“Todo lo que se hace se puede medir; sólo si se mide se puede controlar; sólo si se controla se puede dirigir y sólo si se dirige se puede mejorar”. Esta frase de Pedro Mendoza es perfecta para entender lo que sucede cada año con la epidemia de gripe, los colapsos de las urgencias, el desbordamiento de las consultas de Atención Primaria, ese déjà vu que se repite.
Sabemos cuándo llega la gripe; sabemos cómo nos afectará; sabemos que coincide con periodo de vacaciones de muchos profesionales; sabemos que tenemos que hacer frente a miles de consultas; sabemos a lo que nos enfrentamos. Es decir, que se puede medir con gran aproximación a la realidad. Mi duda es si se hace, si quien lo hace lo hace bien, si sus 'mediciones' se elevan a los responsables o se guardan en su cajón, y si estos hacen algo con ello o simplemente piensan: “¡Ya están estos pesados poniéndose alarmistas!” Todos los años lo mismo. Estoy convencido de que el trabajo de los técnicos sí se hace, que se eleva a la 'superioridad político/gestora', y hasta ahí llega mi convicción.
Bien, ya sabemos que se ha medido, o al menos eso creo. El siguiente paso es hacer una planificación que permita el control de la catástrofe. Aquí ya tengo mis dudas. Parece que siempre hay datos que nos hacen pensar que, o se hacen mal las cosas, o no se hacen. Ejemplos hay muchos, y hemos vivido dos muy recientes. Uno es el tema que nos ocupa, la gripe y sus consecuencias. Otro ha sido el caos generado por las nevadas. Siempre se llega tarde y siempre se crean los mismos problemas. Y esta parte, la del control, es más un problema de responsabilidad, no de los profesionales, sino de los gestores.
Siguiente paso. Si se controla se puede dirigir. Como parece que no hay control, o al menos los resultados así lo hacen pensar, mal se podrá dirigir. Claro, dirán nuestros insignes dirigentes, “estos son hechos puntuales” y no se pueden controlar. Se ponen en marcha medidas contundentes, tales como “prohibir hacer fotos”, “abrir pasillos para hospitalizar pacientes”, citar a 75 pacientes al médico de Familia, ese que puede con todo, mientras en los fastuosos despachos de analizan datos, se discuten medidas, se buscan profesionales, se suspenden permisos, se redactan comunicados, etc. Todo muy útil y profesional, como queda evidenciado con más hechos puntuales. Por cierto, punto tras punto, se hace una línea recta infinita. También esta parte, la de dirigir, es de los gestores, no de los profesionales.
Por último, para mejorar hay que dirigir. Reduciendo las cosas al más estricto simplismo, podemos concluir que, evidentemente, si cada año se repite e incluso empeora la situación, no se está dirigiendo. Pasará esta crisis, pasarán las gripes, pasarán los problemas habituales, seguiremos con urgencias mal dimensionadas, plantillas escasas, estructuras obsoletas, y llegaremos al tiempo de las lluvias persistentes con sus habituales inundaciones, caídas de techos, fallos eléctricos, etc. Vamos, nuevos hechos puntuales que no por repetidos dejan de serlo, y llegaremos a los calores del verano, los equipos de aire acondicionado que no funcionan, los cierres de camas, de nuevo las vacaciones del personal, etc., y por ello termino como empecé, diciendo que “Todo lo que se hace se puede medir; sólo si se mide se puede controlar; sólo si se controla se puede dirigir y sólo si se dirige se puede mejorar”, con la esperanza de que esta frase solo sea de verdad utilizada como un “hecho puntual” y sea una realidad que se mida, se controle, se dirija y se mejore. Y esto último siento decir que me provoca una cierta risa sardónica (contracción involuntaria de los músculos de la cara de la que resulta un gesto parecido al que se hace cuando se ríe).