Un principio básico, tanto de la física clásica newtoniana, como de la mecánica cuántica y de la vida en general, -a excepción de los agujeros negros-, es que la descripción de los sucesos, se pueden analizar de una manera retrospectiva, y una vez que se conoce la situación presente y actual de un sistema, se puede deducir y analizar cuál fue su pasado. La información se conserva, y el examen del presente nos permite reconstruir la evolución completa del pasado.
Desde que surgió este nuevo coronavirus en Wuhan, en China, en diciembre 2019, y las autoridades chinas, ante la gravedad de la epidemia decretaron el 23 de enero el cierre de varias ciudades, aislando en total a 18 millones de personas, el gobierno de España no ha hecho nada realmente efectivo en el manejo de esta epidemia, ni lo más esencial, como hubiera sido prever algo de las dimensiones potenciales del problema e intentar estar preparado. Al contrario, ha desoído los informes oficiales, ha desprotegido a nuestros sanitarios y a las fuerzas de seguridad del Estado, ha abandonado a nuestros ancianos, ha comprado mal y tarde algunos de los recursos sanitarios necesarios, y lo que es aún peor ha “escondido a los muertos” falseando datos tan importantes en una epidemia, como son la mortalidad global ocasionada.
Ha existido una nula gestión preventiva y una nula planificación estratégica y no se han escuchado las advertencias y recomendaciones de los organismos competentes internacionales acreditados.
Sin embargo, hay países orientales, como Corea del Sur, Singapur, Japón, Nueva Zelanda y Australia, por ejemplo y como Portugal y Alemania en nuestro entorno occidental mas cercano europeo, que sí lograron prever las terribles dimensiones de esta epidemia generalizada e hicieron caso a las advertencias de los Organismos competentes oficiales mundiales en materia de salud y sí se prepararon para gestionar de manera efectiva la pandemia anunciada.
Desde el 26 de enero de este año, hubo repetidos avisos oficiales a todos los países, incluida España, de la gravedad del caso, cuando el Dr. Allison McGeer, director del Departamento de Enfermedades infecciosas del Mount Sinaí de New York puso en aviso a las autoridades sanitarias mundiales, textualmente afirmando que “cuanto mas aprendemos al respecto, -refiriendose al proceso de infección de este coronavirus- mayor es la posibilidad de que la trasmisión no pueda controlarse con medidas de salud pública normales”.
Posteriormente, después de la aparición de los primeros 8.096 casos reportados ya en fechas tempranas como el 30 de enero, la OMS declaró esta infección por coronavirus como una Emergencia de Salud Pública Global. Y que hizo España, literalmente nada.
El 31 de enero cuando ya aparecen los primeros casos fuera de China: con 4 casos en Canadá, 2 casos en Rusia, 2 en el Reino Unido, 1 en Suecia, y aparece ya el primer caso en España, ese mismo día 31 de enero, el Secretario de Salud americano, Alex Azar declara la emergencia de salud publica en Estados Unidos poniendo en “cuarentena” a todo ciudadano americano procedente de China y prohibiendo la entrada en USA a todo extranjero que haya estado en China durante las anteriores dos semanas. Y que hace España, con las fronteras, literalmente nada.
En febrero siguen los continuos avisos por parte de las autoridades sanitarias mundiales. El 1 de febrero el Dr. Mike Ryan director del Programa de Emergencias de la OMS reafirma la gravedad de la epidemia. El 2 de febrero el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas americano, comunica a las autoridades sanitarias mundiales que “el virus es muy transmisible y es casi seguro que será una pandemia”. En esas mismas fechas, el Dr. Peter Plot, director de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, también anuncia alarmado a las autoridades sanitarias que: “Esta epidemia se parece más a la propagación del H1N1 que al SARS”, y que hacen las autoridades sanitarias y el Gobierno de España, otra vez nada.
