Me llamo Joan y soy enfermero. Terminé mi diplomatura en 1997 y después de tres años intentando buscar un trabajo estable, decidí marcharme al extranjero para perseguir mi sueño de convertirme en enfermero. Aterrizé en Inglaterra con 50 libras en mi bolsillo y una maleta llena de sueños y esperanzas y he trabajado duro para el NHS (el Sistema Nacional de Salud inglés) desde entonces.
Me fui al Reino Unido porque había una escasez muy grande de enfermeras; una escasez que todavía existe. Tanto es así, que uno de cada nueve puestos de Enfermería está vacante. Durante 17 años no tuve ningún problema en mi trabajo, pero el pasado 23 de junio de 2016 mi vida cambió para siempre: ese día Gran Bretaña votó a favor de 'Brexit'.
Cuando escuché el resultado, me tuve que sentar en el sofá porque no podía moverme. Estaba paralizado, en shock. El 'Brexit' basó su campaña en dos promesas: reducir la inmigración y en recuperar las 350 millones de libras que el Gobierno británico manda a Bruselas cada semana. La crisis financiera ha afectado mucho al país y el proceso del 'Brexit' nos utilizó como cabezas de turco. Es fácil culpar a los inmigrantes del nivel de vida de las personas, del desempleo y de la falta de vivienda. Esta retórica en la que se basa el 'Brexit' fomenta el racismo abierto en el país; un racismo que existía antes, pero que era clandestino. Ahora, sin embargo, la gente piensa que es aceptable ser racista.
Mi pasaporte es español pero parte de mi corazón también es británico. Casi toda mi vida adulta la he vivido en Inglaterra: me he casado con una mujer inglesa y mis hijos son británicos. Nunca he tenido ningún problema o me he sentido discriminado, pero desde el 'Brexit', he empezado a sentirme como un ciudadano de segunda clase solo por mi acento. Después de 17 años, me siento menospreciado por un país que considero mi hogar.
Soy uno de los mas de tres millones de ciudadanos de la Unión Europea que vivimos en Gran Bretaña. El Gobierno está jugando con fuego al no garantizarnos nuestros derechos. Hace 14 meses que mi vida y mi futuro está en limbo. El Ejecutivo británico está enviando un mensaje al resto del mundo, asegurando que los inmigrantes no somos bienvenidos. Si no nos valoran, muchos nos iremos. Gran Bretaña solía ser el destino 'número uno' para la gente en Europa pero desde el 'Brexit', el número de solicitudes de enfermeras de la Unión Europea para venir a trabajar ha disminuido en un 90 por ciento.
Pero lo que me preocupa es que ahora muchas enfermeras y médicos de la UE están empezando a irse. El NHS está en un punto de ruptura porque falta muchísimo personal. De hecho, en 2012, el Gobierno británico emitió una guía indicando que la proporción enfermera-paciente en el futuro no debía ser mayor que 1/8. En la actualidad, el 98 por ciento de los hospitales no logran alcanzar esta cifra, lo que significa que durante los últimos cinco años las enfermeras trabajan por debajo de los mínimos establecidos -además de estar mal pagadas-, ya que el Gobierno ha congelado todos los salarios del sector público durante los últimos siete años.
Si ha todo esto le añades el 'Brexit' provoca que muchos europeos compañeros se marche en masa. El NHS no se puede permitir perder a trabajadores, y más cuando está tan falto de enfermeras y personal sanitario.
Por primera vez en la historia, hay más enfermeras que abandonan la profesión que las que se incorporan. Además, 140.000 ciudadanos de la UE trabajan en la sanidad publica y privada, de los cuales, 55.000 de ellos lo hacen en el NHS y más del 4 por ciento son enfermeras. Asimismo, uno de cada cuatro médicos no son británicos y uno de cada siete enfermeras vienen de otro país.
Desde el 'Brexit' nos enfrentamos a un futuro incierto y sombrío, lo que provoca una angustia y estrés inmensos, tanto a los profesionales sanitarios como a sus familias. A menos que el Gobierno cambie el tono y ponga fin a la incertidumbre, más y más europeos darán la espalda a Reino Unido, poniendo en peligro el NHS y haciendo que sea más difícil la tarea de los enfermeros y personal sanitario que nos quedamos. Pero me temo que después de 14 meses de incertidumbre, el daño es irreparable.