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Las personas con una discapacidad igual o mayor al 33 por ciento pueden acceder a un cupo especial

Hacer el MIR con discapacidad: todo un reto para cumplir un sueño


12 may. 2018 20:00H
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POR ESTHER ORTEGA
Han estudiado una carrera tan complicada como la Medicina, se han preparado durante meses un examen como el MIR y hacen una residencia de hasta cinco años. Son médicos como cualquier otro, pero ellos tienen una discapacidad física que no les impide perseguir sus sueños. "Para que uno se complete personalmente, se tiene que dedicar a algo profesionalmente en su vida. Yo mi personalidad no la veo si no es ligada a la Medicina y participando de forma autónoma en la sociedad en la que vivo", reivindica Roberto Trelles, con un grado de discapacidad del 66 por ciento y R3 en Hematología y Hemoterapia en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Cada año, el Ministerio reserva un determinado número de plazas para Médicos Internos Residentes con una discapacidad igual o superior al 33 por ciento. Este año, el ofertó un total de 456 plazas, un 2,86 por ciento más que el pasado año.

Los médicos que se presentan al examen MIR y tienen alguna discapacidad deben estudiar el mismo temario que sus compañeros, aunque deben adjuntar la acreditación de su situación personal y advertir si precisan de algún tipo de adaptación para realizar el examen a la Subdirección General de Ordenación Profesional del Ministerio. Sheila Justo, representante de la vocalía de Médicos Jóvenes y MIR de Amyts, lo concisa: “Se tiene que garantizar que participan en el proceso y el centro tiene la obligación de adaptarlo en lo posible para que el MIR pueda desarrollar su proceso de formación y tenga acceso a todas las actividades del programa - detalla la representante- Además de las ayudas técnicas que se requieran para su caso, igual que en el examen MIR, que se adapta según las necesidades que tenga: como más tiempo o una letra ampliada, por ejemplo". 
 
Además, según el Real Decreto que el Consejo de Ministros aprobó hace cinco años, se debe activar el cupo cuando queda un 7 por ciento de plazas sin adjudicar y hay personas con discapacidad que no han accedido a una. En principio, solo se recoge que optan a él las personas con una discapacidad de al menos un 33 por ciento. "No hay límite en la legislación, pero se entiende que es siempre y cuando puedan desempeñar las funciones. De hecho hay veces que hay dudas en base a qué especialidad deben escoger estos residentes y futuros médicos. En principio deberían elegir una compatible con su discapacidad, pero no hay una limitación clara, depende también del médico que la tiene", subraya Sheila.

ACCESO A LA CARRERA

Roberto Trelles, tiene una discapacidad del 66 por ciento y es R3 en Hematología y Hemoterapia 

Roberto, malagueño, pasará a su cuarto año como residente en un mes: "Yo creo que una parte importante de la decisión de estudiar Medicina se debe a que yo he tenido mucho contacto con los hospitales por la enfermedad que padezco y veía que para mí los médicos son personas que me han ayudado sin recibir nada a cambio. Me gustaba la idea de formar parte de esta profesión”, explica el joven, con hemofilia B grave desde su nacimiento.

El médico estudió el grado en la Universidad de Málaga, de la que guarda un buen recuerdo. “La verdad es que cuando empecé la carrera, el tener discapacidad me ayudó a poder entrar porque la nota de corte estaba bastante alta y yo me había quedado en un 8,55 de media total, y estaba en 8,75. En la primera fase intenté entrar por la instancia normal y me rechazaron, y en septiembre valoré la opción de entrar por el cupo de discapacidad y me aceptaron”, recuerda.  
 
Desde hace un año utiliza un bastón para mejorar su capacidad de movimiento: “Las discapacidades físicas son un problema de movilidad pero no a la hora de estudiar. Es verdad que en algunos momentos la hemofilia te produce bastante dolor o inflamación que sí que te pueden repercutir en dejar de estudiar un par de días; pero después puedes volver otra vez al carro y ya está”.

CIFRAS 2018
Las plazas destinadas a Médicos Internos Residentes (MIR) con discapacidad igual o superior al 33 por ciento en la convocatoria de 2018 se ha incrementado un 2,86 por ciento, pasando de las 443 vacantes que el Ministerio de Sanidad ofertó en 2016 a las 456 de este año. En Enfermería, se reservaron 74 plazas a candidatos con algún tipo de discapacidad frente a las 70 de la edición anterior. En Farmacia y Psicología, se asignaron 17 vacantes, la misma cifra ofertaba en la anterior convocatoria.