Siguen pasando los días, y los anuncios para que estemos preparados no faltan. El 6 de febrero, el Profesor Neil Ferguson, director del Institute for Disease and Emergency Analytics del Imperial College de Londres, comunica públicamente su alarma ante la evolución de la hasta ese momento epidemia y ¿Que hace España ante estos avisos continuados? Nada.
El 10 de febrero, el Profesor Ian Lipkin director de Epidemiología de la Columbia University anuncia su preocupación por la evolución dramática de los casos infectados. El 11 de febrero el Profesor Gabriel Laung, Catedrático de Medicina de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong y experto internacional en epidemias de coronavirus, avisa a las autoridades sanitarias mundiales que este nuevo coronavirus si no se controla, puede llegar a infectar al 60% de la población mundial y hay que estar preparados. Ese mismo día el Profesor Marc Lipsitch, profesor de epidemiología y director de la Harvard School of Public Health, anuncia que: “Éste es realmente un problema global que no va a desaparecer en una semana o dos, que es mas difícil de controlar que el SARS y que es posible transmitirlo antes de que uno esté enfermo”. Y que hacen los responsables del Gobierno de España. Negar la evidencia. Es decir, absolutamente nada.
El 13 de febrero, el Dr. Robert Redfield director del CDC (Centers for Disease Control and Prevention de USA) comunica a todas las autoridades mundiales que: “este virus es estacionario y tendrá una transmisión basada en la comunidad”. Y así continuamente llegan avisos día tras día a todas las autoridades sanitarias, incluidas las del Gobierno de España y ¿que hacen?, de una manera increíble de entender, literalmente, nada. Y así hasta el 25 de febrero cuando la OMS avisa de nuevo al mundo para que se prepare para una pandemia.
Y llegó marzo, los “Idus Martiae”, que no fueron precisamente días de buenos augurios como en la época del Imperio Romano, si no todo lo contrario, pudiendo considerarse como un punto de inflexión en nuestra historia reciente, así como sucedió en la Antigua Roma, con el asesinato de Julio César marcando la transición del período histórico romano. Nuestras urgencias y hospitales se saturaron y se desencadenó un auténtico caos y colapso sanitario. Este colapso de nuestro Sistema Sanitario obligó a nuestros gerentes hospitalarios a realizar improvisaciones rápidas y a habilitar espacios creando nuevas camas hospitalarias, eso si con ausencia del necesario material de protección para nuestro personal sanitario, y sin los suficientes recursos materiales, respiradores y pruebas diagnósticas, para poder realizar los necesarias estudios diagnósticos moleculares, - todo ello como consecuencia de la negligencia del gobierno en la gestión de una compra en tiempo y en forma adecuadas-, y con escasez por otra parte del suficiente personal preparado y altamente cualificado necesario.
Y como digo, no todos los países han estado despistados. Hay países como Nueva Zelanda, Singapur, Islandia, Australia, Finlandia, Noruega, Canadá, Corea del Sur, Hong Kong, Sri Lanka, Emiratos Arabes, Japón, Taiwan, Alemania, Dinamarca y Portugal, por ejemplo, que han tenido una gestión muy eficaz y con relativamente muy pocas bajas humanas.
La gestión por parte del Gobierno de España en el manejo de esta epidemia provocada por el coronavirus la califico de nefasta e irresponsable. Más bien no ha habido gestión, si no todo lo contrario, una dejadez de funciones, un descontrol total y una falta de previsión y de planificación estratégica, demostrando que es un gobierno incompetente para manejar no ésta, si no cualquier otra crisis, sanitaria o no sanitaria.
Han cometido graves errores en materia epidemiológica, errores de principiante, al no plantear desde el primer momento escenarios desfavorables. Basta con escuchar las lamentables declaraciones del responsable de comunicación del Ministerio de Sanidad al hablar acerca de la pandemia, afirmando su total compromiso y permisividad ante la celebración de eventos multitudinarios, manifestando un optimismo absurdo, fruto de la incompetencia e ignorancia.
