Fotografía de la UCI Covid-19 del Hospital Universitario de Fuenlabrada.
Durante la
primera ola de coronavirus, hubo momentos de colapso en los centros hospitalarios, debido al volumen de pacientes. Ante esta situación, los profesionales sanitarios improvisaron unidades de cuidados intensivos en diferentes zonas de los centros. Algunas de estas salas se han mantenido hasta hace unos días. Uno de estos centros es el
Hospital de Universitario de Fuenlabrada, que hace unos días ha celebrado el
cierre de su UCI Covid.
María Jesús Luengo, enfermera supervisora de la UCI, y
Joaquín Álvarez, jefe de Medicina Intensiva y del Servicio de la UCI de este centro madrileño explican a
Redacción Médica que la sensación es sobre todo es de alegría, alivio y de esperanza”. También consideran que este éxito es fruto del “trabajo bien hecho”.
Estos sanitarios explican que durante estos meses han “trabajado en equipo, para garantizar una atención de calidad a los pacientes Covid y no Covid.
Nos hemos reinventado y hemos adecuado espacios, equipamiento y recursos humanos a las demandas que nuestra población necesitaba”. Así, aseguran que el cierre de la UCI Covid ha sido “un día con sentimientos encontrados, muy emotivo, porque hemos pasado momentos muy duros en ella, pero nos ha ayudado a crecer como equipo y como profesionales”.
Tanto Luengo como Álvarez coinciden en que la sensación actual entre los profesionales sanitarios es de cansancio, pero también de necesidad de desconexión y de
comenzar a retomar proyectos que se quedaron a medias con la pandemia, como UCI de puertas abiertas o proyectos Zero”.
"Todavía hay que mantener las medidas de protección y evitar situaciones que supongan riesgo. Todavía no está todo ganado"
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La UCI Covid del Hospital de Fuenlabrada solo se ha mantenido cerrada durante los pasados meses de julio y agosto, y se convirtió en un extra a las 12 camas que tienen de forma habitual, donde a día de hoy, tienen cinco pacientes Covid ingresados que ya se encuentran en fase de recuperación. Desde el centro explican que
esperan no tener que reabrirla, pero quieren ser prudentes, “porque todavía queda tiempo para poder hablar de una situación de riesgo bajo”.
Para ello señalan que el ritmo de la
vacunación está siendo fundamental, y esperan que la situación mejore en las próximas semanas. Sin embargo, esto no significa que haya que relajarse, “hay que mantener las medidas de protección y los ciudadanos tenemos que ser prudentes y evitar aquellas situaciones que supongan riesgo.
Todavía no está todo ganado”.
Si esta enfermera y este facultativo echan la vista atrás a las distintas olas de coronavirus que han vivido, consideran que lo más difícil ha sido dar las malas noticias y “ver que íbamos por detrás del Covid. En la primera ola el
ritmo de ingresos fue frenético y para eso, ni en un servicio especial como la UCI está preparado. Nos faltaban recursos materiales, médicos, enfermeras y TCAE con experiencia....El Covid nos ha enseñado que
somos un gran equipo y que tenemos una gran capacidad de adaptación y de reinventarnos”.
Cierre de la UCI Covid-19 en el Hospital Clínico de Salamanca
Fátima Rivas, enfermera del
Hospital Clínico de Salamanca, vivió una situación muy similar a la de Luengo y Álvarez. Hace una semana explicaba que la planta 6ª izquierda del hospital salmantino
se "vaciaba" de pacientes covid quince meses después, lo que supuso tanto para ella como para sus compañeros, un
momento "emocionante". "Volvían a nuestra mente todas las sensaciones de todos estos meses, el miedo, la incertidumbre...la carga emocional fue brutal".
Rivas repasa los momentos más difíciles, cuando entraban en las habitaciones "aguantando la respiración". "
Veíamos morir pacientes en todos los turnos", asegura. Cuenta que todos los días al salir del hospital se venía abajo, "bajaba llorando en el ascensor". Y la angustia no acababa ahí, porque al llegar a casa sentía "pánico" a contagiar a su familia.
Recuerda perfectamente el nombre y la cara del primer paciente que ingresó con síntomas de Covid, "por desgracia", explica, fue también el primer fallecido.
Cuando comenzó todo no eran conscientes de la magnitud que alcanzaría de la pandemia, al término de la primera ola esperaban que no hubiera más pero acabaron recibiendo las siguientes como una
"bofetada de realidad" que les acabó minando poco a poco.
Tanto Fátima como el resto de sanitarios,
han necesitado apoyo psicológico para poder sobrellevar la carga emocional que han supuesto estos meses de trabajo. "Nos ha dejado huella y el apoyo que nos dábamos unos a otros o nuestros familiares o amigos, en muchas ocasiones no era suficiente".
Ahora ve con esperanza el futuro, confía en el comportamiento de una sociedad que en ocasiones no ha alcanzado a entender lo que estaba pasando, y sobre todo confía en las
vacunas porque cree que serán
"determinantes" para dejar atrás esos meses "tan horribles".
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