Roberto consiguió plaza y pudo elegir la especialidad que siempre quiso hacer. "El examen se me dio mejor de lo que venía haciendo durante las pruebas. Nosotros tenemos un cupo de discapacidad, pero te permite solo coger las plazas sobrantes, como quien dice. Yo apliqué para discapacidad pero después saqué una buena nota y elegí hacerlo por mi número", explica el joven, que cree que se podrían hacer cambios en el sistema de asignación:  "Se debería poner algún tipo de psicotécnico o hacer una entrevista porque hay personas que eligen una plaza y una vez que están dentro, les dicen que no pueden hacer ese tipo de trabajo -detalla el malagueño- Yo soy consecuente con mi problema y sabía que, por ejemplo, los quirófanos no los podía soportar por el hecho de estar cinco horas de pie. Pero si hubiese querido, la podía haber cogido y la hubiera tenido que dejar al tiempo. Por eso estaría bien algún tipo de entrevista para guiar bien a las personas con algún tipo de discapacidad y orientarlas".

CONTROL MÉDICO

Según establece la regulación, todos los residentes deben concluir un examen médico que acredite la compatibilidad de sus condiciones físicas con la especialidad escogida. "Cuando entré pasé por un examen de preventiva para una evaluación física. Se preocupan bastante de que los médicos con discapacidad adapten la especialidad a sus necesidades", se felicita Roberto, que añade: "A mí, por ejemplo, me ofrecieron desde el primer momento el no hacer guardias y me lo repiten, que en cuanto vea que no esté capacitado físicamente para aguantar las 24 horas en el hospital, lo diga y me las retiran. A día de hoy las sigo haciendo porque las veo una parte muy importante para la especialidad, y por el tema económico".

Para él, su discapacidad no es un impedimento para realizar sus tareas diarias. "En el día a día, la hemofilia causa dolores en la marcha o deformación articular que dificulta el tema de la movilidad. Si durante el trabajo puedo tener algún sangrado articular, mi equipo está informado y si tengo que abandonar el hospital, no tengo ningún problema. Solo me ha ocurrido una vez durante la residencia", expone el médico, contento de su experiencia: "Vivimos en un país que adapta mucho las necesidades de personas con discapacidad a nivel profesional. Por tener una discapacidad no podemos meternos en una burbuja y esperar que todo sean ayudas sociales".

LA EXPERIENCIA, UN GRADO

Mª Carmen Martínez, secretaria de Semergen Solidaria y con una discapacidad visual

Mª Carmen Martínez, secretaria de Semergen Solidaria y con una discapacidad visual, conoce bien cuáles son las dificultades extra a las que tiene que hacer frente una persona que padezca alguna enfermedad que limite sus capacidades. "Yo tengo una discapacidad visual desde que nací y el colegio lo recuerdo bastante regular, sufrí bastante. En aquella época no había la integración que hay ahora", resalta La doctora, consciente de que esa época le marcó de por vida: "Fui reforzando otras cualidades, como la facultad de la memoria, que me ha venido muy bien para el desarrollo de los estudios en la facultad y en la carrera profesional".

Mª Carmen reivindica que "una persona con una discapacidad puede hacer todo, igual que los demás, siempre que tenga las herramientas de ayudas necesarias", por eso ella no tuvo problemas a la hora de sacarse la carrera, porque contó con el apoyo de los compañeros y los profesores de la Facultad de Zaragoza. Tampoco tuvo mayores dificultades el día que se presentó al examen MIR. "No tuve ningún problema porque te dan un papel con unas preguntas y tu tienes que escribir. Mi problema visual no afecta de cerca y yo el examen lo leía".