Ha existido un descontrol total, una falta de previsión y una nula gestión en temas imprescindibles como son la compra de material de protección sanitario, la optimización y la gestión de los recursos hospitalarios públicos y privados, con necesidad de camas de UCI en los hospitales públicos y por otro lado disponibilidad de camas de UCI en el sector privado, todo esto cuando el Sistema Sanitario de un país lo componen todos los recursos sanitarios, tanto humanos como estructurales, públicos y privados. Han demostrado ser un gobierno no preparado, e ineficiente en el manejo de una crisis sanitaria, mostrando además un gran desprecio ante la salud de los ciudadanos en general y del personal sanitario en particular, con una falta incomprensible de reconocimiento y gratitud ante las ofertas de ayuda del sector privado.
El Gobierno de España se ha mostrado irresponsable y falto de credibilidad, mintiendo en cuanto a la provisión del material suficiente y necesario. Aún, hoy seguimos sin poder realizar pruebas de detección tanto a nivel molecular como serológicas, para poder saber exactamente el número de contagiados y conocer la prevalencia e inmunidad de la población, -temas clave en cualquier problema epidemiológico- e incluso llegando a desaconsejar el Ministerio de Sanidad de España, el realizar esas pruebas de forma generalizada.
Afortunadamente, los organizadores del Mobile World Congress de Barcelona, congreso que debía de celebrarse entre el 24 y el 27 de febrero, cancelaron el evento obligado por las bajas de las empresas participantes, a pesar de que las autoridades españolas insistieron, en que no había ningún riesgo sanitario. Menos mal que no les hicieron caso.
Desgraciadamente no se canceló, ni la 39ª edición de ARCO Madrid, feria organizada por IFEMA en Madrid del 26 de febrero al 1 de marzo, donde se concentraron un total de 209 galerías de 30 países diferentes con cerca de 100.000 visitantes. Tampoco se suspendió la irresponsable manifestación y huelga feminista del 8 de marzo, en la que más de 120.000 personas salieron a la calle en Madrid para manifestarse y así potencialmente poder multiplicar exponencialmente el número de contagios, ni se suspendieron los partidos de la Champions League del 10 de marzo en Valencia ni el del 11 de marzo en Madrid, con cientos de miles de asistentes y participantes.
Estados Unidos, España, Italia, Francia y Reino Unido han sido los países más castigados por el coronavirus. España es el más afectado y el que peor gestión de la epidemia ha realizado. De acuerdo, al índice GRID (Índice de Respuesta Global a las Enfermedades Infecciosas), estudio realizado por el “Institute of Certified Management Accountants” (ICMA) de Australia, una de las asociaciones de asesores fiscales más relevantes del mundo, y que evalúa la respuesta de los países a la pandemia en función de varios parámetros como el liderazgo y la eficiencia de sus gobiernos, el nivel de transparencia en la información, así como la calidad de los datos, y de como está preparado el Sistema Sanitario del país para hacer frente a la batalla ante una epidemia, tiene en consideración el numero de fallecidos, el número de contagiados, el número de test realizados así como la transparencia en la información de los datos, analiza cómo de eficiente y efectivo es un país a través de sus gobernantes, sitúa a España en el puesto 94, el último lugar del ranking.
España, es el quinto país del mundo en número total de contagios por millón de habitantes con 5.661 casos, solamente por detrás de Ciudad del Vaticano, Qatar, Luxemburgo, San Marino y Andorra, teniendo el deshonor de ser el país con “mayor ratio del mundo” de contagios entre el personal sanitario, más de 43.000 contagios, lo que representa casi el 20% de los contagios de todo el país.
Otro dato muy preocupante es el de muertes por millón de habitantes, donde España ocupa el tercer lugar con 569 casos/ millón de habitantes, solo por detrás de San Marino y Bélgica, estando muy lejos por ejemplo de los 90 muertos por millón de habitantes de Alemania o los 111 muertos por millón de habitantes de Portugal, estando este país en la misma Península sin prácticamente fronteras naturales. Además, somos el cuarto país en número absolutos de muertos incluso después de ocultarlos y de falsear los datos, no incorporando en las listas oficiales ni a los más de 17.000 muertos en residencias de ancianos, ni a los muertos de otro tipo extrahospitalarios.
