS, con la indisimulada anuencia de la Administración Sanitaria española.
Por otra parte, nadie discute la hegemonía de los veterinarios en el ámbito de la Sanidad Animal; en este sentido, la Ley 8/2003, de 24 de abril, de Sanidad Animal es muy clara, aunque su artículo 7.1 utiliza el término genérico “profesionales”, que obviamente incluye a los veterinarios. En base a esta razonable y sana generalización, otros profesionales, como por ejemplo los biólogos, también tenemos competencias reconocidas en acuicultura (artículo 24.2.c) del Real Decreto 1.614/2008, de 3 de octubre y las Órdenes que lo desarrollan para especies como el rodaballo o la trucha) o en bienestar animal (anexo I del Real Decreto 1.201/2005, de 10 de octubre) o en fauna salvaje ( Ley 42/2007, de 13 de diciembre, en relación con los artículos 3.c.6º), 3.9. y 4h) del Real Decreto 948/2009) y en seguridad alimentaria ( artículo 22.c) del Real Decreto 19/2014, de 17 de enero).
Pues bien, una muestra del ya confesado miedo a perder su hegemonía en el ámbito de la Sanidad Animal la muestran los veterinarios cuando temen que la Unión Europea admita que otros profesionales también puedan efectuar inspecciones en mataderos. Como si ellos fueran los únicos con conocimientos en bienestar animal, alimentación, patologías microbianas, histología, ….
En definitiva, las Administraciones sanitarias (el alto mando operativo de la flota) no aprovechan las sinergias que se producirían y que potencialmente existen si reconocieran las aportaciones de profesiones especializadas en determinadas materias relativas a la Salud (las lanchas, hidroaviones, catamaranes, acorazados, …), cuando colaboran con médicos y veterinarios (los buques insignia de la flota) en la consecución de la misión: la mejora de la Salud de los Ciudadanos.
Atónitos, asistimos a esta ceremonia de indisimulado pánico profesional de quienes son el pilar de nuestro Sistema Sanitario Integrado.