ADAPTAR LA ESPECIALIDAD

La secretaria de Semergen Solidaria, como su compañero, era consciente de las limitaciones que tenía físicamente a la hora de escoger la especialidad. "La residencia fue totalmente normal, se me trató como al resto. Ya me habían advertido los médicos que tenía que elegir una especialidad que se adaptase. Una cosa es que aunque tengas una discapacidad y quieras hacer todo como los demás; y otra es comprender que tienes unos límites. Yo escogí una de las Clínicas porque nunca habría podido hacer una quirúrgica o de laboratorio", explica la médica, que añade: "Lo bueno que tiene la Medicina para personas con alguna discapacidad, es la gama tan amplia de especialidades. Para Medicina de Familia lo que tienes que hacer, sobre todo, es pensar, razonar y explorar al enfermo, hablar con él. Y ahí no me influía la visión. Para ver una patología oftálmica o una otitis, tampoco tenía problemas porque la visión de cerca la tengo bien", relata.

DEFENSOR DEL PUEBLO
El pasado mes de diciembre, el Defensor del Pueblo registró una sugerencia para valorar el inicio de un procedimiento de responsabilidad patrimonial para la determinación del daño producido en la realización del examen MIR a una persona con discapacidad que se presentó en la convocatoria de 2016. En resumen, el organismo instó a valorar el presunto daño por la desatención del deber de apoyo especial a las personas con discapacidad y su posible incidencia en la realización de la prueba de acceso a la formación sanitaria especializada. 

Sin embargo, no todo ha sido bueno en su experiencia como médica de Familia: "Sí he tenido problemas en la vida laboral, no para realizar el trabajo ni con los pacientes, pero sí en cuanto a compañeros o jefes, que  utilizaron mi discapacidad para hacerme daño. Y es algo frecuente", lamenta Mº Carmen, que considera necesario seguir mejorando: "Queda mucho camino por recorrer, todos juntos. La persona con discapacidad tiene que intentar integrarse y ser autónoma; y las demás tienen que darse cuenta de que una persona con discapacidad puede trabajar. Existen leyes a nivel europeo y español que obligan a la integración en las facultades y en la vida laboral de las personas con discapacidad".

Afortunadamente, siempre ha tenido el respaldo de los suyos. "Influyó mucho en mí la ayuda de mi familia, que siempre intentó integrarme en la sociedad y que hiciera todo como los demás. Debo todo lo que soy a mi familia. Mi ilusión desde que nací fue ser médico y con su grandísima ayuda hoy soy feliz y he cumplido el sueño de mi vida".

DEBUTAR COMO RESIDENTE

Luis González, de 48 años y con una discapacidad del 34 por ciento

Luis González, de 48 años y con una discapacidad del 34 por ciento, empezará la residencia el próximo 24 de mayo en la Palma. “El examen fue muy mal porque yo estaba haciendo unos simulacros bastante buenos y luego el MIR no me salió tan bien. Pero con la discapacidad sí conseguí la plaza de Familia”, explica el médico.

Con más de 20 años de carrera, los nervios le jugaron una mala pasada en el MIR y no obtuvo la puntuación que estaba teniendo en los simulacros, por lo que no le quedó otra opción que acceder al cupo. Luis padece una necropsia vascular de cadera por la que lleva una prótesis implantada, pero no tiene problemas de movilidad. "Tuve una trombosis venosa profunda por el tiempo que pasaba estudiando y estuve con tratamiento anticoagulante, lo pasé regular. Estuve un año estudiando y de estar 10 horas sentado compaginándolo con mi trabajo, que soy médico de ambulancias y de Urgencias de un centro hospitalario en el Hierro...", Luis no acaba la frase.
 
Afortunadamente, pudo presentarse al examen y conseguir plaza en una de las especialidades que tenía en mente. "Yo quería hacer Radiología, Anestesia o Medicina de Familia, no quería otra cosa. Entonces, estoy contento. Espero, como todos los médicos que nos presentamos, seguir formándonos y preparándonos de cara al futuro y a la prevención, que es el camino a seguir", explica Luis, que no descarta volver a presentarse al examen una vez terminada la residencia. 
 
Para él, es una buena medida reservar una cantidad de plazas a personas con discapacidad, pero vería bien hacer algún cambio. "A las personas que quizás hayan tenido mejor nota que yo, puede que les parecza un agravio. Pero las personas con discapacidad también tenemos derechos y tenemos una patología que no hemos escogido. Me parece injusto que alguien que ha sacado siete veces mejor nota que yo, pueda hacer Radiología con el turno que cogí yo de discapacidad. Que la reserva es adecuada sí, pero que eliges un poco lo que queda, pues también. Pero si quieres una especialidad mejor, haz mejor examen".
 


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