Hace un par de semanas, de la mano del Ateneo de Granada, participé en un debate en el Colegio de Médicos de la ciudad de la Alhambra con el Dr. Martínez Olmos sobre la colaboración público-privada y el papel del sector sanitario privado en el futuro de nuestro sistema sanitario. Como no puede ser de otra forma entre gente correcta, educada y con el mismo objetivo -que el sistema sanitario funcione lo mejor posible-, aunque haya algunas cuestiones que las enfoquemos de manera diferente, el debate demostró, como pasa casi siempre, que hay muchas más cosas que nos unen de las que nos separan y que con un poco de voluntad y tolerancia podríamos alcanzar muchos logros en pro de un acuerdo para nuestro sistema sanitario, bueno para todos, que, como también quedó patente, necesitamos urgentemente.
He de decir que me sorprendió el hecho de que el moderador abriera la jornada diciendo que él había sido uno de los fundadores de la Federación para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp) en el año 1983, ante lo cual le pregunté que por qué era necesario, en ese momento, una Federación para defender la sanidad pública, a lo que él me contestó que no es que hubiera nadie en contra de la sanidad pública sino que simplemente no existía sanidad pública. En cualquier caso, he de decir que, partiendo de mi defensa del papel indispensable que tiene hoy por el hoy sistema sanitario privado, sobre la base y fundamento que desde IDIS hemos hecho, desde nuestros inicios, de un sistema sanitario en el que exista una mayoritaria financiación pública, de cobertura universal y con el máximo nivel de prestaciones posibles para los ciudadanos, tanto el debate como el coloquio posterior con el público que asistió discurrieron de forma amable y constructiva durante algo más de 2 horas.
Nada que ver con las recientes declaraciones que se escuchan por otros lares en nombre de esta Federación, en las que se trasluce que existe solo el fin de promover la defensa de la sanidad pública a costa de tratar de desprestigiar la sanidad privada, tratando de reducirla a un simple negocio, y a sus pacientes en clientes. A costa de decir que no es que la sanidad pública tenga dificultades para afrontar los retos que tiene en cuanto a sostenibilidad, accesibilidad, o equidad, sino además a negar esas dificultades y a alegar, en cambio, que todo se debe a una campaña de desprestigio por parte de la sanidad privada y al hecho de que en los puestos directivos de algunas empresas hay antiguos miembros de las administraciones públicas. Como si por haber trabajado para la administración alguna vez existiera una cláusula de no competencia de por vida y, lo que es más sorprendente, como si la sanidad privada, que tuvo que poner en marcha el IDIS para tratar de hacerse valer o al menos que se conociese la aportación que hacia al sistema sanitario, tuviera tanto poder como para ejercer esa influencia que se nos supone.
Por otra parte, se acaban de hacer públicas las cifras de gasto sanitario público del año 2012 por Eurostat. Poco más de 63.000 millones de euros, lo que supone 6.000 millones menos que lo gastado 2 años antes, enarbolando, eso sí, la bandera de cobertura universal en condiciones de equidad para toda la población. La verdad es que la reducción estará justificada desde el punto de vista económico, pero que las cifras son desalentadoras es un hecho que no podemos evitar, más si cabe, si tenemos en cuenta que cada año, dados los índices de natalidad en los que nos movemos, la edad media es casi un año mayor y que la innovación tecnológica y terapéutica avanza incansablemente en base a actualizaciones para tratar de dar la mayor calidad posible en la asistencia a los pacientes.
Sea como fuere que los recursos públicos son limitados y la demanda de la población en materia sanitaria y social es infinita es una realidad. Sobre todo, si lo que pretendemos es continuar sin hacer ningún recorte real en las prestaciones, ni sanitarias ni sociales. Más todavía, si además todos somos conscientes de que tenemos totalmente infrafinanciada la dependencia y eso deja a nuestros mayores en situaciones de exclusión social y de injusticia con respecto a la cobertura del sistema para los procesos sanitarios.
Por tanto, y aprovechando la experiencia del viaje a Granada, no quiero desaprovechar una vez más la oportunidad y seguro que no será la última, para tender la mano a quienes tienen un planteamiento ideológico diferente para tratar entre todos de mantener las condiciones de nuestro sistema sanitario. Excluyendo al sector privado, con toda la aportación en innovación que tiene, por ejemplo, solo contribuyen a empobrecer nuestro sistema sanitario y a excluir en realidad a todos aquellos ciudadanos que no tienen acceso al mismo. Desprestigiando al sector privado injustamente solo condicionan a la sociedad y a las administraciones públicas para que no lo utilicen y con ello se desaprovechan los recursos que podríamos disponer todos. Culpabilizando al sector privado de los problemas del sector público, solo se contribuye a generar odio y rechazo en quien no tiene acceso ni suficientes conocimientos contra un sector que es de los pocos que sigue siendo una fuente de generación de riqueza y empleo para nuestro país.
Seguro que remando juntos conseguimos mucho más.