La
prehabilitación es una técnica de
preparación activa de los pacientes que van a ser sometidos a un procedimiento invasivo complejo. Se basa en intervenciones específicas como el ejercicio físico, la optimización nutricional, el soporte emocional y el entrenamiento cognitivo. Aunque no es un concepto completamente nuevo, sí
ha ganado relevancia en las últimas dos décadas, siendo introducido formalmente a principios del presente siglo.
No se trata simplemente de un complemento al cuidado quirúrgico tradicional, sino de
un cambio estructural y organizativo de gran envergadura. La prehabilitación se fundamenta en un abordaje preventivo que capacita al paciente antes de la cirugía. Sin embargo, a pesar de su enorme potencial, su implementación en la práctica clínica habitual sigue siendo escasa y desigual.
Evidencia científica: transformando los resultados quirúrgicos
Un metanálisis recientemente publicado en
The British Medical Journal analizó datos de más de
15.000 pacientes incluidos en
186 ensayos clínicos. Los resultados evidencian el impacto positivo de la prehabilitación en procedimientos quirúrgicos complejos. Entre los hallazgos más destacados:
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Reducción de complicaciones quirúrgicas: los programas de ejercicio físico disminuyeron las complicaciones hasta en un 50%.
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Menor estancia hospitalaria: la optimización nutricional permitió reducir la estancia hospitalaria en un promedio de 0,99 días cuando se aplicó de forma aislada.
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Beneficios psicológicos: la intervención emocional preoperatoria redujo la ansiedad y mejoró la adherencia a las recomendaciones postoperatorias.
Estos resultados demuestran que optimizar las condiciones del paciente antes de la cirugía no solo mejora los resultados clínicos, sino que también
contribuye a una mayor eficiencia en el uso de los recursos sanitarios.
Mucho más que preparación prequirúrgica
El objetivo de la prehabilitación es aumentar las reservas funcionales del paciente antes de la cirugía mediante intervenciones dirigidas:
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Ejercicio físico: mejora la capacidad cardiorrespiratoria, reduciendo complicaciones y acelerando la recuperación funcional.
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Nutrición: optimiza el estado metabólico y refuerza la capacidad del cuerpo para sanar, acortando plazos de recuperación.
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Apoyo psicológico: reduce la ansiedad prequirúrgica y fomenta la adherencia a las recomendaciones.
Más allá de los beneficios específicos, la prehabilitación representa un cambio de paradigma. Este enfoque prepara al paciente
no solo para afrontar mejor la cirugía, sino también para facilitar su recuperación, alineándose con los principios de la medicina personalizada y centrada en la persona.
El Fast-Track quirúrgico como complemento
Si bien la prehabilitación es la piedra angular del enfoque moderno en medicina perioperatoria, su impacto puede potenciarse al integrarse con herramientas como el
Fast-Track quirúrgico (ERAS, Enhanced Recovery After Surgery).
El Fast-Track
optimiza los cuidados intra y postoperatorios mediante prácticas como:
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Movilización temprana.
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Reintroducción rápida de la dieta.
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Uso de técnicas quirúrgicas y anestésicas menos invasivas.
Estas medidas son altamente efectivas, pero su éxito depende en gran medida de la condición previa del paciente. Aquí es donde la prehabilitación juega un papel fundamental. Al preparar al paciente antes de la cirugía, los beneficios del Fast-Track son más consistentes y efectivos. Sin embargo, es importante destacar que
el Fast-Track no puede sustituir a la prehabilitación, ya que esta aborda una fase crítica del cuidado que el primero no cubre.
Introduciendo valor en la práctica clínica y organizativa
La prehabilitación no es solo un conjunto de medidas clínicas; es una estrategia que transforma el cuidado quirúrgico, aportando valor en tres ámbitos clave:
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Mejora de los resultados en salud: Reduce complicaciones, acelera recuperaciones y mejora la calidad de vida postoperatoria.
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Reducción de costes: Al disminuir las estancias hospitalarias y las complicaciones quirúrgicas, se optimiza el uso de los recursos sanitarios.
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Eficiencia organizativa: Permite un uso más eficiente de los recursos, beneficiando tanto a los pacientes como al sistema sanitario.
El reto: integrar la prehabilitación como estándar de cuidado
A pesar de la sólida evidencia científica que respalda la prehabilitación, su implementación sigue siendo limitada.
Las barreras organizativas y la falta de estandarización en los protocolos son los principales obstáculos. Sin embargo, la experiencia de países que han comenzado a integrarla demuestra que los beneficios superan ampliamente las dificultades.
Para avanzar hacia la prehabilitación como estándar de cuidado, se recomienda:
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Implementación escalonada: introducir programas en áreas quirúrgicas con mayor carga de complicaciones, como oncología y cirugía cardiovascular.
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Equipos multidisciplinares: formar equipos que incluyan médicos, fisioterapeutas, nutricionistas y psicólogos para garantizar un abordaje integral.
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Uso de herramientas digitales: las plataformas de telemedicina permiten diseñar programas personalizados y accesibles para pacientes en diferentes contextos.
Un modelo quirúrgico que aporta valor
La evidencia es clara:
la prehabilitación mejora los resultados en salud, reduce costes y optimiza los recursos sanitarios. Su integración como práctica clínica habitual no solo es deseable, sino necesaria para construir un sistema sanitario más eficiente y centrado en la persona.
Cuando se complementa con herramientas como el Fast-Track quirúrgico, el impacto puede ser aún mayor, especialmente en procedimientos de alta complejidad.
El reto ahora no es demostrar que estas estrategias funcionan, sino hacerlas accesibles, consistentes y escalables. Preparar mejor a los pacientes no es solo una cuestión de ciencia, sino de organización y compromiso con el valor que podemos ofrecer como sistema sanitario y como profesionales.