En España, con 26.621 personas fallecidas oficialmente registradas y con 264.663 casos contagiados confirmados, es el tercer país con mayor mortalidad reportada por millón de habitantes, y eso como digo a pesar de la falsedad en las estadísticas, al no cuadrar las cuentas respecto al total de personas que han perdido la vida según los registros civiles. Es impresentable que el Gobierno de España sigue falseando los datos y ocultando a sus muertos, contabilizando solamente los fallecidos que han dado positivo en los hospitales, sin incluir en estos datos a los miles de personas que han perdido la vida en las residencias de ancianos, ni los que han muerto en sus domicilios o en la calle, por lo que es previsible que la mortalidad global supere las 50.000 personas, y el número de afectados supere con creces el millón de habitantes.
España, de acuerdo, al registro de la red EuroMOMO, tiene una desviación de mortalidad no solo muy superior a la media de Europa, sino que presenta el doble de desviación de mortalidad en valores relativos respecto a países como Italia, Francia, Reino Unido u Holanda.
Dentro de nuestro entorno europeo, Alemania es el país que mejor ha manejado esta crisis, y no solo por cómo ha logrado contener el brote, sino por cómo el Gobierno ha logrado manejar las consecuencias de la epidemia con una tasa de mortalidad por debajo del 2% y tan solo 90 muertos por millón de habitantes.
El Estado del Bienestar de un país es un concepto político que tiene que ver con una forma de gobierno en la cual el Estado, se preocupa por el bienestar de todos sus ciudadanos. En esta crisis hemos podido comprobar que realmente el Estado de Bienestar en materia sanitaria de España es bastante deficitario.
Nuestro Sistema Sanitario no es, ni mucho menos de los mejores del mundo, como nos han querido vender incluso desde el Foro Económico Mundial, en la última edición del Índice de Competitividad 2019, recientemente publicado, donde sitúan a España junto con Singapur, Hong Kong y Japón, como el país con mejor sanidad del mundo, y como el vigesimotercer país más competitivo del planeta, incluso por delante de países como China, Emiratos Árabes, Italia, Portugal o Brasil. Desconocía que estos informes también se compraban.
Tenemos unos grandes profesionales sanitarios muy bien capacitados y preparados, gracias al desarrollo de formación del programa MIR, programa que por cierto este gobierno ha querido destruir con el nuevo sistema de las ACEs, (áreas de capacitación específica). Áreas de capacitación específica presentadas e incluidas como parte formativa dentro del borrador del “Proyecto del RD de regulación de la formación transversal en las especialidades en ciencias de la salud, las áreas de capacitación específica y el procedimiento de creación de títulos de especialista en ciencias de la salud”, presentado ante las Comisiones Nacionales de las Especialidades Médicas.
Borrador que fue de lleno rechazado, y con el que se estaba intentando formar subespecialistas “express” con menor formación de la necesaria, intentando crear una subespecialidad dentro de una especialidad determinada sin antes haber completado el periodo de formación de dicha especialidad. Algo totalmente incongruente y que afortunadamente no fue aceptado, por lo que todavía no han logrado acabar con el sistema MIR de España.
Asimismo, afortunadamente tenemos unos grandes profesionales dentro de nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado, a pesar del deseo de algunos políticos con pocas luces mentales integrantes del Parlamento de los Diputados. La acción de estos profesionales, incluso a expensas de su salud y de sus vidas, es lo que nos ha salvado evitando una catástrofe humanitaria de dimensiones incluso más grandes.
Pero España no apuesta por la industria, ni por la tecnología, ni por la investigación científica. Si ya antes de la crisis éramos un país que vivía del sector servicios y de la construcción, tras el estallido de crisis de la burbuja inmobiliaria de 2008, el poco empleo que se creó en España ha sido y es en el sector servicios, y además a tiempo parcial y temporal. Según un informe elaborado por la agencia de empleo Randstad a partir de los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), tres de cada cuatro profesionales que trabajan en España lo hacen en el sector servicios.
En España con 47 millones de habitantes tenemos, más políticos en puestos y organismos oficiales que incluso Alemania, que con casi el doble de habitantes (83 millones) tienen tan solo 155.000 políticos. Según un informe de RANKIA, España con más de 450.000 políticos, se consolida como el país con más políticos de toda la Unión Europea, incluyendo diputados, senadores, alcaldes, concejales, miembros de los parlamentos autonómicos o de las diputaciones provinciales, de las mancomunidades, de las empresas públicas. Más cargos políticos que médicos, policías y bomberos juntos. En Europa, el segundo Estado con un mayor número de políticos sería de acuerdo con los estudios y estimaciones realizadas, Italia. Más o menos en el mismo nivel estaría Francia, y muy por detrás, con poco más de 150.000 políticos, Alemania, país federal, dividido en 16 “Lander”, y con un grado de descentralización mucho mayor que España.
Por el contrario, según los datos del Ministerio de Sanidad, en España tenemos un total de 178.600 médicos tanto en el sector público como en el privado, lo que supone, una tasa de 3,8 profesionales médicos por cada 1.000 habitantes. La cifra de facultativos sitúa a España en el noveno puesto de Europa en el “ratio” por cada mil habitantes. En lo que refiere al personal de enfermería, España con 245.533 personales de enfermeria, es el sexto país de Europa, eso si empezando por la cola, con menos profesionales de enfermería por cada mil habitantes, concretamente 5.3 por millón de habitantes. En cuanto a camas hospitalarias mientras el entorno europeo tiene 2,6 millones de camas hospitalarias disponibles, lo que supone una tasa de 5,1 camas por cada 1.000 habitantes, España dispone de tan solo tres camas por cada 1.000 habitantes.
Mis conclusiones son claras nos sobran políticos por todas partes y nos faltan otras necesidades más importantes.
Espero que esta crisis derivada de la pandemia del coronavirus nos abra los ojos hacia nuestras realidades. Ni tenemos las infraestructuras adecuadas para poder afrontar otra pandemia como ésta, ni nuestros gobernantes están mínimamente preparados y capacitados, a nivel de conocimientos, capacidad de gestión y credibilidad ciudadana, ni estamos a nivel de recursos a la altura de las circunstancias que se requieren para combatir con éxito una nueva potencial pandemia que origine una crisis de Estado como ésta.
Esperemos que la política adoptada de salida de la fase generalizada de aislamiento y confinamiento en la que nos encontramos se haga de una manera mas técnica, menos política y por lo menos algo más planificada.
Para poder salir de esta fase de aislamiento social y poder reabrir la actividad económica, empresarial, educativa y social, algo que todos queremos y con urgencia anhelamos, necesitamos como primera premisa fundamental, para poder llegar a un silogismo directo de éxito, el poder realizar las pertinentes pruebas diagnósticas que son absolutamente necesarias. Pruebas que afortunadamente tenemos a nuestro alcance, y que es necesario realizar a toda la población de una manera escalonada, mediante test tanto moleculares como la RT-PCR, de reacción en cadena de la polimerasa, como las determinaciones serológicas de detección de anticuerpos con titulación de las Inmunoglobulinas IgG e IgM de manera individualizada.
Esta es la única manera posible para poder detectar los potenciales focos de contagio, y poder tratar a los pacientes sintomáticos, y poder mantener en cuarentena y en vigilancia tanto a los asintomáticos, como a los sintomáticos de manera aislada.
No queremos, ni podemos permitirnos tener un nuevo rebrote y que los hospitales y todo nuestro sistema sanitario empiece de nuevo a colapsarse. Analicemos el pasado de una manera deductiva y analítica. Reflexionemos y pasemos a la acción para salir de este caos en el que nos encontramos.